—Alma… —murmuró Monteiro un poco asustado. —¿Estás segura de lo que nos estás pidiendo? Tú misma viste lo que le pasó a Christian en Cosenza.—Es justo por eso que lo solicito. Tengo demasiado dentro de mí que no pude sacar con Ocampo, pero quizás pueda hacerlo con ustedes y debe ser antes de hablar con Christian.Ellos quedaron en silencio siendo los rostros de Enrique y Monteiro los que reflejaban duda y temor. Claude, por otra parte, me hizo una señal para que me acercara a él y al hacerlo se levantó igual que los demás viéndome como una araña a su presa.—La última vez te pregunté si estarías dispuesta a tomar el castigo que recibió Christian y contestaste que sí, ahora te pregunto: ¿Todavía lo harías? —sus ojos se veían más oscuros e intimidantes de lo usual, pero no tenía dudas de mi respuesta.—Padre Claude, sé que usted no me daría el mismo castigo que él porque las razones son diferentes, pero confío en que me dará la penitencia pertinente, tan solo le pido que no sea benevol
AlmaDesperté sintiendo un exquisito perfume acompañado de la pesadez en mi lastimado cuerpo, pero al mismo tiempo tenía un enorme vacío que se sentía bien.—Te ves hermosa sonriendo —Claude estaba a mi lado arreglándose, siendo la toalla lo único que lo cubría e inevitablemente me sonrojé… por no decir que me calenté.—Lo siento, no sé en qué momento me quedé dormida.—No te preocupes, igual te dejé descansar en mi cama y con Enrique atendimos tus heridas —me revisó cual doctor, uno muy seductor al que no me importó que repasara sus manos en mi desnudo cuerpo. —No me pongas esa cara o te desayunaré.—Entonces vístete… —murmuré ensanchando nuestras perversas sonrisas, pero fue cuando analicé lo que dijo y caí en cuenta de un pequeño detalle que pasé por alto alterándome. —¿Dijiste que dormí en tu cama? —asintió. —¿Eso quieres decir que… estamos en la casa parroquial…?—Muy inteligente, mi conejita.—Diablos, Christian… —me levanté tan rápido que lastimé mi cuerpo sintiendo la repercus
ChristianSolo fueron minutos en los que ella me desgarró la existencia, días en que Ocampo me abrió los ojos cruelmente, pero Alma, ella llevaba años como muerta en vida cargando demasiadas cosas y aun así tuvo la fuerza para levantarse y seguir adelante cada día, ayudar a Emilio, a Ocampo, fue maestra de escuela viviendo con el doloroso recordatorio de la imagen que ella pudo ver y jamás hizo, se mantuvo sola en su calvario y aun en mi regreso me regaló mil sonrisas y recuerdos que atesoro, pero no pude ser tan fuerte como ella al llorar durante toda su confesión.Me tomó un buen tiempo calmarme entre sus brazos, porque sí, a pesar de abandonarla hace unas noches, ella comprendió acompañándome a asimilar tan difícil noticia hasta que finalmente pude retomar la fuerza para hablar nuevamente.—No entiendo cómo pudiste seguir aquí después de lo vivido.—Porque en el fondo seguía aferrada al pasado, pero no solo al dolor, sino también a la felicidad que viví contigo y creí que quizás al
ChristianNo tuve la fortaleza para vivir cada día transcurrido al recordar la última conversación con Alma, apenas y pude trabajar adecuadamente celebrando cada misa, escuchando las confesiones de los feligreses y atendiendo algunas reuniones en lo que Emilio se ocupaba del trabajo de Alma. En las tardes procuraba cerrar las puertas más temprano de lo usual evitando tantas visitas y así ahogarme nuevamente en mi cama abrazando la cobija que resguardó a mi niña años atrás.Anhelaba tenerlas conmigo y cada que podía dormir soñaba con ellas en cientos de escenarios que me hacían muy feliz, pasaba el embarazo con Alma en vez de estar en la capital, veía nacer a nuestra hija y me enamoraba más de ella por su enorme sonrisa, una tan bella que se iluminaba más con los hermosos ojos azules de su madre, incluso, me vi regresando al pueblo después de ocho años de ausencia encontrándolas juntas y dándome la bienvenida…Quizás habría pasado si nuestra correspondencia no se hubiera perdido y nues
Alma Pronto se hicieron las siete, la hacienda se llenó de gente que iba y venía siendo solo sombras para mí, los dejé hacer conmigo lo pertinente y en automático fui colocando mi vestido cuando ellos terminaron, quedando al final frente al espejo con el mayor desgano del mundo mientras recordaba la noche que pasé con Chris. —Te ves agotada —mi padre ingresó a la habitación, parecía nervioso y al mismo tiempo estaba muy triste. —Me encantaría sonreír, pero hoy no tengo fuerzas para tanto. —Hija, solo es un paso más, solo uno. —Es fácil para ti decirlo, pero no puedo soportarlo, me encantaría huir ya mismo. —Alma… —me abrazó fuerte llorando conmigo. —Perdóname… —Te perdono, tan solo te pido que no me sueltes. —No lo haré, ya lo verás —nos alejamos un poco y a lo lejos escuchamos el grito de Francisca ordenando que nos apresuráramos. Salimos de la hacienda, el fotógrafo nos organizó en diferentes lugares y el flash se disparó múltiples veces cegándome en tan helada mañana que c
Christian—¿Alma? —pregunté por tercera vez sin comprender qué ocurría.—No.—¿Qué…?Manuel y yo quedamos con la misma cara de desconcierto siendo el murmullo de los invitados lo que invadió el lugar, no sabíamos lo que estaba pasando y menos al verla con un semblante oscuro y al mismo tiempo lleno de orgullo.—No me casaré —dijo con mayor firmeza.—¿¡Qué crees que estás haciendo!? —se pronunció Francisca con una ira descomunal.Claudio y Raúl se levantaron quedando alertas de cada movimiento entre ellas ya que Francisca se fue acercando al altar, pero Alma no parecía temerle ni mucho menos emanaba algo negativo contra ella. Extrañamente, Francisco salió con cautela por un lado del salón en lo que Mariana y Karina resguardaban a las niñas siguiéndole el paso.—¿No escuchaste? No me casaré hoy u otro día con Manuel o cualquier otro hombre que te dé la gana de imponerme.—¡Ni creas que me dejarás en ridículo frente a todos!—Eso lo hiciste tú sola —pronunció altiva dando unos pasos haci
Alma —¿Alma? —Raúl y yo escuchamos la puerta siendo Chris quien tocaba. —¡Un momento! —Los dejaré para que hablen a solas —besó mi frente. —Raúl, ¿crees que esto pueda funcionar? —No será fácil a no ser que él renuncie al sacerdocio y aun así tendrían que soportar las habladurías de la gente si se quedan en Andalucía, pero habla primero con él antes de adelantarte a los hechos —él salió dejando ingresar a Chris, susurrándole previamente algo que lo dejó desconcertado. —¿Cómo te encuentras? —Bien, ¿qué te dijo Raúl? —Me agradeció por protegerte. —¿Y cómo estás del brazo? —Bien, aunque prefiero más la medicación de Claude, es más efectiva —reímos por lo bajo, pues es verdad, hasta parece milagrosa con el rápido efecto. —Alma, quiero saber qué pasó, hablé con mi madre, pero ella dijo que lo mejor era preguntártelo directamente. —Será una conversación larga. —Tranquila, no hay nadie más y ya cerré todas las puertas, aunque después debemos ir a declarar y hacer la denuncia por
Alma —No puedo creerlo ¿Acaso esa mujer no tiene límites para tanta maldad? —Me encantaría decirte que sí, pero sería una mentira. —Y respecto a Claudio, ¿mi madre pudo convencerlo de hablar? —Sí, por eso se entregó voluntariamente. Unos días antes de la boda cuando Francisca y Mariela estuvieron más ocupadas con los preparativos después del viaje (ya que ambas fueron con mi padre, Manuel y yo haciéndonos cargo de todas las diligencias sobre los terrenos, deudas y demás), le pedí a mi padre que fuéramos al pueblo a recoger el vestido, solo que no sabía que sería en casa de Sarah siendo esto una gran sorpresa para él. Nos quedamos hablando los tres de toda la situación, él le pidió perdón por varias cosas del pasado y ella también por otras a su vez que le agradeció por mil más, siendo el hecho de haberle dado la oportunidad a Juanca de trabajar con él reconociendo su esfuerzo, una de las que más recalcó. Realmente se veía que aquella vieja amistad se mantuvo latente en silencio,