Ya llegamos a Italia. Ha superado mis expectativas. Es muy grande y con varios sitios turísticos. No he cerrado la boca en todo el viaje del coche al hotel.
Seguramente Alessandro piense que soy patética,pero en mi vida he visto Italia. Es impresionante.-¿Cuánto queda por llegar? - Le pregunto.
- 15 minutos - Dice él sin mirarme con su móvil de último modelo. Veo que lo tendré difícil.
Después de 15 minutos, llegamos al hotel. Que la palabra hotel le queda pequeña, es gigante y muy moderno a decir verdad.
Vamos a recepción, Alessandro es el que habla.-Hola,¿en qué puedo ayudarle? - Dice él recepcionista.
-Tengo dos habitaciones individuales a nombre de Alessandro Rizzo.
Me remuevo en la cama. Y ya me estoy estresando. Dos cosas, hace mucho calor y algo está sonando. Veo que tengo un agarre en mi cintura. Confusa me giro y lo veo.-Alessandro, pss -Le digo susurrando.-Mmmm....un ratito. -Dice con voz ronca.-Levántate, tenemos que ir a la dichosa cena.-Le digo queriéndome apartar, -anda ya, suéltame.-No quiero,- aprieta más el agarre en mi cintura. Es como un niño pequeño.Veo que lo que suena es la alarma,me estiro un poco y la apago...pero gran error. Al bajar la mirada, el señorito ya está despierto...y estamos cara a cara, a pocos centímetros de nuestras bocas. En un rápido movimiento me pone debajo de él.
Tierra trágame. Estoy de lo más aburrida. Llevo una hora tragándome a un montón de magnates, empresarios, inversores....y mi boca duele de tanto sonreír. Quiero quitarme estos tacones del infierno y comer algo. Pero como es algo imposible toca aguantarme ir de la mano a todos los jodidos lados con el adonis.-Alessandro, estoy cansada.¿Nos podemos sentar al menos 5 minutos? -Digo exasperada ya.Me ignora y me lleva a una mesa donde hay una señora y señor de avanzada edad.-Alessandro, viejo amigo.- Dice el señor, sonriendo.-Angelo, Martina. Un placer verlos de nuevo.-¿Qué tal muchacho? - Dice Martina.-Muy bien,¿y usted?- Nada de formalismo chico, te conozco aún cuando llevabas pañales. ¿Y quien es esta señorita ta
Estoy en un profundo abismo. No veo nada, pero si siento que están hablando. Me duele la cabeza y justamente me viene una punzada de dolor, emito un quejido. Siento la garganta seca y quiero abrir los ojos, pero no puedo. Supongo que estoy en un hospital por el olor. Nunca me llegaron a gustar del todo los hospitales.Intento abrir los ojos otra vez y no puedo, tampoco puedo moverme. Entro en pánico de suponer la opción de...-Zenda, tranquila. Hay mucho sedante en tu organismo por eso no puedes moverte, intenta abrir los ojos. -Dice Alessandro.Siento un alivio en mi inmediatamente al escuchar sus palabras.Intento otra vez abrir los ojos y está vez si lo logro, pero solo por un lapso tiempo ya que me cega la luz. Esta vez sí puedo abrir los ojos y lo primero que veo es el rostro de Alessandro.
Creo que para conseguir a tu futura presa debiste de ser algo menos dura ¿O no, querida?Ya hasta te echaba de menos, pienso sarcástica.—Hola, señorita Zenda. Soy el doctor Steve, tendremos que hacerle algunos exámenes para verificar que está usted bien.-Dice entrando un doctor interrumpiendo. Salvada de una discusión.—Claro, sin ningún problema.-Le digo intentado sonreírle.Después de media hora de chequeos y exámenes al fin me dan el alta. Voy hacia al auto blindado que está en frente del hospital.—Hola, Julio.-Le digo al chófer sonriendo, creo que es el único el que en tan poco tiempo me cae bien.—Hola, señorita. La llevaré al hotel.-Dice mirándome a través
Asiento algo confusa y el me mira fijamente a los ojos. Parece que quiere descubrir algo a través de mis ojos, algo que no existe desde hace mucho tiempo.Porque sí, se leer miradas y el busca agua en un pozo vacío.-Puedes sentarte si quieres.-Dice él sentándose en el borde de la cama.-No, estoy bien así. ¿Qué pasa?-Como sabrás, lo de la fiesta no ha sido un simple atentado, sino que fue de la mafia. Concretamente, la mafia roja..-Y ahí me paralicé. La mafia roja. Mafia roja. Esas dos palabras que creí que nunca más iba a escuchar, esas dos jodidas palabras que hicieron mi vida un puto infierno.—Zenda...,¿me escuchas?Eh, Zenda,¿estás bien?- Creo que estoy tan tensa y tan pálida que parecería una muerte viviente ahora mismo.-S-Sí, estoy
Creo que se me está haciendo costumbre eso lo de desmayarme. Emito un quejido, joder la maldita cabeza me va a explotar.Intento abrir mis ojos y ¡oh sorpresa! Estoy en un hospital....otra vez. Giro a mi derecha y veo a un Alessandro dormido en una silla. Ojalá siempre fuese así de tranquilo.De repente me entra un ataque de tos.-Tranquila, toma agua.- Dice Alessandro ya despertado y con un vaso de agua. Intento sentarme bien y Alex me ayuda.Después de beber agua, sé que es momento de las preguntas y las respuestas. Necesito respuestas.-¿Cómo lo sabes?-Le susurro. Nadie sabe de las mafias a menos que tú...-¿Quién eres?-Le miro fijamente.Veo que suspira y huye de mi mirada.He dado en clavo.Antes de que me pueda responder alguien nos interrumpe. Suspiro molesta.-Hola, señor Rizzo. Vengo a hacerle a la señorita Moore unos exámenes para verificar que está bien.-Dice el doctor.-Claro, de
Estos quizás no eran mis planes. Pero aprendí a que nunca nada sale como lo planeado. Todo se tuerce a medida que vamos avanzando. Pero lo que Alessandro no sabía, es que dentro de la mafia nada es real y nunca deberíamos de confiar. Y ese fue su primer error...Confiar.-Sí, hace años estaba con la mafia roja. Porque yo era la señora roja.-Digo mirándole, esperando su reacción.-¿La mujer de águila rojo?-Dice incrédulo.-Sí, desgraciadamente.-Por una parte tengo razón, pero por otra no. No pensaba eso cuando empecé a adentrarme en el mundo mafioso.-¿Cómo,pero...? ¿Por qué cuando te investigué no aparecía eso?Suspiro y procedo a contarle todo desde el principio. Quizás fue un error todo esto desde el principio. Pero yo nunca cometo errores de los cual arrepentirme después.AlessandroSorprendido. Esa es la palabra la cual me definiría ahora. Se qu
Siempre tuve el presentimiento de que en Italia iba a pasar algo pero no este caos. Suspiro, aunque quiera cerrar los ojos y desaparecer, no puedo. Tengo responsabilidades y...antes de seguir con mi monólogo alguien interrumpe mis pensamientos saliendo de la ducha. Alessandro.-Buenos días.- Sigo pensando que su voz es muy ronca todo el tiempo. No se cómo lo hace.-Buenos días.-Digo ya más espabilada y despierta.-Tenemos una reunión con unos socios, estuvimos hablando con ellos en la fiesta...-Tú, estuviste hablando con ellos. Yo estaba muerta del aburrimiento.-Le digo sonriéndole inocente. A veces me gusta comportarme así, pero no todo el tiempo.Suspira rendido y niega con la cabeza, mientras que se arregla el reloj.