La sala estaba llena de murmullos cuando por fin Paloma Williamsburg puso un pie dentro de ella, con aquella cara de cordero espantado porque realmente la única información que le habían dado era que la habían citado como testigo en un juicio y la policía ni se había marchado de su casa y se habían negado a darle más información.Por supuesto que cuando vio a su hija en uno de los banquillos y a los Vanderwood en el otro, se imaginó perfectamente qué era lo que estaba sucediendo.—Señora Williamnsburg, la he hecho traer como testigo en el caso BMJ—122305 Vanderwood vs. Williamsburg, donde su hija Sienna Williamsburg reclama la custodia de su hijo, el menor de edad Sian Vanderwood.Paloma pasó saliva y a una orden del juez se acercaron con una biblia para que hiciera el juramento.Después de eso el juez le hizo una señal a Jhon.—Licenciado, su testigo, puede comenzar —le indicó, pero Jhon levantó las manos.—Su Señoría, todo lo que necesitamos saber sobre esto la señora Williamsburg s
La expresión de Paloma Williamsburg ni siquiera equiparaba a la de su hija mientras la escuchaba decir que quería cambiar su declaración.—¿Disculpe? ¿Cómo dijo? —preguntó Jhon haciéndose el que no comprendía—. ¿Dice que quiere cambiar su declaración? ¿Cómo quiere cambiarla? ¡Acaba de confesar que secuestró un bebé, lo robó, lo entregó a un orfanato, falsificó la identidad de la señora Sienna Williamsburg y encima tuvo el poco corazón de decirle a su pobre hija que su bebé estaba muerto…!Paloma apretó los puños, pero en cuanto Jhon le hizo un gesto al agente de la Interpol para que se la llevara, Paloma se levantó.—¡Yo no me llevé al bebé! ¡Yo no lo hice! —exclamó asustada mirando a todos lados—. ¡Voy a decir la verdad, pero yo no me robé a ningún bebé, no me pueden acusar por eso!—No, solo por perjurio —suspiró el juez.—Pero definitivamente es un cargo mucho, mucho más leve que los de secuestro y suplantación —aseguró Jhon acercándose—. Ahora, señora Williamsburg, ¿le gustaría co
Había dos cosas importantes que aclarar: la primera era que ya lo esperaba, Heilyn siempre había sabido que aquella decisión de pagar por Sian le pasaría factura tarde o temprano. Y la segunda era que aunque lo supiera, nada iba a hacerla arrepentirse de eso.—Ya nos preparamos para esto —le recordó Jhon en voz baja—. Tranquila.Matt se llevó una de sus manos a sus labios y la besó con un gesto de apoyo antes de dejarla ir. Y Heilyn subió a aquel estrado con absoluta determinación. Juró sobre la Biblia como le indicaron y respiró profundo viendo al abogado de Sienna acercarse al estrado con aquella sonrisa sarcástica.—Señora Payne —dijo Wombersley—. ¿O debería decir señora Vanderwood, ahora?—Pues eso depende de cuánto tiempo perder en formalismos. A mí me da igual cómo me llame —respondió Heilyn con tono tajante y el abogado carraspeó, incómodo.—Lo que quiero decir es que ahora está casada con el señor Matthew Vanderwood —gruñó el abogado y Heilyn asintió.—Gracias, licenciado, por
La sala entera se llenó de murmullos azorados cuando escucharon a Sienna Williamsburg decir aquello; y ella misma no pareció darse cuenta de lo que había salido de su boca hasta que su abogado se acercó de prisa.—¡Esto no es parte del interrogatorio a la testigo, no puede constar en acta! —exclamó Wombersley pero Jhon se levantó de inmediato.—¡Objeción! —declaró con firmeza—. ¡Mientras el juez no ordene personalmente a la taquígrafa que se detenga, absolutamente todo consta en acta!Mientras la sala se volvía una vorágine de protestas y acusaciones, Heilyn solo miró a Matt, que la observaba con una sonrisa suave y su mayor cara de orgullo.“Eres genial. ¿Lo sabes?”, leyó en sus labios y le hizo un guiño más tranquilo porque habían conseguido exactamente lo que necesitaban para Jhon, que ahora discutía con el abogado de Sienna frente al estrado del juez.—¡Basta! —gritó el Juez Collins frustrado—. La señora Williamsburg ha hecho una declaración en público en medio de este juicio.—¡P
Jhon sabía de sobra que no iba a responderle, pero a esas alturas no lo necesitaba. Todos en aquella sala respondían por Sienna y todos sabían que era un rotundo “Sí”. Aquella mujer había decidido que no quería que su hijo fuera dado en adopción simplemente para poder recuperarlo cuando lo quisiera.—Los niños no son objetos que se pueden guardar en un escaparate y luego recogerlos cuando uno los necesite, señora Williamsburg —siseó el abogado—. Por suerte la directora del orfanato, después de cobrar su cheque, decidió hacer caso omiso a su petición y poner a Sian en el sistema de adopciones. Mi clienta lo adoptó legalmente, y desde hace seis años es su madre, una madre que sí lo ha querido y que sí ha peleado por él. Entonces ¿les parece extraño a usted o a su abogado que el padre del niño se haya enamorado de ella? —rio con sorna—. ¡Maldición, si no supiera bien que no se pelea contra un Vanderwood, hasta yo me la hubiera llevado a mi casa!Aquella última nota de humor pareció relaj
Era el mejor abrazo del mundo, uno de esos tan fuertes que Heilyn sentía las lágrimas al borde de los ojos y no le molestó dejarlas salir aunque estuvieran delante de la gente.¡Sin apelación!¡El juez la había reconocido como la madre de Sian sin apelación! La adopción se consideraba buena y ya nadie, nadie podría amenazarlos de nuevo con quitarles a su hijo.—¡No lo puedo creer! —sollozó estrechando a Matt, que la envolvió en un abrazo apretado y sincero—. No puedo creer que esto haya terminado.—Te dije que íbamos a tener a nuestro hijo con nosotros —le sonrió Matt limpiando sus lágrimas—. ¿No te lo dije?Ella asintió despacio y los dos abrazaron a Jhon, agradeciéndole inmensamente por haberlos ayudado a ganar aquel caso.—Solo les recomiendo que no se confíen. Se nota que Sienna está muy alterada y no vienen tiempos precisamente fáciles para ella a partir de ahora.—¿A qué te refieres? —preguntó Matt frunciendo el ceño, y Jhon solo hizo un gesto para que miraran por encima de su h
Quizás era una mala decisión, pero Matt tenía que hacer todo lo que estuviera en su poder para asegurarse de que nada en el mundo iba a empañar su felicidad con Heilyn y con su hijo, así que si aquella mujer solo era razonable… solo un poco.Esta vez su firma fue completamente legal mientras sellaba aquel cheque, y se dijo que estaba haciendo lo mejor para su familia.El día anterior había hablado con Sienna y había logrado que la conversación pasara de la rabia desmedida a la curiosidad avariciosa solo en unas pocas frases.“Entonces…” había murmurado Sienna con tono venenoso. “¿Crees que puedes comprarme con unos pocos dólares?”Matt había respirado hondo para no colgar.—No son pocos. Vamos a reunirnos, vamos a negociar, y cuando veas la cantidad de ceros en el cheque quizás cambies de opinión.Sienna no estaba muy segura de eso, pero había accedido porque prefería ver qué era lo que estaba pasando en la cabeza de Matt como para que le hiciera aquella oferta.Así que allí estaban a
No era un idiota. Matthew Vanderwood tenía muchos defectos, pero no era un idiota. No confiaba en Sienna, pero prefería tenerla lo más lejos posible de él.Se limpió la boca con el dorso de la manga y se levantó de aquella silla.—Eso espero. Adiós, Sienna —escupió saliendo de aquel restaurante como si acabara de posársele en la boca una cucaracha voladora.Respiró profundo y decidió que ya era hora de sacarse todo lo malo de la cabeza y comenzar a construir su felicidad, así que se subió a su camioneta y condujo hacia la hacienda, dispuesto a pasar aquella página tan terrible de su vida que había durado ya demasiado tiempo.Y sin discusión, una de las mejores cosas de su presente era llegar a casa y escuchar desde el porche la risa de su hijo y el escándalo de Heilyn porque los gemelos se estaban robando su postre gales.—¡Hey! ¡Les juro que los voy a perseguir con la escoba! —los amenazó—. ¡Y cuando Blair venga le voy a decir que los persiga también!Matt sonrió asomándose a la coci