Durante un largo segundo los dos se quedaron mirándose a los ojos. Heilyn sentía que el mundo le daba vueltas, porque ni en sus mejores sueños ni en sus peores pesadillas había llegado a imaginar jamás que el padre de Sian pudiera aparecerse frente a ella para reclamarlo. Porque de eso no le cabía duda. Bastaba haber visto los ojos de su hijo una sola vez para darse cuenta de que las manchas color miel en aquellas pupilas verdes eran idénticas en los dos. Pero antes de que pudiera hacer el primer movimiento aquel hombre tomó sus manos y la estrechó con fuerza como queriendo prevenir que escapara.—Estoy buscando a mi hijo —dijo Matt apresurado—. Estoy buscando a mi hijo y en Cardigan me dijeron que tú procesabas a todos los niños del orfanato.Heilyn contuvo el aliento, pero aquella sola sentencia la hizo tranquilizarse un poco, porque era evidente que él no sabía que aquel bebé era ahora su hijo.—No se equivocaron cuando me dijeron que podía ayudarme. Usted ha visto un niño con mi
Por qué no había registros de su hijo. Por qué no había ni certificado de adopción, ni siquiera certificado de ingreso. Por qué no había ni una pista, ni un indicio, ni nada de nada.¡Era por ella! ¡Porque la responsable de ingresar sus datos y hacer su expediente había omitido esa parte y se lo había llevado!—¡Maldición! —gruñó con impotencia al darse cuenta de que solo había llegado allí por una mera coincidencia, por conversaciones casuales, básicamente porque el destino así lo había querido, porque de lo contrario no habría forma de encontrar al pequeño.Aquella mujer que parecía tan dulce se había encargado de desparecer toda la evidencia y había escapado con su hijo.—Bueno… ¡te aseguro que no lo harás dos veces! —murmuró Matt con rabia mientras hacía acopio de autocontrol para no ir hacia ellos en aquel mismo momento y llevarse a su hijo.Los vio caminar de la mano y casi le dolió el corazón por la forma en que aquel pequeño la quería, de una forma en que a él le costaría much
Dos sílabas, cuatro letras, y aun así aquella palabra hizo que Heilyn perdiera el aliento y que los ojos de Matt se llenaran de lágrimas en un instante.La mano de la muchacha se cerró inconscientemente sobre el suéter de su hijo, pero sabía que no podía retenerlo porque cuando su hijo la miró solo vio en ellos una pregunta llena de esperanza.—Él es mi papi… ¿verdad mamá? ¡Tú dijiste que mis ojos eran como los de mi papá! ¡Tú lo dijiste! —exclamó el niño y Heilyn asintió alcanzando su cara entre las manos.—Lo sé, mi amor, yo te lo dije… —susurró asustada.—¿Entonces él…? ¿Él es mi papá?Heilyn miró a Matt por un segundo y todo lo que vio en su expresión fue una determinación imperturbable.—Sí, mi cielo, él es tu papá —dijo por fin y Matt pasó saliva antes de agacharse a la altura del niño.No podía negar que tenia miedo, tenía mucho miedo de cómo fuera a reaccionar o qué le habría dicho aquella mujer sobre él. Quizás su hijo pensara que lo había abandonado, o que no lo quería… Y Ma
Probablemente la expresión de Matt Vanderwood y la de Heilyn Payne eran exactamente la misma: entre azorada y sorprendida. Pero mientras que Matt estaba a punto de esgrimir una justificación, ella pareció recobrar de inmediato el dominio de su rol de mamá.—¡Sian Payne! ¿Qué es eso de estar interrogando a los adultos? —preguntó con firmeza—. Papá vino y eso es importante, así que ve a darte un baño que vamos a cenar, ¿y qué no hacemos en esta casa?El niño apretó los labios pero terminó respondiendo.—No cenamos sucios, mami.—Exacto, no cenamos sucios. Al baño, ya, ¡y recuerda lavar bien tu cabello!El pequeño hizo un puchero, pero a diferencia de lo que Matt esperaba, sus ojos no se dirigieron a él esperando una sentencia diferente, sino que tomó su robot y se apresuró a obedecer a su mamá.Y apenas Sian se perdió tras la puerta de la habitación, Matt sintió que tiraban de su chaqueta con fuerza y un segundo después estaba metido en el reducido espacio de un metro cuadrado de la des
Podía decirse que la vida de Heilyn Payne no tenía nada de interesante. Sus padres habían muerto cuando ella no llegaba a los diez años y se había criado en un orfanato de Cardiff, uno del que había escapado antes de cumplir la mayoría de edad.Sin multas de tráfico porque no tenía auto, ni muchos estudios ni pocos, lo suficiente como para desempeñar un oficio y solicitar un puesto como secretaria en el orfanato de Cardigan.Lo más excepcional en aquel expediente que el amigo de Ranger había reunido en una sola noche, era un matrimonio que solo había durado seis meses y una deuda por cuarenta mil libras con el Royal Bank of Scotland que cada día solo sumaba y sumaba intereses, pero no había ni un solo indicio de para qué había sido usado ese dinero.Matt releyó aquel expediente unas cuantas veces antes de terminar de arreglarse, y para cuando la muchacha abrió la puerta en la mañana, él ya los estaba esperando.—¡Papi! —exclamó Sian corriendo hacia sus brazos, como si hubiera dudado r
Había algo, algo rústico, salvaje y feroz en aquella mujer y aunque Matt no sabía casi nada sobre ella, no podía evitar que aquella expresión sincera le revolviera algo dentro. Quizás era que la mujer que había marcado su vida para mal era una experta en mentir, manipular y disfrazar tanto sus sentimientos como la verdad, mientras que Heilyn Payne era tan directa que no le importaba lo que pensaran de ella.Lo cierto fue que en el mismo momento en que escuchó aquella demanda, Matt entendió que le debía la verdad, o perdería su confianza para siempre.—Tengo cuatro hermanos, soy el segundo mayor —le dijo metiéndose las manos en los bolsillos y haciendo acopio de valor para contarle todo aquello—. Mi hermano Nate es el mayor, la mujer que dejó a Sian en el orfanato era su novia.Vio a la muchacha abrir los ojos con expresión sorprendida y bufó con frustración.—¡Maldición, mujer, esto no debería hacerse sin una botella de vino delante, porque créeme, no es bonito! —rezongó y aunque él n
Mudo, esa era la palabra correcta para describir cómo se había quedado Matt, pero solo era la primera de ellas. Mudo, furioso, exasperado, incrédulo porque no cabía en su cabeza que una madre pudiera abandonar a su hijo de aquella forma, pero de tener que hacerlo ¿cómo podía pagar para que jamás recibiera el amor de una familia?El corazón le dolía de una forma horrible y apretó los dientes en un intento de que aquellas lágrimas de rabia que tenía al borde de los ojos no salieran.—¿Dices que pagó? ¿A quién le pagó? —la increpó y Heilyn suspiró con frustración.—A la directora del orfanato —murmuró Heilyn—. Yo estaba allí ese día, yo recibí a Sian, era un bebé tan pequeño y… —Los recuerdos la invadieron y Matt la vio sentarse con un gesto de tristeza—. Era muy pequeñito. Esa mujer vino de noche y apenas atravesó la puerta me lo puso en los brazos y lo dejó ahí, tirado conmigo mientras entraba al despacho de la directora…—¿Y fue Sienna? ¿Estás segura de que no fue su madre? —preguntó
No era una mujer débil, no podía serlo para atreverse a hacer todo lo que había hecho por su hijo y seguir trabajando sin descanso cada día para darle una vida mejor. No podía serlo cuando era evidente que se volvía una leona para defenderlo, así que verla temblar asustaba más a Matt que si le estuviera apuntando con el atizador de la chimenea.—Heilyn, ¿qué es lo que pasa? ¿Qué tiene que ver el accidente…?—¡Que jamás lo he llevado a un médico por eso, Matthew! ¡No lo sabía! —exclamó ella y Matt sintió que algo extraño vibraba dentro de él al escuchar su nombre en su boca por primera vez, pero aun así le dirigió una mirada interrogante que a ella la desesperó—. ¡Los accidentes en bebés son muy peligrosos, hay que estarlos monitoreando por eso durante años y yo no… no lo han revisado nunca por eso!—¡Pero cálmate, a ver, cálmate! —le pidió él—. Sian es un niño sano, ¿no? Él está bien o… ¿has visto algún síntoma?Para ese momento su corazón también latía desbocado y solo esperaba que l