Nate frunció el ceño porque si algo no era normal era que su madre planificara viajes sin avisarle antes. De hecho, Adaline jamás había salido de Texas para ir a verlo más que un par de veces. Que hubiera estado antes en Nueva York había sido por ruegos suyos, pero muy pocas cosas sacaban a aquella mujer de su hábitat natural. —¿Qué quieres decir, mamá? ¿Cómo que estás viniendo…? ¿De visita? “¡Pues claro que de visita, Nate! ¿En calidad de qué otra cosa iba a ir?”, espetó su madre con cierta frustración, y Nate se dirigió a la heladera para sacar una botella de vino helada porque definitivamente iba a necesitarla. —Bueno, mamá, es que normalmente avisas que vienes —replicó. “Pues sí, pero pareciera mentira que siempre tengo que avisar para ir a la casa de mi hijo. Solo quiero pasarme una temporada con ustedes y si quieren pasar la Navidad allá, está bien. Entonces, yo los acompaño”. —¿Temporada? ¿Hasta Navidad? —murmuró Nate. Blair pasó saliva al escuchar aquello. No era que le m
Si era honesta, hacía mucho tiempo que Blair no tenía oportunidad de hacer un hermoso viaje como aquel. Quizás una de las cosas más extrañas de saber que el tiempo se acababa, era la capacidad para disfrutar de todo con emoción.Pasaron el día siguiente entre juegos, atracciones, y para cuando el día terminó, ya Blair ni siquiera era capaz de contar cuantas fotos tenían su celular, y Nathalie y Nate se veían hermosos en todas.—¡Ya, me rindo, no puedo más! —murmuró él bajando a la bebé de sus hombros y abrazándola con ternura mientras le daba un beso en la mejilla—. ¿Cómo puede aguantar tanto?Blair rio y miró los ojitos adormilados de su hija.—No creas, un baño y en cinco minutos estará dormida.Y no se equivocaba, porque apenas llegaron a la habitación y metieron a aquella bebé a la bañera de agua caliente, y en pocos minutos cayó rendida en su cuna.—Voy a pedir de comer, ¿se te antoja algo? —preguntó Nate y ella suspiró.—Mientras sea comida, te juro que podría comerme uno de los
Ranger no sabía exactamente qué estaba buscando, pero llevaba en la sangre esa capacidad para rastrear y una lógica perfecta en la que las piezas se iban uniendo poco a poco, incluso aunque al inicio no significaran nada. Así que esperó pacientemente a que la mujer al teléfono le diera una respuesta.—Tres mil ochocientos cuarenta y cinco —dijo la señorita del banco—. Es la suma que acaban de retirar hace unos minutos, tres mil ochocientos cuarenta y cinco. ¿Hay algún problema con la cuenta? ¿Quiere reportarla?—No, ninguno, ninguno problema. Es solo que no me salió el recibo del cajero y quería comprobar —aseguró Ranger y colgó mientras su cerebro hacía girar aquellos engranajes.Tres mil ochocientos cuarenta y cinco era un número demasiado específico, así que algo le decía que sui Blair había extraído esa cantidad era porque no necesitaba ni un dólar más ni un dólar menos.Se encaminó hacia la empresa de seguros y pidió hablar con una ejecutiva.—¿En qué puedo ayudarlo, Señor Wallis
Los labios de Nate se convirtieron en una línea fina porque sabía que eso era cierto, y su mejor amigo bufó con fastidio porque estaba evidentemente de acuerdo.—¡Diablos, tiene razón! Pero no podemos descartar nada —gruñó Ranger molesto y decidió que quizás aquel era un buen momento para obtener más información de ella. De verdad no quería sospechar, pero su mejor amigo era Nate y a él era a quien le debía lealtad—. Necesito que me hables de la gente en tu vida. Además de la señora Margo, ¿amigos, parejas... alguien que tenga algo contra ti?—Ranger... Déjala...—No, Nate, son preguntas simples. Quizás alguien de su vida este detrás de esto...—Pero...—Nate, está bien —lo interrumpió Blair—. Él tiene que preguntar, pero honestamente no se me ocurre nadie. La verdad es que después de la muerte del padre de Natalie tuve algunos problemas con su familia pero...—¿Cómo fue que murió el papá de Natalie? ¿Porque tuviste problemas con ellos? —la interrogó Ranger y la muchacha se abrazó el
¿Era posible que el alma temblara? Blair no lo sabía, pero podía jurar que eso era exactamente lo que sentía viendo aquellos papeles frente a ella. Las cosas estaban tan tensas con todo el asunto de los supuestos accidentes que aquella había sido la primera decisión drástica que había tomado.Si algo pasaba… si algo pasaba antes de lo que esperaba, entonces Nathalie se quedaría sin nadie que la cuidara. Por eso había aceptado la propuesta de firmar la adopción anticipada.—Sabes que no tienes que hacer esto si no quieres ¿verdad? —le dijo él cuando vio que la pluma temblaba en su mano—. Solo estoy haciendo esto para que te sientas tranquila, Blair, pero si no...—Está bien. Está bien... —aseguró ella—. Solo es algo difícil para mí, pero está bien —murmuró y trató de evitar que aquel cúmulo de lágrimas no salieran de sus ojos mientras firmaba la adopción.—Solo para que lo sepas: es abierta —le explicó Nate señalando aquella cláusula—. Lo único que significa es que Nathalie también ser
Blair sentía que su corazón se iba a salir, aunque no estaba muy segura de si era por el alivio la emoción o el miedo.A su lado Nate parecía completamente en shock, solo apretaba su mano con fuerza y pestañeaba despacio, como si necesitara que se lo repitieran.-Estamos embarazados... -murmuró y Ranger palmeó su espalda felicitándolo.-¡Pues parece que después de todo sí eres un semental! -se rió bromeando porque Nate tenía cara de que se desmayaría de un momento a otro.Y la verdad era que absolutamente nadie podía entender lo que él estaba sintiendo en ese instante.Ya había pasado por una noticia de esas, por una mujer diciéndole que estaba embarazada de su hijo, y en aquel momento la alegría lo había dominado todo, solo para acabar en el peor dolor posible y una amargura que había consumido su vida durante años.Y ahora mirando a Blair frente a él, con aquellos ojos húmedos, era como si a pesar de aquel contrato no hubiera entendido bien en lo que se metía.-Bueno, ¿el semental y
Nate no podía dejar de pensar en aquello. Su familia, ¿en serio? Ni siquiera le pasaba por la cabeza quién podía ser tan malvado como para realmente provocar aquellos accidentes y lastimarlos. ¡Maldición, la niña, la niña había quedado en medio de todo aquello y solo era una bebé que no tenía la culpa de nada! Él mismo había estado a punto de morir, pero si no hubiera sido Blair, ¡habría sido Blair! Entonces... ¿Quién era capaz de hacer algo como aquello?Llegó a la oficina esa mañana a seguir trabajando porque era lo único que podía hacer, y tenía que confiar en Ranger para resolver aquello, o de lo contrario se volvería loco.Sin embargo, apenas atravesó las puertas, cuando su asistente entró tras él, para comentarle reuniones que tenían el día.—Ah, señor Vanderwood, ¡otra cosa! —apuntó la mujer—. Desde ayer en la tarde su celular de trabajo no ha dejado de sonar en una de las gavetas del escritorio —le comentó—. Yo sé que ese usted no se lo lleva a casa, pero quizás sea algo impor
El paso de la familia aquel fin de semana fue tan estresante como Blair lo había imaginado, pero sabía que no podía negarse. El señor Rufus estaba en la gloria, rezando solo para que fueran dos porque así ya tendría sus tres nietecitos.—Hija, entiéndeme, tengo que comenzar el equipo de fútbol por algún lugar.—¿Y si salen niñas todas, señor Vanderwood? —se rio Blair.—Pues nada, ¡un equipo femenil! —aseguró el patriarca emocionado. La verdad era que todos parecían muy felices, todos excepto la señora Adaline. Blair notó la tensión con que los felicitaba, pero no volvió a mencionar una palabra ni a ella ni a Nate en casi todo el fin de semana.Por supuesto, Ranger estaba allí, con sus veinticinco ojos abiertos y deambulando por la casa como un fantasma, siempre detrás de Nathalie o de ella. Pero con el agradecimiento que todos le tenían por haber encontrado a Nate en aquella crecida, ya lo consideraban una parte indispensable de la familia; y no se les hacía raro que estuviera allí.