Christian—¿Alma? —pregunté por tercera vez sin comprender qué ocurría.—No.—¿Qué…?Manuel y yo quedamos con la misma cara de desconcierto siendo el murmullo de los invitados lo que invadió el lugar, no sabíamos lo que estaba pasando y menos al verla con un semblante oscuro y al mismo tiempo lleno de orgullo.—No me casaré —dijo con mayor firmeza.—¿¡Qué crees que estás haciendo!? —se pronunció Francisca con una ira descomunal.Claudio y Raúl se levantaron quedando alertas de cada movimiento entre ellas ya que Francisca se fue acercando al altar, pero Alma no parecía temerle ni mucho menos emanaba algo negativo contra ella. Extrañamente, Francisco salió con cautela por un lado del salón en lo que Mariana y Karina resguardaban a las niñas siguiéndole el paso.—¿No escuchaste? No me casaré hoy u otro día con Manuel o cualquier otro hombre que te dé la gana de imponerme.—¡Ni creas que me dejarás en ridículo frente a todos!—Eso lo hiciste tú sola —pronunció altiva dando unos pasos haci
Alma —¿Alma? —Raúl y yo escuchamos la puerta siendo Chris quien tocaba. —¡Un momento! —Los dejaré para que hablen a solas —besó mi frente. —Raúl, ¿crees que esto pueda funcionar? —No será fácil a no ser que él renuncie al sacerdocio y aun así tendrían que soportar las habladurías de la gente si se quedan en Andalucía, pero habla primero con él antes de adelantarte a los hechos —él salió dejando ingresar a Chris, susurrándole previamente algo que lo dejó desconcertado. —¿Cómo te encuentras? —Bien, ¿qué te dijo Raúl? —Me agradeció por protegerte. —¿Y cómo estás del brazo? —Bien, aunque prefiero más la medicación de Claude, es más efectiva —reímos por lo bajo, pues es verdad, hasta parece milagrosa con el rápido efecto. —Alma, quiero saber qué pasó, hablé con mi madre, pero ella dijo que lo mejor era preguntártelo directamente. —Será una conversación larga. —Tranquila, no hay nadie más y ya cerré todas las puertas, aunque después debemos ir a declarar y hacer la denuncia por
Alma —No puedo creerlo ¿Acaso esa mujer no tiene límites para tanta maldad? —Me encantaría decirte que sí, pero sería una mentira. —Y respecto a Claudio, ¿mi madre pudo convencerlo de hablar? —Sí, por eso se entregó voluntariamente. Unos días antes de la boda cuando Francisca y Mariela estuvieron más ocupadas con los preparativos después del viaje (ya que ambas fueron con mi padre, Manuel y yo haciéndonos cargo de todas las diligencias sobre los terrenos, deudas y demás), le pedí a mi padre que fuéramos al pueblo a recoger el vestido, solo que no sabía que sería en casa de Sarah siendo esto una gran sorpresa para él. Nos quedamos hablando los tres de toda la situación, él le pidió perdón por varias cosas del pasado y ella también por otras a su vez que le agradeció por mil más, siendo el hecho de haberle dado la oportunidad a Juanca de trabajar con él reconociendo su esfuerzo, una de las que más recalcó. Realmente se veía que aquella vieja amistad se mantuvo latente en silencio,
Alma Es increíble ver cómo pasaron nueve años en un abrir y cerrar de ojos, así como también es increíble que hoy pueda estar en el parque frente a la iglesia con mis sobrinas. Nunca me atreví a pisar este lugar con ellas al recordar inevitablemente la fatídica noche en que perdí a mi hija y aun cuando todavía lo hago, ya no es con dolor y resentimiento, sino con paz interior y la felicidad de verlas sonreír mostrándome la imagen que pude tener con mi niña. Estos meses han traído consigo demasiados cambios en las vidas de todos, comenzando con el nacimiento de Felipe; el hijo de Juanca y Lucía, pero no solo él nos trajo felicidad con su llegada, sino que también se le sumó Franco; el hijo de Mariana y Raúl, una sorpresita que se tenían bien guardada ese par. Asimismo, tuvimos despedidas como lo fue el entierro de Mariela, mismo al que no quisieron ir ni sus hijos, pero sí lo hicimos Sarah, Rogelio y yo, no hubo lágrimas, pero al parecer Sarah sí pudo quedar más tranquila al darle e
Christian Cerré la caja y caminé con esta hasta Alma quien seguía inquieta por mi silencio, pero ahora mismo debía hacer algo más importante antes de responder esa pregunta. —Hay algo que nunca me dijiste. —¿Qué? —¿Nuestra hija reposa en algún lugar especial? —Sí. —¿Podrías llevarme? Quiero verla. Fuimos hasta un punto apartado del pueblo al cual no había ido hace mucho, fue el primer lugar al que salimos cuando recién nos hicimos amigos, el cementerio… Alma y yo compartíamos un gusto por este lugar muy particular, porque en vez de verlo como algo triste y negativo, apreciábamos la paz que generaba en las mañanas cuando el sol calentaba esta tierra. Recuerdo que en ocasiones limpiábamos las tumbas más abandonadas o las que algunos vandalizaban por gusto. —Es esta —pronunció quedando frente a una lápida de mármol con flores blancas. —Cuando supe que sería niña debatí mucho sobre el nombre, pero el día que falleció decidí ponerle este. Caminé a paso lento y seguro quedando a su
Dos años después Alma —¿¡Qué!? ¿Cómo es posible si ayer confirmé? —Lo siento, es lo que dice el sistema. —¡Me importa poco, no perderé mi tiempo por un error de ustedes! —Bueno… Si lo desea podemos ofrecerle una noche en el mismo hotel y en el transcurso del día le informaremos cuándo sería su vuelo. —¡Oh! Gracias por su ayuda, menos mal me ofreció otra noche en el hotel —solté sarcástica al borde del colapso. Estaba que lo destrozaba en cualquier segundo. —No quiero otra sorpresa o juro que me escucharán como nunca, es la tercera vez que salen con un contratiempo y no dejaré pasarlo de nuevo. Salí hecha una furia, estaba harta de tanto problema, antes no sé cómo no aniquilé a nadie. Caminé por la zona logrando tranquilizarme hasta encontrar un café que con su solo aroma me atrajo, hice mi pedido y en cuanto di el primer sorbo sentí de nuevo mi hogar, mi familia, aquella que dejé tiempo atrás. Reconozco que a pesar de los contratiempos el viaje ha sido espectacular y este pequeñ
Alma No cabe duda de que esta sorpresa fue la más increíble de todas, claro que me habría encantado tener a nuestras familias con nosotros, pero tener la compañía de los hombres más insólitos que he conocido en mi vida y en el lugar más… bueno, no hay una sola palabra que lo describa, es lo más grato del mundo, en especial cuando tienes un hombre-demonio como Claude dispuesto a hacer tanto a tu favor. —Es increíble cómo te armas los planes de la nada —comenté a Claude en lo que veíamos a los demás a lo lejos hablando con el papa Carruzo y otros sacerdotes. —De la nada no, gatita, todo lo calculo al detalle y manejo el itinerario a mi favor. —¿Y Christian sabía de esto? —Algo así… Digamos que hablamos del tema cuando terminó su periodo depresivo por la separación y él me confesó que estaría dispuesto a estar contigo si la vida le daba otra oportunidad, así que solo te di un tiempo prudente y en cuanto supe que vendrías a Europa me encargué de lo demás. —Pero era imposible que sup
Me encontraba en una silla disfrutando la vista paradisiaca frente a mí, la brisa pasaba suavemente refrescando el caluroso día mientras el sol pegaba con intensidad. El mar acariciaba la arena con cada ola bañando su piel, la misma que prendía la vista de los ojos pecaminosos que tenía a su alrededor. Salió con tal sensualidad del agua, que parecía brillar con cada paso y llegó a la arena moviendo un poco su cabello para retirar el exceso lanzando a su vez una sensual mirada con una pícara sonrisa al ver el deseo en los turistas. Se inclinó tomando sus prendas las cuales vistió lentamente con un serpentino movimiento, todos estaban boquiabiertos disfrutando la escena hasta que ella se giró permitiendo ver con mayor claridad el hábito y seguido, acomodó el rosario en su cuello. Todos quedaron con una incómoda erección, pero tampoco le quitaron la atención de encima al verla caminar hacia mí, la recibí entre mis brazos con un profundo beso acompañado de mis manos en su trasero. Al se