CAPÍTULO 8

Abril corría de un lado a otro mientras su hijo se limitaba a mirarla sentado en su silla mientras terminaba su desayuno. Si su madre hubiera llegado antes, no estaría así, corriendo de un lado para otro. Pero lo que el pequeño Mateo no sabía era que él era toda la ilusión de su madre, todo lo que necesitaba para seguir adelante.

La hermosa sonrisa de su hijo dibujada en su rostro brillaba más que nunca, desde que aquel angelito llegó a su vida como un milagro, ella ya no podía ver más allá de aquel par de ojos marrones donde no podía evitar ver la viva imagen de aquel hombre al que un día llegó a amar con todo su corazón. Era increíble que todo ese amor que una vez sintió por él acabara así.

Por supuesto, era el padre de aquel bebé quien le causaba el mayor dolor, pero eso no significaba que no quisiera menos a su hijo. Al fin y al cabo, su bebé era inocente, ese bebé suyo nunca eligió tener un padre así. Ese bebé suyo había llegado a la vida y estaba agradecida por ello. La prime
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