MEGAN
El gélido halo que brota de mi interior y se desliza entre mis labios, hace que trague grueso, siento que el aire me comprime los pulmones, es de noche, hace frío y el cielo anuncia la llegada de una nueva tormenta, por lo que debo darme prisa. El sonido amortiguado de la música de fondo, frente al club nocturno que está delante de mí, hace que las piernas me flaqueen cuando intento dar el primer paso para cruzar la avenida, lo hago con esfuerzo, en cuanto llego, uno de los hombres de seguridad que resguardan la entrada, me mira con desdén. —Vete, este no es lugar para niñas —espeta con voz dura. Un escalofrío recorre mi espina dorsal y creo que voy a morir, los dedos de mi mano están congelados, empujo las palabras de mi garganta como si de verdad quisieran salir. —Vine a ver al Sr. Bonjovi —logro articular. El mismo tipo cruza una mirada con su compañero. —Otra más que cae —niega con la cabeza el compañero—. Ven, sígueme. Me dan acceso al club nocturno, sigo al tipo que camina entre la gente como si él fuera un Dios griego, saluda a un par de personas y luego sonríe, intento no mirar, pero me resulta imposible cuando diviso a chicas sin ropa, bailando sobre plataformas con luz neón. —Aquí está. La voz del hombre que ahora me abre la puerta que da a una oficina, hace que el estómago se me encoja y que salga de mi ensimismamiento. Quiero salir corriendo, pero no puedo, la vida de la persona que más amo, está en juego. —Gracias… —No hay de qué, preciosa —sonríe de oreja a oreja. Entro a la oficina y lo primero que me recibe, es una cortina de humo, huele a marihuana, a alcohol y a loción masculina, levanto la mirada y mis ojos se encuentran con un hombre rubio, de ojos azules, no muy mayor, tal vez ronda los treinta años. Él fuma un cigarrillo y me detalla de pies a cabeza. Detrás de él están dos hombres que me muestran con poca sutileza sus armas. —¿Qué trae a una dulce muñeca a un lugar tan peligroso como este? —rompe el silencio que nos envuelve. Tomo una bocanada de aire. —Escuché de usted… —No —me detiene y se inclina hacia adelante—. Modales, por favor, siéntate. Me indica el asiento delante de él, estoy temblando, aquí me pueden hacer cualquier cosa y nadie se enteraría, porque nadie es tan tonto como para meterse con este hombre. —No quiero escuchar lo que has oído de mí —agrega sin dejar de mirarme con ojos viperinos—. Quiero saber lo que quieres. Me tenso. Nunca he sido una cobarde, pero él tiene un aura pesada. —Mi madre está enferma, tiene cáncer y quisiera que me prestara dinero, por favor, prometo pagarlo —mi voz suena desesperante. Esto es tan humillante, que quiero soltar a llorar. Un nuevo silencio se ancla entre nosotros, quiero decir más, pero sus ojos absorben mi energía. —Yo cobro con intereses —por fin dice—. Y si no me pagan, los mato, no una muerte rápida, una lenta, violenta y sádica, aunque cuando se trata de mujeres, suelo ser más sutil, cómo convertirte en alguna zorra. Cierro los puños debajo de la mesa. Quiero irme, pero la imagen de mamá hace que me quede en mi lugar. —Haré lo que sea —suelto.—¿Estás segura? —enarca una ceja con incredulidad—. Esas son palabras mayores para alguien tan delicada como tú. —No cuando la vida de tu madre está en juego —digo con firmeza. Esta vez su rostro cambia, asiente. —¿Cuánto es lo que necesitas? Y con ello le doy la cantidad que me dieron en el hospital, 10,000 euros y sumando, me reitera lo de los intereses, me da el dinero en efectivo luego de ordenarle a uno de sus hombres que me lo dé, me suelta una fecha límite para pagarle todo con intereses y luego me asegura que me estarán vigilando. —Muchas gracias… Me levanto, estoy a nada de irme, cuando él me rodea la garganta, la obstrucción del aire hace que suelte el bolso y caiga al suelo. —No bromeo, niña, no me pagas y te irás con tu madre al otro lado —amenaza.Intento hablar, o defenderme, por un momento creo que me va a matar, pero me suelta y enseguida me da un puñetazo en el estómago, uno que me hace doblar el cuerpo. —Advertida estás. Viajé mucho por esto, tomo el bolso y salgo, sabiendo que me espera un largo camino por recorrer, y que con suerte, llegaré a tiempo en la mañana al hospital, para pagar el tratamiento de mi madre. Camino con las amenazas a cuestas y con las dudas, sintiendo que alguien me observa. Solo espero que no sea demasiado tarde para mamá.MEGANLa vida no siempre te sonríe, y en mi caso, las nubes grises yacen encima de mi cabeza, salgo de casino con las piernas temblorosas, las manos frías y una amenaza de muerte sobre la espalda. Pedirle dinero prestado a un usurero que resulta ser miembro de la mafia italiana, no es la idea más inteligente, sin embargo, es la salida más fácil si quiero salvar la vida de mi madre. Quien padece de cáncer de hígado, los doctores me han dicho que necesita tratamiento y ver si ya es candidata para un trasplante, lo cual cuesta mucho, dicha cantidad que mantengo dentro de mi bolso, lo abrazo a mí con fuerza. Hace unos meses apenas me gradué de Administración Hotelera, buscar un trabajo resulta difícil, más con los tiempos, pero no me rindo. Anoche, mamá tuvo una caída, la traje al hospital, el doctor mencionó que ya era necesario tener que iniciar con el tratamiento. Doy un paso adelante con la intención de subir las escaleras, cuando siento un tirón en el brazo, luego mi bolso desapar
BRANDONHa sido un mal día, la cara de la rubia de ojos grises que me encontré por desgracia, a las afueras del hospital, no sale de mi cabeza, la ayudé, cosa que no debía, porque ahora tengo encima un retraso de más de media hora, el tráfico no ayuda y mi genio se amarga con lo sucedido. Todavía que le ayudo a recuperar su bolso, me tacha de ladrón, cuando la necesidad no la tengo encima. Creo que la gente debería aprender un poco más de modales, le di mi tarjeta porque era la única manera segura de que me dejaría en paz. Cuando veo que la avenida está libre, ordeno al chófer que pise el acelerador y vaya lo más rápido posible, él sigue al pie de la letra mis instrucciones y respiro hondo. Dios, nadie me había hecho pasar tal vergüenza, solo espero que ninguno haya grabado un video y que menos me reconozca. Comienzo a desesperarme, cuando mi móvil suena, y el nombre de mi hermano mayor resplandece en la pantalla. —¿Dónde estás? —me reclama en cuanto atiendo. —Voy en camino —res
MEGANHago un segundo intento, son las ocho de la noche, tal y como me dijo el sujeto, que por el nombre que viene en la tarjeta ahora sé que se llama Brandon Lewis, le he llamado al número privado que viene marcado, pero no me responde y comienzo a sentirme nerviosa. Respiro hondo, vuelvo a llamar, obteniendo el mismo resultado inicial, nada, solo silencio al otro lado de la línea, lo investigué en Internet, es un famoso empresario, su familia es multimillonaria, son dueños de la mejor cadena hotelera del país, lo que resulta irónico debido a mi carrera. —Una vez más —me digo a mí misma. Las manos se me congelan, y justo cuando estoy a nada de rendirme, atiende. —Brandon Lewis —habla en un tono más relajado, e incluso carismático—. ¿En qué lo puedo ayudar? —Hola —carraspeo—. Soy Megan… la chica a la que le dio su tarjeta a las afueras del hospital, esta mañana. Hay un breve silencio al otro lado de la línea. —Tú —espeta con dureza y mi corazón se me acelera—. No me vuelvas a
MEGANPara cuando logro llegar al trabajo, ya nada puede ir peor, o al menos eso es lo que pienso, ya que cuando entro, el ambiente hostil me aturde, el gerente levanta la mirada con el sonido de la campana sobre la puerta y frunce el ceño. Se cruza de brazos, sus ojos me lanzan dagas de fuego. —Dejaste el lugar solo —asevera—. Pudieron habernos robado. —Lo siento —susurro.El agua de la lluvia corre por mi frente y tomo una bocanada de aire.—No volverá a ocurrir —le prometo. —Claro que no —dice—. Porque estás despedida. Abro los ojos como platos. —No, por favor, fue un error, es mi primer día, lo siento —balbuceo con el corazón acelerado—. No puedo perder este trabajo, por favor, trabajaré horas extras de ser necesario. —No, estás despedida, no quiero verte de nuevo por aquí —espeta con firmeza, aplastando mis esperanzas. Las manos se me congelan, las manos me tiemblan y siento que el aire se comprime en mis pulmones. —Por favor —suplico de nuevo—. Mi madre está enferma y
BRANDON La imagen de mi tía, permanece anclado en mi memoria, despierto en medio de la noche luego de tener varias pesadillas, donde la protagonista es Megan Evans, la chica me acusó de ladrón, y cuando amanece, estoy de un humor amargo. Le llamo a Elisa, mi asistente personal, para avisar que es posible que no vaya a la empresa, sé que he dejado de lado algunas de mis obligaciones, pero procuro resolverlas a tiempo. Subo al auto y me dirijo al hospital, visitar al abuelo es la mejor opción, más, cuando siento que he perdido la razón. Piso el acelerador, apago mi móvil, sé que en cuanto mi madre se dé cuenta de mi ausencia en la empresa, comenzará a hacer un drama como le gusta. No tardo en llegar al hospital, los nervios y la sensación de escalofríos desde que vi la foto de mi tía, siguen recorriendo mi cuerpo. Me voy a recepción, una enfermera me lleva a la nueva habitación del abuelo, y en cuanto entro, todo se nubla, en especial porque ver a mi abuelo tendido sobre una cam
MEGAN UNA HORA ANTES Me siento cansada, mucho más que ayer u otros días. Muevo el cuello con estrés y sigo buscando en el periódico, en internet y en anuncios, un empleo, es increíble como no me puedan dar uno, con la carrera que tengo, soy administradora hotelera, pero cuando voy a entrevistas a solicitar un puesto, me miran mal, me dicen que no, por la falta de experiencia. El tiempo no es mi aliado, y es por ello que me veo obligada a buscar cualquier empleo, mientras, para salir de mis problemas, ya luego arreglaré las cosas para solicitar uno que esté a la altura de mis capacidades. Reviso, anoto, llamo, hago citas, el tiempo se me pasa volando hasta que dan las nueve de la mañana, me sirvo una taza de café, y estoy a nada de volver con lo mío, cuando llaman a la puerta. Me quedo quieta por un segundo, tratando de procesar lo que está pasando, ya que llevo 21 años viviendo aquí con mamá, y jamás, nadie nos ha visitado, voy bien con el pago de la renta, por lo que a la in
BRANDON Detallo cada uno de sus rasgos, sigo pensando que es una locura que esté haciendo esto, pero me recuerdo que es por el bien del abuelo, así que le corto un poco de su cabello, lo meto a una bolsa de plástico y decido irme, no sin antes tomarle una foto de perfil para luego compararla con la de mi tía Erika, pero Megan murmura algo que me detiene, acerco mi oído a su boca, para tratar de entender. —Mamá… —susurra. — Una de las enfermeras me avisó que su madre había muerto, al parecer todo lo que dijo, era verdad. Por un momento pensé que se trataba de una mujer que solo buscaba dinero fácil. Sigo mirándola, no es la mujer más hermosa que haya visto en la vida, su belleza es peculiar, tomo una bocanada de aire justo cuando la puerta se abre. —Señor, no puede estar aquí —la voz de una enfermera, rompe el encanto y aparto la mirada de Megan. —Soy su amigo —miento. La mujer relaja su cuerpo. —Ya veo. —¿Qué tiene? —pregunto solo para aparentar. —Al parecer un poco d
NARRADOR OMNISCIENTEMientras Alejandro Lewis, la cabeza de la familia y el único pilar sólido que les queda, lucha por su vida en una habitación de hospital, a unos cuantos kilómetros de distancia, se encuentra Lena Lewis, la madre de Gabriel y Brandon, en su oficina, revisando un par de documentos que ella considera como importantes. No aparta la vista, ni siquiera cuando su hijo mayor entra, se percata de su presencia, pero solo eso, no le importa nada más. —Madre —le llama Gabriel. Esta le hace un gesto de mano, dándole a entender que tome asiento delante de ella, Gabriel lo hace, está acostumbrado al trato de su madre, la ama, pero sabe que es mala, lo supo desde qué era un niño, y vio cómo una noche, golpeaba a su hermano menor; Brandon, con un fuete caliente, en la espalda, todo porque en aquel entonces quiso seguir a su padre cuando este discutió con ella, hizo las maletas y se marchó. Un suceso que se ha guardado todos estos años para él mismo, por esa razón, nunca cuest