Seré sincera, quería ese beso.
No sabía que lo quería, pero lo quería. El olor a su perfume era ligero y cautivaba a cualquier mujer que sentía debilidad por los perfumes masculinos —o sea todas—, además de que su mandíbula se había tensado marcándose más de lo normal, haciéndolo ver incluso más atractivo que antes. Su ropa seguía húmeda y me estaba comenzando a humedecer la mía, de hecho, había un muy leve y agradable olor a lluvia.
—Kade...
—Si no quieres, haré como si esto no sucedió —susurró intercambiando la mirada entre mis ojos y mis labios—. Entenderé perfectamente.
Ese es el punto, sí quiero.
—Creo que es muy pronto —confesé.
—Está bien —asintió, dejando una sonrisa pequeña. Se separ&oa
Llevé una cucharada de cereal a mi boca—Ghost no muerdas la alfombra —le reproché al cachorro. El mismo dejó de hacerlo y se sentó—. Buen chico.Mi teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa avisando que alguien me estaba llamando.Llamada entrante.Terry Burns.—Buenos días, jefe —dije al contestar—. ¿Qué tienes para mí?—Los resultados del cabello que encontraste —informó, manteniendo su voz imponente—. Pertenecen a nada más y nada menos que...—Juliana Geldof —completé, conteniendo mi emoción—. La tenemos.—Y también tengo el informe médico —mencionó, dejando pausa para
Lo primero que vi fue una clase de recepción pequeña, había asientos de espera y una mujer sentada en un escritorio atendiendo llamadas.—Sí, señora Veins, la cita está programada para el jueves en la mañana a las diez —dijo con un tono afable. Esperó que la otra persona terminase de hablar para agregar—: Muy bien, adiós.Y colgó.Sus ojos se fijaron en mí al instante, transmitiendo una mezcla de intriga y curiosidad.—Agente Sage Hill, policía de Birdwallace —mostré la placa—, vengo a ver al doctor Daniel Montgomery.—Claro, pase, la estaba esperando —se levantó, planchando su falda de tubo, para luego abrir la puerta que me dirigía al verdadero consultorio del doctor.¿Me estaba esperando? ¿Cómo era eso posible?—Sage Hill —pronunció mi nombre
Saliendo de la clínica, llamé enseguida a Terry para contarle todo lo sucedido con el doctor Montgomery. Cada detalle, cada palabra, no omití absolutamente nada para que mi supervisor estuviese igual de impresionado que yo. Terry compartió mi idea de que el informe no era una evidencia cien por ciento relevante, pero que de todas formas utilizaríamos para probar la inestabilidad de la asesina.La idea en todo eso era ganarnos al jurado en el momento del juicio y así poderle dar justicia a los tres chicos que, de no ser por Juliana, hubiesen tenido una larga y excelente vida por delante.—Necesito que vengas, hay cosas pendientes por aquí —dijo, antes de colgar.La clínica quedaba cerca del Centro de Investigaciones así que no me tardaría mucho en llegar, fue cuesti&o
—Ahora que tenemos todas las evidencias, tenemos testigos, todo el material que inculpa a Juliana —hizo una pausa para generarle suspenso al ambiente—, emitiré una orden de arresto tanto para ella como para el senador, interrogaremos a Juliana y haremos presión a ver si suelta algo sobre Destine.—Su abogado no los dejará hablar —le recordé.—Su abogado está en un juicio en este momento —me informó con un tono malicioso, era el que utilizaba cuando pensaba algo macabro—. Tardará en llegar y para cuándo lo haga, Juliana se habrá roto.Era cruel, no lo negaré, pero así debían ser las cosas. Ella no era una chica común, una chica cualquiera, era una asesina y a los asesinos no se les trataba con gentileza.—Después de eso, convocaré una reunión con la fiscal para que hable con los testigos y rea
—Valerik Ivanóv ha tenido varios cargos como manipulación de drogas, tráfico de las mismas, asesinato, pero no pudieron concluir los casos por falta de evidencia —dije mientras leía el informe en mis manos—. Actualmente se desconoce dónde vive y solo tenemos el nombre de su hermano, Yurik Ivanóv.—Acusado por tráfico de menores —señaló Evanie con la carpeta de Yurik—. Tampoco finalizaron su caso por falta de evidencia.—Supongo que es obra del topo dentro de Narcóticos —comentó el jefe, inhalando hondo—. ¿Qué mierda hacían estos dos rusos en la habitación de Ford?Me encogí de hombros, igual de confundida.—Jordan y Hadley ya están buscándolos en las cámaras de la ciudad, están trabajando para capturarlos —informó la agente de criminología
A paso rápido caminé por el pasillo mientras le escribía un texto a Evanie. Quería preguntarle por dónde... ¡Hey!—Lo siento —se disculpó el chico con el que tropecé hombro con hombro.Más bien hombro con brazo porque yo era más pequeña que él.Elevé la mirada para poder insultar a mi agresor, pero se me olvidó hasta pestañear cuando noté que el agresor era Kade. Una sonrisa agradable se dibujó en su rostro haciendo que yo también la hiciera.Tonta, tonta.—Iba a buscar mi suéter —comentó señalando mi apartamento—. Pero creo que no es el momento.—No, de hecho voy de salida y es mejor que no entres ahí —le indiqué—. Owen y Clover están adentro haciendo preguntas.—Yo no les conté —se defendi&oacu
— ¿Estás bien, Cooper? —le preguntó Evanie a Hadley.—Sí, fue emocionante —opinó, curvando sus labios hacia abajo—. No sé por qué no hemos hecho esto antes.—Porque siempre lo hacía el jefe con Hicks —señaló Jordan, dejando una nota de aflicción al final—. Esto apesta.Mentiría si dijera que la ausencia de Hicks no marcaba diferencia en el equipo. La verdad es que él era quien le daba esa pizca de diversión al trabajo. Sin su presencia, la oficina se sentía común, rutinaria, agobiante; esperaba que a la hora del juicio, el jurado pudiese sentir empatía por el agente y permitirle seguir trabajando. Para Hicks, este trabajo era su vida, su futuro y su pasado, era algo más que un simple empleo y estaba segura de que no tenía ni la menor idea de qué hacer si perdía su licenc
—No puedo aceptar esto, Kade —repliqué con firmeza—. Es demasiado.Ghost me miró para luego rascarse la oreja.—Sí, no puedo hacerlo —me dejé caer sobre la cama fijando mi vista en el techo—. Quiero aceptarlo, fue un gesto lindo de su parte, pero no quiero que él crea que soy abusadora.Ladeé mi cabeza para ver al canino y observé cómo dejó de rascarse para luego salir de mi habitación.—Okey, buena charla, Ghost —dije levantando mi pulgar.—Buenos días, esclava laboral —saludó Clover caminando hasta la cama para sentarse al pie de la misma.— ¿Cómo es que entraste ayer y también entraste hoy al apartamento? —inquirí apoyándome sobre mis codos—. Yo no recuerdo haberte dado una llave.—No hace falta —se encogió de hombros a