Capítulo 42

—Vaya a descansar señorita Ginebra, nosotras nos encargamos.

Noto como la chica de la silla traga salvia con dificultad y trata de levantarse de su asiento, pero le dije que, la que tenía que descansar era ella, no yo y que no tenía nada de qué preocuparse, que yo le llevaría sus cosas a la señorita Daimaris y sus acompañantes. Nadie en la cocina estuvo de acuerdo, pero estuve tan necia en mi punto, que al final accedieron, además, ellas están demasiado ocupadas con la comida; siempre se me hizo muy extraño que tuviera mucho personal en la cocina teniendo en cuenta que, las únicas personas que había visto aquí eran a Silva y Rafael, además del rey, ahora entiendo mejor porque hay demasiadas mujeres de servicio, cocineras e incluso escoltas.

Una vez que tienen todo listo y puesto en un carrito, me fui a llevarlo; mientras salía de la cocina, pude sentir las miradas de todas esas mujeres sobre mi espalda, es como si me tuvieran lastima y pena. Llegué al jardín y vi que ellas seguían ahí
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