No llegamos solos a la casa, tres niñas, las mismas que me ayudaron con la decoración navideña y que no recordaba sus nombres, venían corriendo detrás del animal donde Ensuan me subió con mi poca fuerza debido al ahogo, más los sucesos de la mañana. Dejé que me rodeara con los brazos y cabalgara. Llegando me bajó con cuidado, no era uno de los caballos más grandes, así que casi me lancé para que me atajara y como si yo no pesara nada me metió a la casa con las tres niñas atrás. A ellas no había que decirles nada, eran niñas muy maduras y en silencio, interrumpido en ocasiones por la tos de uno de nosotros, acompañaban. También en silencio Ensuan me llevó al cuarto e intentó recostarme.
–Necesito bañarme antes. –Le dije deteniéndole la mano que tenía cerca.
–Está
La sala de nuestra pequeña casa quedó en silencio. Adentro, en la recámara estaba Yvonne con mamá y la doctora.Fui de una vez por una cerveza y la bebí de a tiro, en todo el día no había comido nada y la poca agua que tomé no calmaba lo tan deshidratado que estaba. Fracasé en la mañana llevando a Yvonne al pueblo y no solamente por el encuentro con Ayarit, también como la traté con respecto a su familia y su hermano. A medida que pasaron los días desde su llegada, por nuestras charlas descubrí que había sido capaz de conseguir muchas cosas por sí sola y ser independiente, tanto así que decidió darle la espalda a sus costumbres y venir aquí conmigo, arriesgarse a lo desconocido porque podía resolver las cosas por sí mismas y una de esas cosas resulté ser yo.Me avergonzaba recordar lo ale
Abrí los ojos aliviada. La luz de la mesita de noche a mi derecha estaba encendida y él se encontraba de pié junto a la ventana con una taza en la mano. Lo veía de perfil y tal como su madre dijera el día de la boda: era un pan dulce.No me moví para que no me notara, parecía preocupado, sus ojos fijos afuera ¿en qué pensaba? Se volteó y me vio.–Yvonne–Solo se giró a mirarme sosteniendo su taza– ¿cómo te sientes?–Bien.– ¿Tienes hambre?–Un poco.–Te traigo enseguida.Salió dando grandes pasos, me incorporé, arreglé mi cabello, pasé la sábana por mis dientes, saqué el sucio de mis ojos y pasé las manos por mí cutis.Regresó con una bandeja en la mano, la colocó sobre mis piernas y la sola fragancia de la tortilla
El día antes de navidad y sin descanso, desde muy tempranas horas de la mañana había comenzado a llover, lo que dificultó un poco que recogiéramos los escombros del incendio. No había nada que hacer, solo seguir trabajando, lo que pudo haber sido una catástrofe solo resultó un accidente gracias a la intervención de Liborio e Yvonne. Sabía de las ganas que tenían las personas de tener un trabajo pero este comportamiento me desconcertaba. No tenía ni que decirles lo que tenían que hacer, solo hacían, y lo hacían bien. Antes de las nueve los reuní bajo una gran mata de aguacate y les pagué en efectivo. Al día siguiente era navidad y debían comprar todo lo que necesitaran además de lo que ya yo había ordenado que les dieran para su alimentación. Se guardaron el dinero y siguieron con la faena que no era poca. Un grupo de mu
Le sonreí, feliz y coqueta giré frente a él con los brazos arriba.–Dime… ¿te gusto? –Paré para mirarlo y una vez más disfrutar de lo que sus ojos miel me decían, como caer en un abismo donde chocaban los latidos detrás de mis oídos, lo que su expresión despertaba me hacía sentir viva, deseada, nada diminuta frente al universo de mi vida.– ¡Me encanta! –Como un felino al acecho vino hacia mí y rápidamente me acercó por los glúteos sacando un grito de mi garganta. No tardó en pasar su nariz por mi cuello, subir a lamer los ardidos lóbulos de mis orejas y bajar de nuevo con su nariz hasta el inicio de mis senos. Me aferré a sus brazos fuertes, era tan grande que podía estar anclada, sabía que no me dejaría caer–hueles tan bien–ya no tenía sentido para lo que me vest&iacu
Llegué a tiempo para atajarla, vi cómo se encogían sus hombros y abría desmedidamente los ojos. Como si la apagaran por un botón, quedó inerte en mis brazos.– ¿Qué pasó? –mamá llegó a prisa a gritos.–La llevaré a la casa.– ¡No! Recuéstala aquí–me obligó por el brazo y entré con Yvonne sostenida.– ¿Qué pasó señor?–Katy está muerta en la escalera y Yogui no sé.– ¿Qué? –Liborio salió corriendo, minutos antes se dormía en el mismo mueble que yo recostaba a Yvonne. – ¿cómo va a estar muerta Katy, Ensuan?– ¡Lo está mamá!¡Trae alcohol! ¡Yvonne! –le di golpecitos en el rostro pero Yvonne caía en letargos difíciles d
Veía los instantes por cortes.Leo me trajo la caja con los regalos de navidad de Ensuan. Los tomé.Dormí en la cama con ella. En su casa. ¿Dónde durmió él? No sé. Los ojitos de Katy venían a mi memoria y me provocaban el llanto. Apenas desperté pregunté por Yogui, estaba dormido pero bien. Katy como siempre con el movimiento consentido de su cola hacia que la complaciéramos y sí, comió más. Liborio estaba igual de decaído. Leo y Ensuan se perdieron o por lo menos yo no los vi cuando desperté. Isabel estaba tan molesta que se encogió de hombros cuando le pregunté por él. No era el amanecer de navidad que me imaginaba tendría pero así resultaron las cosas y sí como ella decía, esto no era así antes, pues yo era la causa. Hice varias siestas durante la mañana y por fin casi a la u
Encerrada. No pensé que se sentiría encerrada. Yo tampoco a ningún lugar especial asistía, solo al campo, al pueblo a buscar lo necesario, a casa y por supuesto a la policía. Ella estaba con mamá y hablaban sobre todas las cosas que se les ocurría, claro que había un ambiente tenso gracias a lo ocurrido el día de navidad, yo tampoco esperé que algo así pasara, estaríamos todos muertos o muy enfermos pero eso no pasó y si cada vez que ese alguien se lo propusiera le haría daño, pues yo no podía dejarla salir por ahí así nada más.Luego del día de navidad la llamaban hasta cuatro veces al día, debí darle un horario portátil para que supieran cuando era madrugada, cuando media noche, cuando cenábamos y cuando estábamos en la ducha. Si no era su hermano era su cuñado que no había aprendid
Corrí al interior de la casa. Casi no podía respirar, impresión, vergüenza de lo que yo significaba ahora, pena por tener que quedarme ahí, celos, ganas de llorar y todas aquellas palabras que se repetían en mi cabeza en un portugués herido.Fui directo al cuarto, ahí no podía quedarme, o debía hacerlo, no, tenía que alejarme de Ensuan, por días lo había estado observando y algo de culpa había en él porque de otro modo ese beso no hubiese sucedido. Su boca que era mi boca besada por otra, y no cualquier otra, su antigua novia, alguien con quien guardaba recuerdos que yo en apenas semanas no superaría.–Yvonne. –Su voz podía quebrar todas mis fuerzas y hasta las ganas de irme. Me detuve en lo que hacía, abrir mi maleta sobre la cama. Lo miré y si bien no pude evitar que salieran las lágrimas, no gemí. &n