Ámbar se sentía sumergida en un ambiente opresivo de pesadilla. En su mente confusa y llena de dolor, se arremolinaban los recuerdos, mezclados. El rostro de su niñez, la expresión de Alex… los ojos oscurecidos de Marco…De pronto, lo vio entrar a la habitación con premura y acercarse a ella, hasta quedar a sus pies. Sin embargo, su expresión era la pura y limpia que recordaba. La amorosa, la de antes de… de ayer. Antes de la pesadilla. Marco le hablaba con la voz quebrada, indagando en su mirada azul.-Lo siento, mi amor… lo siento tanto… he sido un imbécil… te amo… perdóname…Ella lo buscó de nuevo en los ojos dorados. Definitivamente allí estaba el hombre que ella conocía. Otra vez. El que amaba. El que la amaba.Aún así, respondió con cautela.-¿Hablaste con Martín?-Sí… cariño… ¿me perdonas? Te juro que nunca más, jamás, volveré a dudar… es que…-Lo sé… Luana. Ese fantasma… Ámbar lo miró, como volviendo al fin de otro mundo donde se había refugiado. Miró a la pequeña en sus
Esa noche, Marco y Ámbar cenaron juntos en su habitación. Se sentía como si hubiera pasado mucho tiempo, y sin embargo apenas se habían distanciado por un día. Era claro que no estaban hechos para estar separados y sufrían como si les faltara una parte de sí mismos.Habían conversado largamente sobre todo lo que había pasado y el nuevo plan que tenían, y Ámbar estaba por fin sin la preocupación por el bienestar de su amiga. Hacía una hora que Loretta y los niños estaban en casa de Marco. Luego de ser liberados, nadie quiso que volvieran a su casa, con Alex. Ella no quería volver a verlo. Se lo había encontrado saliendo de la habitación de Ámbar, y supo lo que había hecho mientras aguardaba en un departamento custodiada por hombres de Sinatra.Estaba decidida a pedir el divorcio.Pero además, no era un lugar seguro para ellos, ahora que las miradas de la mafia ya no estaban puestas en Marco, si no en las acciones empresariales de Alex. Por la tarde se había anunciado por todo lo alto
El que tenía la peor parte de todo el plan, era el detective Sergio Lenz. Era evidente que la ayuda política que había recibido tiempo atrás, había servido principalmente para infiltrar entre sus subordinados a hombres que respondían, por lealtad o por dinero, a Sinatra y a quien sea que fuera su jefe.Porque si había algo que todos tenían claro, era que Giovanni no era más que la cara visible de algo mucho más profundo. La cara visible y el brazo ejecutor de sus fechorías.Pero bastaba con que éste cayera, y el castillo de la mafia comenzaría a derrumbarse de a poco.Era por todo esto que el detective se limitó a confiar la nueva estrategia en la que todos estaban trabajando, sólo a unos pocos oficiales en los que confiaba hace muchos años, dejando que el resto de subordinados de moral dudosa continuara con las tareas de vigilancia en las diferentes residencias de la familia Rizzo. De esa manera podían notificar los movimientos de todos los miembros de la familia a sus jefes, movimi
El detective Lenz y sus hombres entraban al edificio de la empresa Rizzo, seguidos desde no tan lejos por Marco y Máximo Rizzo. Alex estaba en su oficina, incapaz de ocultar un sospechoso nerviosismo mientras estaba en reunión con Giovanni Sinatra. Por eso, cuando finalmente irrumpieron en el último piso, el mafioso intentaba huir usando al menor de los Rizzo, como su escudo, mientras blandía su arma.Intentaba negociar con el detective, a los gritos, en un pasillo desierto, a medida que se acercaba al ascensor.-El edificio está rodeado, Giovanni, no tiene sentido que te resistas. Entrégate y negociaremos, estoy seguro de que puedes darnos información valiosa y lograr buenos tratos para tí y tus hombres…-No me entregaré por las buenas… claro que no… por lo menos me llevaré un Rizzo a la tumba…Y podría ser a este idiota traidor…-Vamos, no empeores las cosas, sabes que puedes vivir muy bien, hasta salir antes…Giovanni se rió a carcajadas.-¿Está loco, Lenz? Me matarán en la primer
En el parque de una preciosa casa de campo, que se alza perfecta junto a un bosque frondoso lleno de verde y un lago de un azul increíble, tres niños pequeños y dos adolescentes correteaban y reían, jugaban juntos, como si fueran hermanos, aunque no lo fueran. Los más grandes en realidad conversaban, tomaban el sol, y los vigilaban protectoramente. Se reían de las ocurrencias de los menores.De pronto, el más pequeño se tropezó y comenzó a llorar. -¡Maaaaamáaaaaa!La joven, de cabello dorado, lo tomó en brazos, y le le besó la regordeta mejilla.-Tranquilo, Alessandro, te llevaré con tu mami…-Gracias, Trini… snif…En la galería, dos jóvenes mujeres conversaban, observando desde lejos la escena, y viendo aproximarse a Trini con el pequeño Ale en brazos.-Ese pequeño es un terremoto, igual que su padre… -se rió la mujer de ojos tan azules como el cielo de un día de verano.La otra mujer, con un avanzado embarazo, le respondió con cariño:-Pero es la debilidad de mi Trini, si la dejas
La madre de Ámbar estaba muy enferma. Vivían, y sobrevivían, solas las dos desde que ella tenía memoria, nunca conoció a su padre, pero ahora, los pocos trabajos que ella lograba conseguir, apenas cubrían los gastos de internación. Se estaba desesperando y el tiempo se agotaba. Estaba cursando su carrera en el turno de la noche, para no perder sus estudios, y trabajando como mesera en un café y vendedora en una tienda durante el día.Terminaba completamente agotada, pero no tenía otra opción. Su madre empeoraba cada día y era la única que estaba a su lado para ayudarla.Estaba sumida en sus pensamientos y preocupaciones, pensando qué alternativas tenía, hasta que Carla, una compañera de clase, le dio una idea.-Oye, tú eres guapa, sensual, tienes buenas curvas… ¿Sabes bailar?-Claro, de pequeña tomé clases, era uno de mis sueños, me dejo llevar por la música y me transporta. Realmente lo disfruto.-Entonces, creo que conozco el trabajo perfecto para tí. -¿En serio? ¿Dónde es? ¿De q
Marco Rizzo era el heredero de un enorme imperio empresarial. Rico y muy apuesto, el último año se había vuelto el soltero más codiciado del país. Alto, musculoso y con un rostro anguloso enmarcado por un sedoso y brillante cabello negro. Sus ojos dorados lo hacían lucir a menudo como un ave rapaz al acecho, sobre todo cuando estaba enojado.Y ese día, la rabia lo estaba carcomiendo por dentro.Con casi treinta años, él recibía la presión de su padre por casarse con alguna mujer insulsa de la alta sociedad y tener un heredero. De lo contrario, su padre legaría todos sus bienes a su hermano menor, Alex, quien ya tenía dos hijos y una mujer sumisa que sólo sabía gastarse el dinero.Marco prefería viajar, hacer deporte y tener sexo casual. No estaba listo para comprometerse con nadie. Ninguna de las mujeres que su padre quería para él, le movía un pelo en lo más mínimo, y eso a pesar de haberse acostado ya con ellas.Ahora, su progenitor le había exigido que arreglara sus asuntos ese año
Ámbar llevaba una semana trabajando en el club. Realmente había hecho una gran diferencia en su día a día. Si no pensaba mucho en el hecho de estar expuesta y semidesnuda constantemente, era tolerable.Cuando la incomodidad la invadía o alguien le hacía una insinuación obscena, simplemente se concentraba en pensar en las facturas del hospital que por fin iba logrando pagar. Sin embargo, el médico de su madre le había sugerido un nuevo tratamiento para su enfermedad, que, aunque era terriblemente costoso, cambiaría totalmente su calidad de vida, permitiéndole sentir un gran alivio.Las demás bailarinas, o la mayoría, la habían recibido con cordialidad, aceptándola en un grupo en el que había bastante camaradería. Sobre todo, porque Carla (alias Melody) era muy querida en el grupo. Como era la favorita del señor Franz, cuando necesitaban algo, ella solía ser la portavoz y de esa manera lograban resolverlo.Así que en realidad, no tenía motivos para quejarse. A ese ritmo le llevaría bas