Matt sentía que el pecho le apretaba como si tuviera un yunque dentro. Corrió a la planta baja mientras los paramédicos subían a Elijah a una camilla y sus reclamos medio conscientes lo hicieron apretarle la mano.—Fue… culpa… mi… culpa… —balbuceaba Elijah.—¡Todo está bien, hermanito, todo está bien! —exclamó Matt con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Te van a componer! ¿Sí? ¡Te van a componer!—Yo… no… no pude evitar… Sian…—¡Él está bien, él está bien! —lo tranquilizó Matt—. ¡Sian está bien, todos estamos bien, cálmate!Matt tuvo que soltar su mano mientras lo subían a la ambulancia. Un segundo después la veía arrancar y se llevó las dos manos a la cabeza con desesperación.—¡No puedo creer que esto esté pasando! ¡Se suponía que todos estaríamos alertas! ¿Cómo… cómo pudo pasar?—Lo siento mucho, señor Vanderwood, pero dejemos a los médicos hacer su trabajo, le aseguro que su hermano estará bien. He visto muchas heridas de bala y esa no es de las peores —le aseguró el detective—. Sé qu
Pocos días después.La hacienda estaba tan tranquila que parecía como si incluso los animales estuvieran en el ánimo de aquel año que terminaba.La Navidad había empezado llena de preocupación, pero el Año nuevo llegaría a la familia Vanderwood en medio de la armonía y la felicidad, pero sobre todo, de la paz.—No creí que fuera a pasar así —dijo Matt de repente, cuando sintió los brazos de su esposa abrazarlo por la espalda y la mejilla de Heilyn apoyada sobre él con un gesto protector.Ella sabía de lo que hablaba, y sabía cuánto atormentaba a Matt lo que había hecho.—Debí dispararle a la mano. Tengo buena puntería, ¡Dios sabe que tengo buena puntería pero…! —Matt se detuvo, pero no permitió que sus ojos se llenaran de lágrimas.—Pero sabías en el fondo que jamás se iba a terminar —comprendió Heilyn con un suspiro de tristeza.—Lo supe en el mismo momento en que la vi dispararle a la cama de Sian. ¿Qué clase de monstruo es capaz de asesinar a su propio hijo? —preguntó con rabia con
Un año después. Matt tocó suavemente a la puerta de la habitación y trató de asomarse, pero lo único que se escuchó fue un grito ahogado y el cuerpecito de Heilyn contra la puerta. —¡Ni se te ocurra, Vanderwood! ¿Dónde están tus sanas supersticiones? —exclamó la muchacha con frustración—. ¡Ya sabes que es de mala suerte ver a la novia vestida de novia antes de la boda! —¡Mujer! ¡Ya te he visto hasta sin vestido! —protestó Matt con un puchero y una mejilla apoyada en la puerta—. ¡Déjame entrar a darte un cariñito! —¡Que no! —rio ella apoyándose del otro lado—. Ya me lo diste anoche cuando saltaste por la ventana sin permiso. —¡Es que yo soy tu caballero de brillante armadura, experto en saltar balcones y asaltar tu cama! ¡Nada puede separarme de ti! ¿No lo entiendes? ¡Ni un balcón, ni el frío, ni nuestras familias…! —Espérate que te enseño quién sí. ¡Siaaaaaaaannnn! —gritó Heilyn y un segundo después el niño apuntaba a su padre con una escopeta de pelotas de goma. —¡Papá! ¡El abu
Cuatro meses después.Sian se puso su mochila con toda la actitud y salió al corredor de la mano de su padre.—¿Puedo darle un besito a mami antes de irme? —le pidió a Matt y este sonrió.—Sí, pero suavecito para que no se despierte.—¿Y por qué mami siempre duerme tanto últimamente? —se quejó el niño y Matt cruzó los dedos de las dos manos mirando al cielo.—¡Pues, si dios quiere, porque tu papá ha hecho doble turno y trabajado mucho en los últimos cuatro meses para cansarla! —suspiró y el niño frunció el ceño.—¡¿Eh!?—Es una sorpresa, no preguntes más —dijo Matt—. Ahora ve a darle un beso a mami y nos vamos a la escuela. ¡Corre!Sian entró sigiloso en la habitación y le dio un beso en la mejilla a su mamá antes de irse con su padre a la escuela. Una hora después, Heilyn se despertaba sobresaltada y se sentaba en la cama mirando al reloj que no había sonado.—¡Diablos, me quedé dormida otra vez…! —exclamó intentando levantarse, pero antes de que pusiera los pies en el suelo la puert
Epílogo.Ocho meses después.—¡Lo siento, amor, lo siento! ¡Juro que nunca nunca nunca más te hago otro bebé! —gritaba Matt mientras sentía la mano de su esposa apretando la suya con tanta fuerza que sentía que se la rompería de un momento a otro.—¡¿Cuál otro me vas a hacer si ya me hiciste dos?! —gritó Heilyn desesperada por encima del doctor que le pedía otro esfuerzo para la siguiente contracción.—¡Es que no fue mi culpa, me entusiasmé de más! —intentó defenderse Matt—¡Yo te voy a enseñar a ti lo que es entusiasmo! —exclamó Heilyn y el grito que salió de su garganta le sacó a su esposo un puchero solidario.—¡Todo va a estar bien, nena! ¡Todo va a estar bien, te lo prometo! ¡Otro empujoncito, vamos! ¡Tú eres mi guerrera, tú puedes, vamos, tráeme a esos bebés!Lo que siguió fue una mirada muy asesina y el rostro de Heilyn poniéndose rojo mientras daba todo de sí para que aquel bebé saliera.—¡Tenemos un niño! —exclamó el doctor emocionado, porque hasta ese momento los bebés no se
—¡No sé de qué demonios te ríes, Nate! —espetó el viejo Rufus, cada vez con más molestia—. ¿Te parece que da risa todo lo que te estoy diciendo? ¡¿Te parece que da risa que todos nuestros amigos y conocidos, e incluso los asociados que tenemos en la compañía, crean que el mayor de mis hijos es gay?! Nate puso los ojos en blanco y suspiró con frustración. —Pues sí me da risa porque ninguna de esa gente me conoce lo suficiente como para decir nada sobre mí. —¡Pues no importa que no te conozcan, Nate! ¡Esa gente también tiene ojos y están viendo lo mismo que yo veo! ¡No tienes novia conocida! ¡Solo te pones trajecitos y corbatitas, solo andas en autos deportivos...! ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un rifle de caza en las manos? ¿¡Eh!? ¡Contéstame! ¡Así no fue como yo te crie! Nate bajó de un tirón el vaso de whisky que tenía en la mano y lo empujó hacia su hermano Matthew al otro lado de la barra. —¡Ay, papá, por favor! Uso traje y corbata porque trabajo en Nueva York. Tenemos
Nate se quedó mirándola durante un largo segundo. La mujer frente a él era joven y muy hermosa, aunque si era honesto, no acababa de determinar si aquel aspecto descuidado se debía al accidente que acababan de tener o era algo más permanente.De cualquier manera, no era el tipo de mujer despampanante y sofisticada que solía atraerlo en el pasado, así que aquel tirón espontáneo contra su bragueta lo hizo reaccionar con molestia.—¡Te hice una pregunta! —demandó furioso—. ¡Así que más te vale darme una explicación convincente!Blair lo miró asustada mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Lo había sabido en el último segundo mientras el carro la impactaba, había sabido que aunque tenía los días contados, no quería desperdiciarlos, solo quería estar con su hija todo el tiempo que pudiera.—Lo lamento... De verdad lo lamento, señor, no fue mi intención... Yo no... Ni siquiera venía viendo por donde caminaba...—¡Si hay algo que odio es que me hagan pasar por estúpido! —espetó
Si aquel Ferrari rojo la hubiera impactado en pleno pecho en ese momento, probablemente Blair hubiera lucido mucho mejor. Nate observó cada detalle de su reacción, pero todo lo que podía ver en la cara de la muchacha era miedo y confusión mientras ella le devolvía una mirada de absoluta incredulidad.—¿Qué está diciendo…? —balbuceó ahogándose con sus propias palabras—. Que tenga… que tenga un… para usted…?—La explicación es bastante simple…—¡Más le vale! ¿Cómo es eso de que tenga un bebé para usted? ¿Qué le parezco, útero móvil o qué? ¿Usted está drogado?... —exclamó la muchacha espantada—. ¡Oh Dios, perdón…! ¡Estoy tan nerviosa…! ¡Lo siento…!Nate se pasó la mano por el cabello, alisándolo y tratando de pensar muy bien cómo iba a decirle aquello.—Eres una mujer inteligente, debe saber lo que son los vientres subrogados, ¿verdad?Blair pestañeó despacio, encajando el concepto.—Pues sí, pero...—Algo como eso es lo que necesito. Una mujer que acepte tener un hijo para mí. Tú ya tie