—Repítelo una vez más —pidió Terry tomando asiento en su silla.
—Owen, mi amigo, trabaja en el buffet de abogados donde también trabaja el señor Phillips, el abogado de la familia de Juliana, y escuchó una conversación del señor Phillips con el papá de Juliana que decía que no se preocupara, que la policía ya no los fastidiaría más —repetí con lentitud para que Burns pudiese entenderlo.
Pasó una mano por su barbilla para luego mirarme con severidad.
—Y confías en este sujeto... Owen —dijo como una afirmación, pero sabía que lo que quería era que yo se lo confirmara otra vez.
—Sí, confío en él porque Owen no tiene idea de lo que acaba de hacer —aseguré—. Me lo contó porque te nombraron a ti y al comisario en conversaciones previas.
Al entrar, el lugar estaba oscuro, apagado, incluso el aire acondicionado lo estaba. Era como si la muerte de Ford se hubiese llevado todo lo que iluminaba ese lugar. Estaba muy diferente a cuando el día de su cumpleaños; ese día las luces estaban brillantes, el ambiente era cálido, prestigioso y, sin duda, elegante. Ahora se veía triste, vacío, tenso, había tanta tensión que me asustaba.Subí por las escaleras de espiral paseando mis dedos por el barandal negro que me pareció tan hermoso en aquella noche. Tras llegar al segundo piso, noté el interruptor en la pared a mi izquierda así que lo presioné como una persona normal, pero este no hizo nada.—Quizás los fusibles estén dañados —susurré a la nada.No había visto est
Las puertas del ascensor se abrieron dejándome ver a varios oficiales y agentes aglomerados. Estaban alrededor de alguien que no pude distinguir y la verdad es que la escena se me asimiló bastante a cuando había una pelea en el colegio y todos querían ver.Con el ceño fruncido y sin entender nada de lo que veían mis ojitos, avancé abriéndome paso entre las personas. Cuando al fin logré llegar al centro, vi lo que ni en mil vidas podría imaginar.George Hicks con la cabeza baja y con los hombros totalmente caídos siendo arrestado por dos oficiales. Se veía derrotado. No podía creer lo que estaba viendo, no podía creer ni mucho menos entender la razón por la que lo estaban arrestando. Hace una hora estaba saltando de emoción por el nacimiento de su hija y ahora estaba con los ojos
—Esa caja ponla allá —le dije a uno de los trabajadores de la mudanza. Tambaleó un poco haciendo que un grito saliera de mi boca—. ¡Con cuidado!Después de salir del CI, llamé a mi mamá para contarle sobre el nuevo apartamento, ella creyó que debía quedarme en otro lugar, uno más grande y en una zona mejor, pero me negué diciéndole que me sentía cómoda con el lugar, ella aceptó y fue al siguiente punto. Me envió el número de la compañía de mudanza en la que confiábamos, me dijo que ya estaba pago así que solo debía decirles a dónde iban las cosas y qué me llevaría exactamente.No creerán si les digo que el apartamento no venía incluido con camas. Así que tuve que traerme la mía además de mis televisores, mi cafetera y toda mi comida. Podía compra
—Ohm... —emití tontamente sin reaccionar—. ¿Qué?— ¿Te gustan? —señaló sus tatuajes.—Ohm... no, no sé de qué hablas —me encogí de hombros.—Entiendo que te gusten, Zedd hizo un trabajo increíble —los miró por unos segundos y luego fijó sus ojos en los míos—. Quieres saber qué significan, ¿verdad?Sí.—No.—De todas formas, lo explicaré —ignoró mi decisión—. La rosa me la tatué cuando cumplí los veinte, era el aniversario de la muerte de mi madre y quería hacer algo especial para ella.¿Por qué será que es lindo ver que un hombre trate bien a su mamá?—El lobo es por mi papá y mi hermano, la rosa vendría siendo mi mamá &md
Seré sincera, quería ese beso.No sabía que lo quería, pero lo quería. El olor a su perfume era ligero y cautivaba a cualquier mujer que sentía debilidad por los perfumes masculinos —o sea todas—, además de que su mandíbula se había tensado marcándose más de lo normal, haciéndolo ver incluso más atractivo que antes. Su ropa seguía húmeda y me estaba comenzando a humedecer la mía, de hecho, había un muy leve y agradable olor a lluvia.—Kade...—Si no quieres, haré como si esto no sucedió —susurró intercambiando la mirada entre mis ojos y mis labios—. Entenderé perfectamente.Ese es el punto, sí quiero.—Creo que es muy pronto —confesé.—Está bien —asintió, dejando una sonrisa pequeña. Se separ&oa
Llevé una cucharada de cereal a mi boca—Ghost no muerdas la alfombra —le reproché al cachorro. El mismo dejó de hacerlo y se sentó—. Buen chico.Mi teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa avisando que alguien me estaba llamando.Llamada entrante.Terry Burns.—Buenos días, jefe —dije al contestar—. ¿Qué tienes para mí?—Los resultados del cabello que encontraste —informó, manteniendo su voz imponente—. Pertenecen a nada más y nada menos que...—Juliana Geldof —completé, conteniendo mi emoción—. La tenemos.—Y también tengo el informe médico —mencionó, dejando pausa para
Lo primero que vi fue una clase de recepción pequeña, había asientos de espera y una mujer sentada en un escritorio atendiendo llamadas.—Sí, señora Veins, la cita está programada para el jueves en la mañana a las diez —dijo con un tono afable. Esperó que la otra persona terminase de hablar para agregar—: Muy bien, adiós.Y colgó.Sus ojos se fijaron en mí al instante, transmitiendo una mezcla de intriga y curiosidad.—Agente Sage Hill, policía de Birdwallace —mostré la placa—, vengo a ver al doctor Daniel Montgomery.—Claro, pase, la estaba esperando —se levantó, planchando su falda de tubo, para luego abrir la puerta que me dirigía al verdadero consultorio del doctor.¿Me estaba esperando? ¿Cómo era eso posible?—Sage Hill —pronunció mi nombre
Saliendo de la clínica, llamé enseguida a Terry para contarle todo lo sucedido con el doctor Montgomery. Cada detalle, cada palabra, no omití absolutamente nada para que mi supervisor estuviese igual de impresionado que yo. Terry compartió mi idea de que el informe no era una evidencia cien por ciento relevante, pero que de todas formas utilizaríamos para probar la inestabilidad de la asesina.La idea en todo eso era ganarnos al jurado en el momento del juicio y así poderle dar justicia a los tres chicos que, de no ser por Juliana, hubiesen tenido una larga y excelente vida por delante.—Necesito que vengas, hay cosas pendientes por aquí —dijo, antes de colgar.La clínica quedaba cerca del Centro de Investigaciones así que no me tardaría mucho en llegar, fue cuesti&o