—Vaya a descansar señorita Ginebra, nosotras nos encargamos.Noto como la chica de la silla traga salvia con dificultad y trata de levantarse de su asiento, pero le dije que, la que tenía que descansar era ella, no yo y que no tenía nada de qué preocuparse, que yo le llevaría sus cosas a la señorita Daimaris y sus acompañantes. Nadie en la cocina estuvo de acuerdo, pero estuve tan necia en mi punto, que al final accedieron, además, ellas están demasiado ocupadas con la comida; siempre se me hizo muy extraño que tuviera mucho personal en la cocina teniendo en cuenta que, las únicas personas que había visto aquí eran a Silva y Rafael, además del rey, ahora entiendo mejor porque hay demasiadas mujeres de servicio, cocineras e incluso escoltas.Una vez que tienen todo listo y puesto en un carrito, me fui a llevarlo; mientras salía de la cocina, pude sentir las miradas de todas esas mujeres sobre mi espalda, es como si me tuvieran lastima y pena. Llegué al jardín y vi que ellas seguían ahí
—¿Por qué estaba al servicio de la señorita Daimaris? — Frunce el ceño mientras da un paso atrás.Le impresionó más saber que estaba al servicio de la mujer que en que la conozca, incluso cuando mencioné su nombre, el viejo sonrío de forma amable y negó suavemente con la cabeza, como si hubiera recordado alguna travesura de la mujer siendo niña. Si... definitivamente, en este palacio no hay lugar para mí, es una pena que el rey no lo quiera ver.—Creyó que era una mujer de servicio, así que... si no le molesta, dígale al rey que tiene a otras personas que le hagan compañía, no necesita que vaya— Entro al cuarto y antes de cerrar la puerta por completo, me detengo. —Y dígale por favor, que hoy quiero dormir sola, gracias— Sin esperar su respuesta, cerré la puerta suavemente, poniéndole seguro.Por fin, ahora si voy a poder dormir tranquila ya que he resuelto mis problemas... al menos los de este momento, ya que seguramente tendré más mañana, en especial con mi maestra, que me va a quer
Estando arreglada para dormir, camino hacia la puerta y estoy por ponerle seguro, pero para mi sorpresa, se abre, revelando a otro lado del umbral al rey Alessio, ya tenía rato que no lo veía. Al verme, se hace un poco para atrás, parece que le he tomado de sorpresa, así como él a mí, entra al cuarto y cierra la puerta.—No has ido a desayunar, ni comer ni almorzar, espero que hayas comido algo en el día.—Si— Contesto rápido y sin darle vueltas al asunto. —Que descanse majestad, buenas noches.Me doy media vuelta y camino hacia la cama, pero Alessio me toma del brazo y me acerca a él, su dedo índice recorre el contorno de mi rostro con suavidad, acerca sus labios a los míos, pero enseguida me alejo, poniendo mis manos sobre su pecho, doy unos pasos atrás y acomodo mi ropa.—Si no le importa, prefiero dormir sola esta noche, pero si desea quedarse, entonces dormiré en el sillón.—Ginebra— Murmura con pesar, volviendo a acercarse. —¿Sucede algo? Anoche igual querías dormir sola.—No su
No me siento muy satisfecha con el resultado, pero ya es tarde como para que regrese y exija que me cambien, en especial porque se han esmerado mucho en su trabajo y sería muy descortés que yo les haga eso. Mi reflejo me da bastante pena, así que decido irme a la sala de fiestas.Apenas llego, me siento tan mareada al ver a tantas personas aquí reunidas, todas con ropa muy elegante, su forma de hablar incluso de caminar es tan sofisticado, que no me siento a la altura; como extraño a mi vaca y mis siestas en el heno. Camino entre la multitud y puedo sentir sus miradas sobre mí, incluso creo que he visto a algunos señalarme y reírse ¿Será que se está burlando de mí? Espero que no, ya que todo debe ser perfecto.Un hombre grita a todo pulmón la presencia del rey, que desciende de unas enormes escaleras, todos aplauden al verlo, como siempre, Alessio está perfectamente arreglado y muy bien peinado, mis dedos enseguida se posan sobre el collar que cuelga sobre mi cuello, bajo la mirada y
No pude resistirlo más y me puse a llorar, me siento tan mal en estos momentos, la presión está acabando conmigo. Detengo mi llanto cuando escucho unas pisadas a mis espaldas, enseguida miré por encima de mi hombro y vi una armadura reluciendo bajo los rayos de la luna.—Señorita Ginebra, que.... ¿Qué hace aquí? Usted debería estar en la fiesta, hoy se compromete con el rey— Se acerca a mí a paso apresurado y extendiendo su mano en mi dirección. —Acompáñeme por favor, la llevaré al palacio.Sequé mis lágrimas y le sonreí débilmente, le dije que estaba bien, que no tenía nada de qué preocuparse, regresé la vista al frente y me dejé llevar una vez más por mis emociones, al darse cuenta de mi estado, Darius se acercó a mí y se sentó a mi lado.—Bueno, supongo que.... podemos esperar un momento.—Por cierto ¿Qué hace usted aquí, Sir Darius? ¿No debería estar igual en la fiesta?—El rey me pidió que hiciera una ronda antes de ir a la fiesta y ya iba de regreso.Nos quedamos en silencio por
—Majestad, buenos días— Bosteza con pereza mientras se estira. —Me alegro que haya venido.—¿Qué haces aquí? Puedo notar que no has regresado a tu cuarto en toda la noche.—En efecto, majestad— Estira su espalda con mucha flojera, parece que se ha dormido encorvado. —He estado aquí cuidando de la señorita Ginebra.Escuchar esto me llena de alivio, me señala con su dedo la dirección en donde se encuentra mi amada Ginebra, sin perder tiempo, me encamino en su dirección, pero él se interpone en mi camino, diciéndome que tiene algo importante que decirme.—¿Qué es? Tengo que ver a mi Ginebra.—Majestad, entiendo su apuro por cerciorarse de que ella se encuentre bien, pero, debe escuchar lo que tengo que decir, por favor.Darius me dice lo que ocurrió anoche y de lo mal que se veía Ginebra, que incluso se tiró al barranco y que no dejó de llorar toda la noche, ahora entiendo mejor porque me sentía tan mal hasta altas horas de la noche. Hacia siglos que no derramaba ni una lágrima de triste
Una vez que he terminado de dar mis órdenes, todos se fueron, menos las sirvientas que estaban al cuidado de mi mujer, les pregunté porque no me habían dicho nada, una de ellas, la más joven, me dijo que había recibido órdenes mías de que estuviera disponible para todo lo que se ofreciera para la fiesta, me gire hacia mi Beta, esperando alguna respuesta por parte de él, ya que es quien da las ordenes a las sirvientas de acuerdo a mis exigencias, Rafael enseguida dijo que no, que él sabía que ellas están al servicio de Ginebra y que no debía molestarlas. Les dije que, a partir de ahora, van a recibir órdenes directas mías o de mi mujer y que será la última vez que se separen de ella. Con las cosas aclaradas, entramos los cuatro a la habitación, Rafael pone los papeles sobre la mesa, estoy por sentarme a revisarlos y veo como Ginny se sienta en la cama.Me acerco a ella, pero luego apoya su frente hacia adelante, la observo por unos instantes y luego escucho como suelta un quejido de fl
Con su ayuda y de mi otra sirvienta, caminamos por los pasillos a paso apresurado, me he tenido que poner un calzado cómodo para poder correr por los largos corredores, la modista trae agarrados mis zapatos que debo usar. Apenas llegamos a la entrada de la sala de fiestas, ella me ayuda a cambiarme los zapatos para después desearme suerte y meterme a leves empujes a la sala.Una vez más, me siento mareada al ver a tantas personas y otra vez, me miran con mucha atención... me siento extraña y rara cuando la gente se me queda viendo de esta forma, espero que no se burlen de mí, no podría soportarlo. Tomo la falda de mi vestido y empiezo a caminar por el lugar, esperando ver a alguien conocido con quien hablar, incluso me serviría ver a la señorita Silva. Al no ver a nadie familiar, ni siquiera a mis padres, decido quedarme parada cerca de la pista de baile, mirando con atención el lugar vacío e imaginándome como seria bailar el vals con el rey.Igual que ayer, cuando anuncian su llegada