Nate no podía dejar de pensar en aquello. Su familia, ¿en serio? Ni siquiera le pasaba por la cabeza quién podía ser tan malvado como para realmente provocar aquellos accidentes y lastimarlos. ¡Maldición, la niña, la niña había quedado en medio de todo aquello y solo era una bebé que no tenía la culpa de nada! Él mismo había estado a punto de morir, pero si no hubiera sido Blair, ¡habría sido Blair! Entonces... ¿Quién era capaz de hacer algo como aquello?Llegó a la oficina esa mañana a seguir trabajando porque era lo único que podía hacer, y tenía que confiar en Ranger para resolver aquello, o de lo contrario se volvería loco.Sin embargo, apenas atravesó las puertas, cuando su asistente entró tras él, para comentarle reuniones que tenían el día.—Ah, señor Vanderwood, ¡otra cosa! —apuntó la mujer—. Desde ayer en la tarde su celular de trabajo no ha dejado de sonar en una de las gavetas del escritorio —le comentó—. Yo sé que ese usted no se lo lleva a casa, pero quizás sea algo impor
El paso de la familia aquel fin de semana fue tan estresante como Blair lo había imaginado, pero sabía que no podía negarse. El señor Rufus estaba en la gloria, rezando solo para que fueran dos porque así ya tendría sus tres nietecitos.—Hija, entiéndeme, tengo que comenzar el equipo de fútbol por algún lugar.—¿Y si salen niñas todas, señor Vanderwood? —se rio Blair.—Pues nada, ¡un equipo femenil! —aseguró el patriarca emocionado. La verdad era que todos parecían muy felices, todos excepto la señora Adaline. Blair notó la tensión con que los felicitaba, pero no volvió a mencionar una palabra ni a ella ni a Nate en casi todo el fin de semana.Por supuesto, Ranger estaba allí, con sus veinticinco ojos abiertos y deambulando por la casa como un fantasma, siempre detrás de Nathalie o de ella. Pero con el agradecimiento que todos le tenían por haber encontrado a Nate en aquella crecida, ya lo consideraban una parte indispensable de la familia; y no se les hacía raro que estuviera allí.
Blair solo sintió el tirón y la respiración acelerada de Nate pegándola a su cuerpo, mientras aquel auto pasaba a centímetros de los dos pitando como loco.—¡Dios, me vas a matar, me vas a matar de un infarto! —gritó él por el susto—. ¡¿Qué diablos tienen tú los carros que no pueden mantenerse separados, mujer!? ¡¿Por qué no te paras cuando te digo que te pares!?—¡¿Y tú por qué diablos me mientes cuando no deberías hacerlo!? —replicó ella intentando secarse nerviosamente las lágrimas—. ¡¿Cómo no se te ocurrió decirme que tenías un hijo!? ¡¿Por qué me mentiste en Nate!?—¡Porque no es cierto! ¡Porque no tengo un hijo! —exclamó él desesperado.—¡¿Entonces qué es lo que ella está diciendo?! ¿¡Que lo tuvieron hace años!? ¿¡Qué jamás le has dicho a nadie!? —lo increpó Blair—. ¡¿Te crees que soy una maldit@ estúpida!? ¡Esa es la mujer de la cabaña, Nate! ¡La mujer de las fotos... por la que te pusiste como un desquiciado! ¡La misma a la que le dices "tu infierno personal"! ¿Y por qué, eh?
Nate pasó saliva cuando vio a Blair asentir suavemente, pero era obvio que los dos entendían que momentos como aquel no se podían retrasar.—Lo siento mucho —murmuró él con una mezcla de nerviosismo y vergüenza—. No debí gritarte así, no debí eso de esa manera... ¡Maldición! A estas alturas ya no sé ni lo que debo decir.—Yo también lo siento —respondió Blair arrugando el edredón en su regazo—. No se supone que deba cuestionarte estas cosas, pero... No puedes decir cosas como las que dijiste, Nate, y esperar que no afecten a la gente a tu alrededor.—Lo sé, pero es que... —Nate se sentó en el borde de la cama junto a ella y miró a algún punto vacío en un rincón de la habitación—. No sé cómo lidiar con nada de esto, me ha estado matando por años, y supongo que después de todo, el pasado no puede enterrarse, ¿verdad?—No, no podemos enterrarlo... Pero podemos intentar vivir con él de una forma que no nos haga daño —dijo ella haciendo acopio de entereza—. He tenido que... he tenido que h
Un hijo. Aquella revelación golpeó a Matt en el medio del pecho con más fuerza que un puñetazo.La historia de Nate era atropellada y dolorosa, pero durante años había querido saber cómo su hermano se había dado cuenta de que se había acostado con su novia en medio de una de sus borracheras. Por aquel entonces pasar por los fines de semana ebrio era lo normal para él; después de todo, estaba en la universidad y las fiestas de las fraternidades no paraban.Nate era dos años mayor que él y siempre estaba regañándolo y protegiéndolo, pero eso no había evitado que se emborrachara y despertara en aquella cabaña con Sienna.—Era... era como una nebulosa en mi mente —murmuró Matthew con los ojos húmedos—. Pero sí sabía que me había costado con ella y luego ustedes...—Y luego nosotros nos fuimos a Europa —replicó Nate—. Íbamos a estar un par de años allá, haciendo posgrados. Bueno… yo estudiando y ella viviendo de mí. Allá me dijo que estaba embarazada, que no le dijéramos a nadie porque iba
Matt era capaz de verlas. La duda, la desesperación, la impotencia, y sobre todo la forma tan feroz en que eran capaces de aflorar en su hermano. Sabía todo lo que había sufrido a lo largo de los años por su traición, una de la que él había sido una parte voluntaria o involuntaria, no importaba, solo importaba el hecho de que realmente le había causado un dolor indecible.Y ahora aquella bruja maldit@ estaba allí, enseñándole aquellas fotos y diciéndole algo que terminaría por destruirlo completamente.—¡Pues yo no te creo, no te creo una mierd@! —le escupió a Sienna mirándola con odio—. Si lo que querías hacer era tener un hijo con él y no creías que pudiera dártelo, entonces debieron ir con un médico, debiste llevarlo a que se hiciera exámenes y en lugar de eso lo que hiciste fue traicionarlo y usarme a mí para eso. ¡Eso no es amor, eso es ser manipuladora, desvergonzada, eso es no tener un maldito corazón en el pecho...!Pero mientras él se desahogaba, Sienna solo veía con satisfac
La situación realmente no podía ser más tensa. Nate sentía como si tuviera una cuchilla hundiéndose una y otra vez en medio de su pecho. Una parte de su corazón le decía que no podía desconfiar de Ranger ni de Blair, pero el resto de él, todo lo que quedaba de ese hombre herido y traicionado, solo tenía miedo de que todo aquello fuera cierto.Todavía era capaz de sentir aquel desasosiego que lo había asaltado al ver los ojos de ese bebé recién nacido y darse cuenta de que eran idénticos a los de Matt. Si aquello le había llegado de parte de las dos personas que más quería en el mundo, entonces ¿qué podía esperar de los demás?—¡Tú no sales de aquí! —sentenció mirando a Blair y la muchacha se detuvo en el umbral de la puerta—. Te dije que yo me iba a ocupar de ustedes hasta que el bebé naciera y eso es exactamente lo que voy a hacer. Así que tú te quedas en esta casa.Y si alguien tenía que irse, entonces era mejor que fuera él, porque ni Blair ni la niña tenían por qué estar exponiénd
—¡Lárgate de aquí! ¡Lárgate, no quiero volver a verte! —rugió Nate con tanta fuerza que un segundo después Ranger bajaba las escaleras dispuesto a darle la paliza que le había prometido, hasta que se dio cuenta de que aquellos gritos no eran para Blair.—¿Quieres que le eche a los perros? —gruñó mirando a Sienna con molestia—. Aunque la verdad es que los años no la han tratado demasiado bien, si los perros la dejan todavía peor, me va a dar penita.Siena lo miró con rabia. Ranger siempre había sido como una piedra en su zapato, el mejor amigo de Nate. Los únicos años en que había logrado alejarse de él había sido cuando se había enlistado en el ejército, pero tenerlo de vuelta era otro contratiempo con el que no había contado, aunque ciertamente había tratado de usarlo a su favor.Les dio la espalda y se dirigió a la salida con la misma actitud de niña dulce y ofendida. Ya no le creía nadie, mientras Blair se giraba hacia Ranger.—No tenemos perros.—Por echar a esa, yo hasta muerdo —