La pregunta la hizo temblar, pero el simple gesto de pasar saliva también era un gesto de dolor, y toda esa rabia que Matt creía que sabía controlar tan bien solo le llegó de golpe, haciendo que sus ojos brillaran llenos de impotencia.—Te hice una pregunta, Heilyn. ¿Quién te hizo esto? ¿Quién fue el desgraciado infeliz que te puso una mano encima?La muchacha retrocedió soltándose de su mano y se cubrió la boca con un gesto instintivo que a Matt lo puso mucho peor.—No... No es nada, solo...—¿Solo te tropezaste y te caíste accidentalmente contra un puño? —preguntó el con tono fiero y Heilyn pasó saliva, nerviosa.—Por favor... —En aquel momento estaba demasiado asustada y demasiado agobiada como para entrar en explicaciones, era como si su cuerpo simplemente estuviera demasiado embotado y solo quisiera cerrar los ojos y dormir.—Dime qué fue lo que pasó —demandó Matt buscando su mirada y cuando no fue capaz de alcanzarla, salvó aquel espacio y la pegó a su cuerpo, abrazando su cara
Si era honesta, tenía que reconocer no sabía cómo era eso, y si algo podía decirse con seguridad era que Heilyn Payne era una mujer honesta. Que alguien más se encargara, que alguien la protegiera, que alguien se ocupara de borrar el miedo, la incertidumbre, o las amenazas de su vida.—¿Dónde lo encuentro? —preguntó Matt con tono resuelto y la mano de Heilyn fue instintivamente al bolsillo donde había guardado aquella tarjeta, pero no llegó a sacarla.—Matt, escucha...Quería calmarlo primero, pero para este momento de los ojos de aquel hombre no escapaban ni uno solo de sus gestos, y sus manos fueron directamente a aquel bolsillo, sacando la misma tarjeta con el nombre del hotel.—¿Aquí está? —preguntó en un tono más suave porque sabía que ella ya debía estar demasiado nerviosa—. ¿Este número es el número de la habitación donde está?—Matt espera...—Te dije que yo voy a ocuparme.—Pero es que...—Tú solo quédate aquí —le ordenó él—. Date un baño, olvida todo esto. Juro que muy pront
Fue solo un instante, uno de esos fugaces que no se deben dejar pasar, uno de esos que un tipo cínico y ruin como Barri Watson era incapaz de prever, y para ser sinceros, a Matt no le importaban demasiado los avisos.Que mencionara su nombre, el simple hecho de que mencionara su nombre en aquel tono después que acababa de golpearla era mucho más de lo que Matthew Vanderwood estaba dispuesto a tolerar.Su puño impactó directamente en la mandíbula inferior de Barri y lo mandó al suelo con un quejido de sorpresa y de dolor. Sin embargo, no le dio tiempo a que se recuperara; el segundo puñetazo lo descargó sobre su ojo izquierdo, haciéndolo gritar y patalear mientras Matt lo sostenía por el cuello de la camisa y volvía a golpearlo.—¡NUNCA JAMÁS EN TU PU@ VIDA SE TE OCURRA TOCAR A LA MADRE DE MI HIJO! ¡NUNCA JAMÁS EN TU PUT@ VIDA SE TE OCURRA MIRARLA, PORQUE ELLA ES SAGRADA, INFELIZ!—¡Ni siquiera es suyo, ni siquiera es suyo...! —gritaba Barri, intentando manotear para quitárselo de enci
El corazón de Heilyn latía tan rápido que creía que se le saldría del pecho en cualquier momento, sin embargo ahogó aquella dulzura metiéndose a bañar y luego usando aquel maquillaje para cubrir completamente todo el moretón que tenía en la barbilla porque no quería asustar a Sian.Para cuando bajó las escaleras de nuevo, él estaba concentrado inflando globos y no le dedicó una mirada más allá de la amabilidad. Se notaba tenso e inquieto, pero si era honesta la verdad era que ninguno estaba en su mejor momento.Terminaron de poner en silencio todas las decoraciones, y armaron un enorme cartel para celebrar el fin de su tratamiento.—¿El doctor dijo que ya se terminó? —preguntó Heilyn sin comprender y Matt asintió.—Luego hablaremos de eso, ahora será mejor que vayamos por Sian —replicó y poco después recogían a su hijo en el hospital.Era un pequeño ángel Sian, y hasta se hizo el sorprendido cuando llegó a casa y vio la pequeña fiesta que le habían preparado sus papás.—¡Me encanta! ¡
Matt juraba que podía sentir la transformación: Si existía algo parecido a una mujer lobo esa debía ser Heilyn Payne en el momento en que escuchaba que su hijo iba a estar expuesto de nuevo a la bruja que lo había abandonado. Y Matt lo entendía: a ella podían hacerle lo que quisieran, pero a su hijo no lo tocaba ni Dios.—¿Me estás diciendo que voy a tener que verle la cara a esa infeliz? —siseó y él respiró aliviado porque prefería mil veces verla en modo de batalla.—Verla, hablarle, soportar sus lágrimas de cocodrilo.—No, soportarlas no, muy bien que se las puedo secar de un guantazo, porque déjame aclararte algo: estuve más que de acuerdo en venir a vivir a Texas, pero no en que esa mujer se acerque a mi hijo. ¿Por qué no me lo dijiste antes? —protestó y Matt la hizo sentarse para que se calmara.—Porque de cualquier forma Sienna iba a encontrar a Sian —le explicó—. Ya te dije que ella cree que mi padre está muerto y que le dejó toda su herencia, solo por eso me contó que el niño
Tenía que hacerlo. No sabía por qué pero tenía que hacerlo. Así que a la primera oportunidad que tuvieron de que Sian se entretuviera con sus primos, Matt tiró de la mano de Heilyn y la llevó fuera de la casa.La muchacha se sorprendió cuando vio que tenía su cartera en las manos para entregársela.—¿Estás bien? —le preguntó apurado y la muchacha no pudo ocultar la sonrisa.—Jamás había visto a Sian tan feliz en toda su vida —aseguró Heilyn y Matt respiró con alivio.—Sé que nuestro hijo está feliz, lo que quiero saber es cómo estás tú —murmuró acercándose a su cuerpo despacio y acariciando su espalda con un gesto suave.—Estoy aliviada. No pensé que tu familia fuera tan… tan linda. Me da tristeza que a Sian le hayan quitado todo ese amor desde que nació y por otro lado… me siento egoísta porque estoy feliz de haber podido darle el mío.—Sian es el niño más afortunado del mundo por tenerte —le sonrió Matt—, y te aseguro que todo lo que le ha faltado se lo compensaremos a partir de aho
Heilyn sonrió de medio lado y suspiró con fastidio mientras se acercaba a Matt y se quedaba a su lado. No podía creer en el cinismo de aquella mujer pero no estaba dispuesta a tolerarlo.—Ahórrate el papel de víctima porque no te queda —replicó con determinación—. Y procura mantenerte alejada de mi hijo, porque no tienes idea de lo que soy capaz por él.No había palabras para describir la frustración y la ira en el rostro de Sienna Williamsburg. Por supuesto que recordaba a Heilyn, aunque si era honesta ni siquiera se sabía su nombre, solo era un borrón en su memoria en aquel paso suyo por Gales, solo era la mujer sombría en un rincón, a la que le había entregado al niño.—¿Cómo te atreves a meterte entre nosotros? ¡No sabes de lo que estás hablando! —gritó furiosa—. ¡Mi madre fue la que me robó a mi hijo! ¡Se lo llevó y lo entregó en un...!—Bueno, pero es que yo a tu madre no la vi —replicó Heilyn, interrumpiéndola—. La que estaba allí ese día con la directora del orfanato entregand
—¡Alabado sea el señor todopoderoso que te abrió las entendederas y el corazón y te hizo elegir a una buena mujer para…!—Papá, cálmate, solo es por los papeles —lo interrumpió Matt y su padre lo miró como si de repente le estuviera creciendo otra cabeza.—¡¿Pero tú eres tonto?! —lo increpó el señor Rufus—. ¡¿Me vas a decir que esto solo es por tu hijo?! ¡¿En serio?! Porque créeme que ese cuento solo te lo tragas tú, y tu hijo porque es muy chiquito… y tus hermanos porque también son medios tarados emocionales, pero ¿yo? Matt se rascó la nuca con inquietud porque su padre se ponía necio bastante seguido, pero terminó bufando y dando por zanjado el asunto. —Pues para nosotros esto es solo un asunto legal, papá. Así que les voy a agradecer a todos que por favor se comporten a la altura —sentenció con mucha seriedad y se alejó de allí mientras Rufus Vanderwood se cruzaba de brazos.Solo unos minutos después los gemelos se le acercaban y suspiraban con dramatismo.—¿Sigue en negación? —