Capítulo 101

—¡No quería que empezaras! Tu ego inflado tenía que demostrar el “Soy un hombre grande y fuerte, y tú solo una débil mujercita”.

—¿Eso crees? Bueno, quizás también ha demostrado otra cosa, que no luchas solo para alejarme de mis hijos, Daniela. ¡Luchas contra ti misma!

—¡Eso es ridículo! —rio con desdén.

—Piénsalo. Recuerda cómo negaste que soy el padre de Lucas. En cómo reniegas de lo que sentiste aquella noche en Brasil. Tú estabas allí. Participaste —dijo brutalmente—. Y ahora estás luchando contra el hecho de que no eres inmune a mí.

—¡Estás loco!

Él se volvió a cercar de súbito y la besó. Ella se rindió con un suspiro abrazándolo por el cuello. Juan Carlos la besó con desesperación como un sediento, bebiendo agua, acariciando su espalda y su cintura. Cuando beso su cuello. Ella echó su cuello hacia atrás y gimió.

—¡Juan! ¡Mi Juan!...

La volvió a soltar de repente y le dijo.

—Ese Juan ya no está aquí— y la miró con arrogancia—Solo quedo yo.

A ella se le nublaron los ojos de lágrim
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