—Explícate mejor porque ya saqué más de cuatro conclusiones precipitadas —pidió tomando asiento en un taburete.
Mi sospechosa principal siempre fue Juliana desde el momento en que Fausto nos habló de unas rubias comprándole escopolamina. Solo pensé en ella o en Destine, y ahora que Destine estaba casi descartada para mí, nada más quedaba Juliana teniendo claramente motivos para asesinar a ese par.
Con lo que dijo el abogado de los Geldof era suficiente para poder responder la mayor parte de mis dudas. Tal vez era la palabra del rubio contra la del señor Phillips, tal vez sus palabras no fueron tipo «no se preocupe, nadie va a meterlos a la cárcel por cometer un asesinato», pero me servía para contárselo a Terry y enfocarnos en Juliana.
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Odiaba la idea de dejar a la morena sola con todo el revuelco de emociones que probablemente estaba experimentando, pero entendía por completo su decisión. A veces, estar solos nos sana y también nos destruye, sin embargo, estaba segura que Clover podía sanarse sola. Desde que nos conocemos me ha demostrado que esa es la única forma en la que ella podía sanar un corazón roto.Minutos más tarde, me encontraba en el auto dirigiéndome al Centro de Investigaciones. Era domingo y absolutamente todos los agentes estaban trabajando, pero Sage no, Sage tuvo que quedarse con el día libre porque es una asistente y así lo establecía la ley.Sí, hablé de mí en tercera persona.Sin embargo, a mí gustaba desafiar a las autoridades así que para mí no había día de descanso, solo flexibilidad para enfocarme en otras cosas de mi vida
— ¿Por qué estás así? —inquirí, extrañada por la actitud del agente.—Mi bebé va a nacer —contestó con la voz temblorosa de la emoción—. Mi bebé va a nacer y yo estoy aquí.— ¿Y qué haces aquí? Ve con tu esposa —le exigí, suponiendo que su mujer quisiera tenerlo a su lado.—Es que... estoy nervioso y cuando estoy nervioso no pienso y no sé qué hacer —habló casi atropellando las palabras.—Primero, relájate —tomé sus hombros—. Estás a punto de ser padre y estoy segura de que tu esposa te necesita.—Ally va a matarme —susurró, ahora asustado—. ¡Ally va a matarme si no llego!— ¡Respira! —lo sacudí un poco. El timbrazo del ascensor cuando abre sus puertas me hizo darme cuent
—Repítelo una vez más —pidió Terry tomando asiento en su silla.—Owen, mi amigo, trabaja en el buffet de abogados donde también trabaja el señor Phillips, el abogado de la familia de Juliana, y escuchó una conversación del señor Phillips con el papá de Juliana que decía que no se preocupara, que la policía ya no los fastidiaría más —repetí con lentitud para que Burns pudiese entenderlo.Pasó una mano por su barbilla para luego mirarme con severidad.—Y confías en este sujeto... Owen —dijo como una afirmación, pero sabía que lo que quería era que yo se lo confirmara otra vez.—Sí, confío en él porque Owen no tiene idea de lo que acaba de hacer —aseguré—. Me lo contó porque te nombraron a ti y al comisario en conversaciones previas.
Al entrar, el lugar estaba oscuro, apagado, incluso el aire acondicionado lo estaba. Era como si la muerte de Ford se hubiese llevado todo lo que iluminaba ese lugar. Estaba muy diferente a cuando el día de su cumpleaños; ese día las luces estaban brillantes, el ambiente era cálido, prestigioso y, sin duda, elegante. Ahora se veía triste, vacío, tenso, había tanta tensión que me asustaba.Subí por las escaleras de espiral paseando mis dedos por el barandal negro que me pareció tan hermoso en aquella noche. Tras llegar al segundo piso, noté el interruptor en la pared a mi izquierda así que lo presioné como una persona normal, pero este no hizo nada.—Quizás los fusibles estén dañados —susurré a la nada.No había visto est
Las puertas del ascensor se abrieron dejándome ver a varios oficiales y agentes aglomerados. Estaban alrededor de alguien que no pude distinguir y la verdad es que la escena se me asimiló bastante a cuando había una pelea en el colegio y todos querían ver.Con el ceño fruncido y sin entender nada de lo que veían mis ojitos, avancé abriéndome paso entre las personas. Cuando al fin logré llegar al centro, vi lo que ni en mil vidas podría imaginar.George Hicks con la cabeza baja y con los hombros totalmente caídos siendo arrestado por dos oficiales. Se veía derrotado. No podía creer lo que estaba viendo, no podía creer ni mucho menos entender la razón por la que lo estaban arrestando. Hace una hora estaba saltando de emoción por el nacimiento de su hija y ahora estaba con los ojos
—Esa caja ponla allá —le dije a uno de los trabajadores de la mudanza. Tambaleó un poco haciendo que un grito saliera de mi boca—. ¡Con cuidado!Después de salir del CI, llamé a mi mamá para contarle sobre el nuevo apartamento, ella creyó que debía quedarme en otro lugar, uno más grande y en una zona mejor, pero me negué diciéndole que me sentía cómoda con el lugar, ella aceptó y fue al siguiente punto. Me envió el número de la compañía de mudanza en la que confiábamos, me dijo que ya estaba pago así que solo debía decirles a dónde iban las cosas y qué me llevaría exactamente.No creerán si les digo que el apartamento no venía incluido con camas. Así que tuve que traerme la mía además de mis televisores, mi cafetera y toda mi comida. Podía compra
—Ohm... —emití tontamente sin reaccionar—. ¿Qué?— ¿Te gustan? —señaló sus tatuajes.—Ohm... no, no sé de qué hablas —me encogí de hombros.—Entiendo que te gusten, Zedd hizo un trabajo increíble —los miró por unos segundos y luego fijó sus ojos en los míos—. Quieres saber qué significan, ¿verdad?Sí.—No.—De todas formas, lo explicaré —ignoró mi decisión—. La rosa me la tatué cuando cumplí los veinte, era el aniversario de la muerte de mi madre y quería hacer algo especial para ella.¿Por qué será que es lindo ver que un hombre trate bien a su mamá?—El lobo es por mi papá y mi hermano, la rosa vendría siendo mi mamá &md
Seré sincera, quería ese beso.No sabía que lo quería, pero lo quería. El olor a su perfume era ligero y cautivaba a cualquier mujer que sentía debilidad por los perfumes masculinos —o sea todas—, además de que su mandíbula se había tensado marcándose más de lo normal, haciéndolo ver incluso más atractivo que antes. Su ropa seguía húmeda y me estaba comenzando a humedecer la mía, de hecho, había un muy leve y agradable olor a lluvia.—Kade...—Si no quieres, haré como si esto no sucedió —susurró intercambiando la mirada entre mis ojos y mis labios—. Entenderé perfectamente.Ese es el punto, sí quiero.—Creo que es muy pronto —confesé.—Está bien —asintió, dejando una sonrisa pequeña. Se separ&oa