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capitulo 5

El sonido de la puerta abriéndose fue como un latido más en el pecho de Bianca, un golpeteo frenético que la atrapó entre la razón y el deseo. Cuando sus dedos tocaron la manija y giraron, el aire en la habitación se volvió denso, casi irrespirable. Un instante que podía definir todo.

Alessio Moretti estaba frente a ella, con esa misma mirada penetrante que había marcado su vida años atrás. Los ojos oscuros, que parecían leer cada pensamiento, cada emoción, cada fragmento de su alma. En su rostro no había sonrisa, solo una expresión firme, casi calculadora. Pero en la profundidad de su mirada, Bianca podía ver algo más. Algo que la desbordaba.

¿Qué quieres, Alessio? —La pregunta salió de su boca como un suspiro, como si estuviera tratando de protegerse de lo inevitable.

Alessio no respondió de inmediato. En su lugar, dio un paso hacia ella, cruzando el umbral de la puerta con una autoridad silenciosa. La habitación se llenó con su presencia, pesada y aplastante, como si la ciudad misma hubiera dejado de moverse en su presencia. Bianca retrocedió un poco, pero sabía que no podía huir. Él ya estaba allí, y no la dejaría ir tan fácilmente.

Quiero hablar, Bianca. —Su voz era baja, grave, pero había una suavidad en sus palabras que la desconcertaba aún más. ¿Cómo podía ser que el hombre que había dejado cicatrices tan profundas en su vida pudiera hablarle así? ¿De qué estaba hablando?

¿Sobre qué? —preguntó Bianca, intentando mantener su tono firme. Sabía que tenía que ser fuerte, que no podía ceder. No podía volver a ser la misma niña que se había perdido en su mirada una y otra vez.

Alessio la observó por un momento largo, casi estudiándola. Luego, dio un paso más cerca, hasta quedar a solo unos centímetros de ella. Bianca pudo sentir su calor, su cercanía. La tensión entre ellos era palpable, como si la habitación estuviera a punto de estallar.

Sobre lo que ocurrió entre nosotros. Sobre lo que nunca terminamos. —Dijo Alessio, con un tono que parecía profundo, pero también lleno de una necesidad silenciosa. —No voy a dejar que lo sigas negando, Bianca.

Su corazón dio un vuelco. ¿Qué quería decir con eso?

Bianca retrocedió un paso, pero él la siguió, implacable. El olor a su colonia, a algo oscuro y masculino, invadió sus sentidos, provocándole un estremecimiento involuntario. No quería estar cerca de él, no ahora. Pero, al mismo tiempo, no podía evitarlo. Algo dentro de ella se encendía al estar cerca de él, algo que había intentado enterrar durante años.

No es el momento, Alessio. —Bianca intentó que su voz fuera autoritaria, pero estaba claro que no podía escapar de la sensación de vulnerabilidad que él provocaba en ella. —No sé por qué has venido, pero esto no puede ser…

No sé por qué has vuelto a Nápoles, Bianca. Pero no voy a dejar que te vayas otra vez. —Las palabras de Alessio eran como un juramento, una promesa sombría que la hizo estremecerse. —El destino nos ha traído de vuelta, y yo no voy a dejar que todo lo que compartimos quede en el pasado.

El destino. Esa palabra lo cambió todo. Bianca había tratado de convencerse de que había controlado su vida, de que había escapado, de que había dejado atrás esa parte de ella. Pero Alessio estaba allí, reclamando su espacio, su lugar en su vida. Y ella, en su fuero interno, sabía que nunca podría escapar completamente de él.

Tú y yo nunca fuimos solo amigos, Bianca. —Alessio dio un paso más cerca, su aliento rozando su rostro. —Tú sabes lo que éramos, lo que siempre fuimos. Y no voy a dejar que el tiempo nos destruya.

Bianca tragó saliva. No. No podía dejar que Alessio tuviera ese poder sobre ella otra vez. No después de todo lo que había pasado, todo lo que había sufrido. Su vida en Londres, lejos de él, había sido una huida, sí, pero también una salvación. Pero, en ese momento, frente a él, la realidad era diferente. La chispa que había mantenido viva dentro de ella durante años parecía arder con más fuerza que nunca.

Lo que fuimos… —Bianca comenzó, con la voz temblorosa. —No fue suficiente, Alessio. No lo fue. —Dijo, dándose fuerzas. —Tu vida… tu mundo… no es algo con lo que pueda estar. No quiero estar dentro de todo eso de nuevo.

Alessio la miró fijamente, su expresión dura, pero no había ira en su rostro. Solo una tristeza profunda, como si lo que ella decía le atravesara el corazón.

El mundo que ves es el que yo he construido, Bianca. —Dijo en un susurro. —Y te prometo que haré lo que sea necesario para que tú formes parte de él. No quiero perderte. No otra vez.

Bianca sintió una punzada en el pecho, un dolor que la atrapó sin previo aviso. ¿Cómo podía decir esas cosas? ¿Y cómo podía ella resistirse a esas palabras, a esa mirada? Su amor por él nunca se había desvanecido por completo. Pero el miedo, el miedo de lo que él representaba, de lo que podría arrastrarla a ser, estaba siempre presente.

No sé si puedo confiar en ti, Alessio. —Dijo, sus palabras pesadas, llenas de dolor. —No sé si puedo regresar a esa vida.

El silencio se instaló entre ellos por unos segundos, como si ambos estuvieran buscando las palabras que podrían cambiar el rumbo de sus vidas. Pero Alessio no se apartó. Estaba allí, esperándola, dispuesto a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que ella permaneciera.

Voy a demostrarte que lo que te ofrezco es real. —Sus palabras fueron simples, pero llenas de una determinación absoluta. —Solo déjame hacerlo.

Bianca cerró los ojos, luchando contra las emociones que la envolvían. La decisión estaba en sus manos. ¿Iba a ceder a la llamada de ese amor que nunca se había ido? ¿O iba a volver a huir?

Finalmente, abrió los ojos y lo miró fijamente. No podía evitarlo. Ella sabía lo que quería, lo que necesitaba. Pero también sabía que el precio de ese deseo podría ser más alto de lo que estaba dispuesta a pagar.

Lo pensaré. —Dijo con la voz firme, aunque sabía que, en su interior, la respuesta ya estaba tomando forma.

Alessio asintió, sin presionar, pero con una ligera sonrisa en su rostro. Sabía que la batalla no había terminado, que el juego apenas comenzaba.

Eso es todo lo que pido. —Respondió, su voz un susurro en la noche. —Pero no tardes mucho, Bianca. No quiero perderte otra vez.

Y con esas palabras, dio un paso atrás, dejando a Bianca sola con sus pensamientos, sus miedos, y una conexión que no podía negar.


Bianca observó cómo él se alejaba, sintiendo la presión de la decisión que se avecinaba. Pero algo dentro de ella le decía que ya era demasiado tarde.

El destino había comenzado a tejer sus hilos una vez más.

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