CAPÍTULO 10

Abril continuó su camino después de lo que le había ocurrido. Cuando supo que estaba lejos del hombre, por fin pudo detenerse y echar un vistazo a su rodilla, como si las manos de aquel apuesto hombre se hubieran impreso en su piel. No pudo evitar sonreír. Era cierto que su primer encuentro no había sido el mejor de los mejores, incluso parecía molesto por haberla encontrado en el suelo. La segunda vez que se miraron, él la defendió, diciendo que no hacía el tipo de trabajo que los otros hombres con los que estaba esperaban de ella, y la última vez, se mostró como un hombre lleno de bondad. Las profundidades de Abril ardieron cuando sintió la cálida piel en su rodilla. Fue una experiencia total.

Finalmente, cuando se sintió preparada para continuar su jornada y se dio cuenta de la hora a la que llegaba a su trabajo, Abril se alineó un poco más e intentó cubrirse la rodilla al entrar. Otros dos compañeros entraron con ella.

—Buenos días, Abril—, dijo una de las chicas allí presentes.
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