Sofía sonrió con ironía al ver a Camila porque ella sabía perfectamente quién era ella, por qué dos horas antes Fernanda le informó dónde y con quién iba a estar Juan Carlos. —¡Claro tu amiga! ¿Por qué, que otra cosa podría ser? ¿Verdad? Camila le lanzó una mirada asesina porque Sofía le metió el dedo en la llaga, por qué, si de algo estaba ella consiente, era de su apariencia, no era hermosa, pero si atractiva, y le gustaba vestirse con elegancia y sofisticación cómo se esperaba de una mujer que provenía de una de las familias más prestigiosas del país. Y miró a Sofía con desprecio. Sofía miró su reloj de pulsera y le dijo. —Juan Carlos, ¿No deberías estar viajando para asistir al compromiso que tienes hoy? Estoy segura de que tu amiga comprenderá. Camila lo miró con el ceño fruncido y le preguntó. —¿Cuál compromiso? —Algo personal.—dijo Juan Carlos incómodo. Sergio llegó en ese instante y le preguntó a Sofía. —¿Cariño porque te has tardado?...—luego notó a Juan Carlos y lo s
—¡Claro, no se va a volver a repetir! Tenías al pobre Lucas esperando ansioso por ti. Recuerda que Lucas aún no sabes que eres su verdadero padre y me imagino que tú y Daniela le dirán la verdad cuando sea más grande para entender. Pero el tiempo que vivieron juntos en el pent-house, Lucas te tomó mucho cariño. Eres el único padre que ha tenido, porque cuando Víctor Manuel murió apenas era un bebé.—Yo adoro a mis hijos, incluso a Frida a la que acabo de conocer. Siempre voy a estar a su lado, a pesar de la situación que existe entre Daniela y yo.—Está bien—dijo mirando su reloj—Si no quieres volver a cometer ese error, ¿No debería estar saliendo para Maracay en este momento? En vez de estar perdiendo el tiempo, primero con tu psicóloga y ahora con nosotros.—No es necesario que me lo recuerdes, porque ya me puse de acuerdo con Daniela sobre la hora que voy a estar en su departamento y todavía estoy a tiempo.—Me parece perfecto—le dijo Sofía sonriendo con satisfacción.—¿Te vas a qu
Pero ella no se consideraba una mujer seductora, estaba acostumbrada a que la pretendieran. De repente sonó el timbre y se sobresaltó y el corazón le pulsó rápido. Respiró profundo tratando de calmarse, fue a la cocina apresurada a beber un vaso de agua, mientras el timbre sonaba de nuevo. Se dirigió apresurada a la puerta, arreglándose el peinado y el vestido. Observó por la mirilla y era Juan Carlos. Abrió la puerta decidida y al ver la expresión de sorpresa de él mirándola de arriba abajo, ella exclamó con tono de decepción. —¡Ah! Eres tú —le dio la espalda y regreso a la sala a esculcar su pequeño bolso negro. Juan Carlos irritado, le preguntó. —Que significa eso de "¡Ah! Eres tú" —Tengo una cita, ¿Viniste a decirme algo? Juan molesto le respondió. —¡Como que tienes una cita! ¡¿Se te olvida que hoy es mi visita de fin de semana?!... Daniela fingió sorpresa y le exclamó. —¡Ay, Juan! ¡De verdad se me olvidó que tú vendrías! Es que nos pusimos de acuerdo hace varios días y con
Daniela le dedicó una esplendorosa sonrisa y Juan Carlos le saltó el corazón. —Entonces déjame poner la mesa... —¿Te ayudo? —Claro, me encantaría. Entre los dos acomodaron la mesa en silencio. Y se sentaron uno al lado del otro, y hasta Juan Carlos llegó el aroma del perfume, que él le regaló tiempo atrás, que combinado con su aroma natural siempre fue un afrodisíaco para él. De repente, Juan Carlos sintió una erección y agradeció estar cubierto con la mesa. "¡Diantres! ¿Por qué se puso ese perfume?" —pensó tratando de controlarse. Daniela para acabar con el incómodo silencio le preguntó. —¿Dolió mucho? —¿Qué cosa?—preguntó distraído. —La recuperación de tu operación en el rostro. Él, sorprendido por la pregunta, le respondió. —Pues si, cómo toda operación, la recuperación es dolorosa... Pero me recetaron analgésicos... —¿Te sientes feliz ahora que recuperaste tu rostro y tu vida? "Dejándome atrás"—pensó ella. —No sabría decirte, supongo que sí... —¿Cómo puedes supone
—¡Un momento! ¿Por qué parar? Ya alcancé la cuarta parte de tu récord... —Juan admítelo, no vas a lograr en una noche lo que yo conseguí en dos años... —¿En dos años? ¡Ja! Te das cuenta de que podría acabar con tu récord en unos días... Daniela puso los ojos en blanco. —Admítelo nena, soy el mejor. Daniela sonrío porque era la segunda vez que le decía nena, se veía más relajado, volviendo a ser el Juan de siempre. —No voy a admitir nada, hasta que te vea superar mi récord. Pero puedes regresar otro día a intentarlo. —Ok, regresaré. ¿Me estás pidiendo que me vaya?—dijo mirándola de arriba abajo. —Yo no he dicho eso. —Ganaste la apuesta, ¿Que es lo que quieres? Daniela se quitó las sandalias y le dijo mirándolo a los ojos. —Que te bañes conmigo en la bañera—ella se dio la vuelta, no sin antes ver la sorpresa en sus ojos, luego se dirigió a su habitación, cuando llegó al baño se desnudó y se metió en la bañera que ya había preparado con antelación con velas, aceite de canela, p
Juan Carlos, inmóvil bajo la ducha, dejaba que el agua cayera sobre él. "Durante unos breves y maravillosos minutos había creído que por fin sería feliz. Había imaginado un futuro dorado, en vez de sombrío. Pero ahora me alegro de no haber tenido la oportunidad de decirle a Daniela lo que siento, por lo menos me he librado de esa humillación final. ¿Qué le diría? Que me he dado cuenta de que era inocente, porque no ha tenido relaciones sexuales con nadie. Se enojaría y me mandaría al diablo. Ella me suplicó que le creyera y yo nunca la escuché. Si era inocente, tenía motivos suficientes para odiarme, pero si embargo buscó un acercamiento. Pero solo porque el imbécil la plantó." La imagen de Daniela y de Raúl juntos le vino a la mente, no por primera vez, y de pronto lo invadieron unos celos insoportables. Dio un puñetazo contra la pared, haciendo que la mampara vibrase, y entonces oyó un ligero ruido tras él. Antes de que pudiera darse la vuelta, dos manos temblorosas le rodearon la
—Lo que desees, por darte gusto. Ella no se refería a que lo hiciera de inmediato, pero resultaba obvio que él comprendió eso. Esa vez fue tan maravilloso como ella recordaba; gentil y tierno al principio, y luego dominado por una voraz pasión que los llevó de nuevo a las alturas de la excitación sensual. Hicieron el amor de nuevo. Su departamento quedó lleno de suspiros y gemidos. No supieron en qué momento terminaron con los cuerpos entrelazados, entre las sábanas de su cama, ni cuando perdieron la conciencia ante el sueño y el agotamiento. No corrieron las cortinas y por la mañana, el sol entró por la ventana e iluminó el rostro de Daniela, despertándola. El brillo dorado cubrió su cuerpo y su mente y permaneció quieta por unos minutos, recordando la noche anterior, al sentir un brazo de él rodearle la cintura, sonrió mientras daba gracias por el milagro que los unió. Juan Carlos todavía dormía. Daniela se levantó con cuidado de la cama y fue a cerrar las cortinas, temerosa de
La señora Castillo se sintió evidentemente complacida por su extravagante, pero obviamente sincero elogio de su cocina. —Soy muy afortunada, porque a todos mis hijos, los he enseñado a cocinar. —Bueno, espero que algún día me enseñe a mí también, hasta ahora solo me considero ayudante de cocina. Experiencia que obtuve cuando su hija me obligaba a cortar cebolla, ajo y perejil.—le dijo divertido. Daniela se sonrió. —Te advierto algo, las mujeres de esta familia cuando se adueñan de la cocina, los hombres siempre terminamos de ayudante.—le dijo Óscar. Todos se rieron. Daniela reconoció que Juan Carlos estaban tan a gusto con su familia. La mañana de un cielo azul pasó a una tarde con un sol brillante, dónde terminaron en el patio de los Castillo, asando parrilla. La señora pidió a Óscar que le sacará la piscina inflable a los niños y Lucas salió corriendo con entusiasmo a ponerse su traje de baño. Mientras Daniela ayudaba a su padre con la carne. Juan Carlos estuvo a la sombra de