La historia era demasiado sórdida como para pensar en ella, y por desgracia involucraba a su hermano mayor, Nate Vanderwood, y la que hasta hacía seis años había sido su prometida: Sienna Williamsburg.La verdad era que Matt ni siquiera recordaba bien cómo había terminado metido en medio de aquel desastre, pero en aquel momento, mientras volaba hacia Gales, lo único que le importaba era que iba a rescatar a su hijo.Lo único que tenía era el nombre de aquel orfanato y la determinación para encontrarlo, pero estaba definitivamente decidido.El vuelo aterrizó en Reino Unido cerca del anochecer y Matt apenas tuvo tiempo para conseguir un auto y hacer el resto del camino hasta Cardigan, porque al parecer era demasiado arriesgado para Sienna dejar a su hijo en una capital como Cardiff.Estaba cansado, pero Matt igual llevaba la adrenalina a tope, así que no fue extraño que soportara gran parte de la noche conduciendo solo para atravesar aquel territorio. El clima estaba frío y Matthew ni s
Podía haberse subido a su auto en ese mismo momento y regresar a Cardiff, donde seguramente habría podido encontrar a un detective privado decente que lo ayudara a encontrar a su hijo, pero para el momento en que volvió a la posada ya había anochecido y estaba tan cansado que apenas podía mover los pies. Y como lo último a lo que quería arriesgarse era a un accidente, Matt decidió pasar la noche allí. Se dio un baño para quitarse un poco el agotamiento y decidió comer en el exiguo bar—restaurante que tenía la posada. Pidió la bebida tradicional de la casa y agradeció que aquel Whisky estuviera lo bastante fuerte como para aflojarle la tensión.—¿Malas vacaciones? —preguntó la mesonera delante de él y Matt le sonrió con amabilidad. —No, solo… no logré encontrar lo que estaba buscando —respondió.—¿A una chica linda? —curioseó la señora, porque evidentemente aquel extranjero era muy apuesto.—Más bien a un chico, mi hijo —dijo él con un suspiro—. Lo dejaron en el orfanato del pueblo
Heilyn abrió los ojos una hora después de que amaneciera y apenas lo hizo supo que se había quedado dormida ¡otra vez! Lo último que quería era tener que despertar a aquel angelito que dormía a su lado, pero tenía que apresurarse a llevarlo a la escuela y volar más que correr hacia su primer trabajo del día. —¡Hola rayito de sol! —susurró poniendo su mejor sonrisa porque a pesar de que no estaban en su mejor momento, el pequeño no tenía que enterarse de que algo iba mal. —¡Hola mami! —lo escuchó decir con aquella sonrisa radiante antes de darle un abrazo muy apretado. —Mami se quedó dormida, tenemos que apurarnos. ¿Nos levantamos rapidito a desayunar? —Mmmm… —Sian bostezó estirándose—. ¿Tostadas, o podemos comer wafles? Heilyn hizo una mueca pensativa y luego negó. —¿Sabes qué? ¡Siempre hay tiempo para wafles! —¡Síiiiii! —exclamó Sian porque ese era su desayuno favorito. —Vamos, arréglate rapidito en lo que mami hace tus wafles —le pidió la muchacha y el niño se lanzó de la c
Durante un largo segundo los dos se quedaron mirándose a los ojos. Heilyn sentía que el mundo le daba vueltas, porque ni en sus mejores sueños ni en sus peores pesadillas había llegado a imaginar jamás que el padre de Sian pudiera aparecerse frente a ella para reclamarlo. Porque de eso no le cabía duda. Bastaba haber visto los ojos de su hijo una sola vez para darse cuenta de que las manchas color miel en aquellas pupilas verdes eran idénticas en los dos. Pero antes de que pudiera hacer el primer movimiento aquel hombre tomó sus manos y la estrechó con fuerza como queriendo prevenir que escapara.—Estoy buscando a mi hijo —dijo Matt apresurado—. Estoy buscando a mi hijo y en Cardigan me dijeron que tú procesabas a todos los niños del orfanato.Heilyn contuvo el aliento, pero aquella sola sentencia la hizo tranquilizarse un poco, porque era evidente que él no sabía que aquel bebé era ahora su hijo.—No se equivocaron cuando me dijeron que podía ayudarme. Usted ha visto un niño con mi
Por qué no había registros de su hijo. Por qué no había ni certificado de adopción, ni siquiera certificado de ingreso. Por qué no había ni una pista, ni un indicio, ni nada de nada.¡Era por ella! ¡Porque la responsable de ingresar sus datos y hacer su expediente había omitido esa parte y se lo había llevado!—¡Maldición! —gruñó con impotencia al darse cuenta de que solo había llegado allí por una mera coincidencia, por conversaciones casuales, básicamente porque el destino así lo había querido, porque de lo contrario no habría forma de encontrar al pequeño.Aquella mujer que parecía tan dulce se había encargado de desparecer toda la evidencia y había escapado con su hijo.—Bueno… ¡te aseguro que no lo harás dos veces! —murmuró Matt con rabia mientras hacía acopio de autocontrol para no ir hacia ellos en aquel mismo momento y llevarse a su hijo.Los vio caminar de la mano y casi le dolió el corazón por la forma en que aquel pequeño la quería, de una forma en que a él le costaría much
Dos sílabas, cuatro letras, y aun así aquella palabra hizo que Heilyn perdiera el aliento y que los ojos de Matt se llenaran de lágrimas en un instante.La mano de la muchacha se cerró inconscientemente sobre el suéter de su hijo, pero sabía que no podía retenerlo porque cuando su hijo la miró solo vio en ellos una pregunta llena de esperanza.—Él es mi papi… ¿verdad mamá? ¡Tú dijiste que mis ojos eran como los de mi papá! ¡Tú lo dijiste! —exclamó el niño y Heilyn asintió alcanzando su cara entre las manos.—Lo sé, mi amor, yo te lo dije… —susurró asustada.—¿Entonces él…? ¿Él es mi papá?Heilyn miró a Matt por un segundo y todo lo que vio en su expresión fue una determinación imperturbable.—Sí, mi cielo, él es tu papá —dijo por fin y Matt pasó saliva antes de agacharse a la altura del niño.No podía negar que tenia miedo, tenía mucho miedo de cómo fuera a reaccionar o qué le habría dicho aquella mujer sobre él. Quizás su hijo pensara que lo había abandonado, o que no lo quería… Y Ma
Probablemente la expresión de Matt Vanderwood y la de Heilyn Payne eran exactamente la misma: entre azorada y sorprendida. Pero mientras que Matt estaba a punto de esgrimir una justificación, ella pareció recobrar de inmediato el dominio de su rol de mamá.—¡Sian Payne! ¿Qué es eso de estar interrogando a los adultos? —preguntó con firmeza—. Papá vino y eso es importante, así que ve a darte un baño que vamos a cenar, ¿y qué no hacemos en esta casa?El niño apretó los labios pero terminó respondiendo.—No cenamos sucios, mami.—Exacto, no cenamos sucios. Al baño, ya, ¡y recuerda lavar bien tu cabello!El pequeño hizo un puchero, pero a diferencia de lo que Matt esperaba, sus ojos no se dirigieron a él esperando una sentencia diferente, sino que tomó su robot y se apresuró a obedecer a su mamá.Y apenas Sian se perdió tras la puerta de la habitación, Matt sintió que tiraban de su chaqueta con fuerza y un segundo después estaba metido en el reducido espacio de un metro cuadrado de la des
Podía decirse que la vida de Heilyn Payne no tenía nada de interesante. Sus padres habían muerto cuando ella no llegaba a los diez años y se había criado en un orfanato de Cardiff, uno del que había escapado antes de cumplir la mayoría de edad.Sin multas de tráfico porque no tenía auto, ni muchos estudios ni pocos, lo suficiente como para desempeñar un oficio y solicitar un puesto como secretaria en el orfanato de Cardigan.Lo más excepcional en aquel expediente que el amigo de Ranger había reunido en una sola noche, era un matrimonio que solo había durado seis meses y una deuda por cuarenta mil libras con el Royal Bank of Scotland que cada día solo sumaba y sumaba intereses, pero no había ni un solo indicio de para qué había sido usado ese dinero.Matt releyó aquel expediente unas cuantas veces antes de terminar de arreglarse, y para cuando la muchacha abrió la puerta en la mañana, él ya los estaba esperando.—¡Papi! —exclamó Sian corriendo hacia sus brazos, como si hubiera dudado r