Una firma que lo había cambiado todo, una petición que había cambiado el rumbo de dos vidas, ellos no eran más que títeres de la misma vida, el mismo destino que solo parecía ser escrito por aquellos los habían traído a la vida. La vida nunca fue dada como un don, como un derecho, al menos no en su mundo, en el mundo de la gente que liberaba a un mundo más bajo. Dar la vida era la dar la oportunidad de continuar siendo quien se sentara en el trono desde donde podía ver todo, decidir por todo y así, hacer cuántos cambios ellos desearan.Con los pensamientos totalmente en la mujer que había dejado atrás sin mirar, sin preguntarse por un momento cuánto podría estar ella necesitandolo, Brandon continuó su camino hasta la salida del hospital para después, tomar su camioneta.Y en la total soledad en qué un alma se puede encontrar, Brandon siguió su camino. De la mente no se podía quitar las imágenes de aquella mujer que con lágrimas de terror u de odio, fue capaz de hacerse fuerte frente
Después de aproximadamente cuarenta minutos que habían pasado desde la llegada de Sebastián, por tercera vez entró por la misma puerta. Para ese momento ya llevaba los documentos necesarios para salir de ahí, mismos que ella esperaba ver desde la segunda vez que entró. —Listo, Cristal, es hora de irnos —dijo Sebastián sentándose a lado de la persona que más lo estaba necesitando.—Gracias, Sebastián, gracias por estar aquí —dijo Cristal mirándolo a los ojos.El significado de su nombre estaba ahí, en la mirada que él le daba, sus ojos cristalinos, sus ojos llenos de lágrimas a punto de salir. No sabía lo que había pasado con ella y aun así, deseaba que de eso solo cosas buenas pudiera tomar.Era de esa manera en que las personas eran corrompidas. Porque el mundo era así, el mundo no soportaba ver la genuinidad del corazón humano, el mundo siempre iba a estar en contra de ello y se iba a revelar hasta hacer a ese corazón parte de ellos, parte de la maldad del mundo. ¿Cómo podía nacer
Tres botones abajo, las mangas de la camisa dobladas hasta la mitad del brazo como si estas, en algún momento del día le hubiera hecho difícil llevar a cabo sus actividades, en la mano derecha, un reloj de oro que adornaba la muñeca masculina de aquel hombre.Bajando de la camioneta, llevando en su mano derecha su saco, Brandon siguió su camino hasta entrar en aquella casa color blanca, la más grande seguramente tomando en cuenta todas las casas terrenos y de todo lo que ellos eran dueños.Sus pasos solo hacían saber que la furia tenía sonido, Brandon continuó por las escaleras hasta que las puertas se abrieron.El perfecto piso color blanco, mujeres vestidas de blanco con negro iban de un lado a otro sonriendo de manera amistosa como si de esa manera dijeran que estaban a las órdenes del hombre que acababa de llegar. — ¿Dónde está el presidente? —preguntó Brandon a una de las mujeres que pasaba por ahí.—Joven Lambert, su abuelo se encuentra en su estudio, está en compañía del señor
Una vez más Wyatt sonrió. Ella estaba tan interesada en aquella mujer que ya podía saber a lo que iba. —Si quieres ganar el corazón de Brandon, yo puedo ayudarte a quitar a Tábata del camino.— ¡No me interesa jugar como tú estás acostumbrado a hacerlo?— ¿Estás segura?—Más que segura, nunca antes en mi vida podría estarlo más que ahora.—Para Brandon no hay mujer más perfecta que Tábata, aquella que lo ayuda a llevar el control de sus citas, aquella que está con él día y noche, aquella que terminaba resolviendo sus problemas cuando este prefería irse a tomar con sus amigos mientras invitaba a más mujeres a estar con él. Para Brandon no puede haber una mujer más perfecta que la misma que iba a recogerlo de los bares cuando se pasaba de copas. ¡No podría haber es
La mañana comenzaba como cualquier otra, o al menos eso era lo que quería pensar Brandon al despertar. Sus ojos se fueron acostumbrando a la luz del día, inmediatamente se dio cuenta de lo que había pasado una noche anterior. Domingo, había sido domingo y todo lo que él podía pensar era que el nuevo día llevaba por nombre, lunes. Tan pronto como en su mente esa palabra fue nombrada, Brandon se levantó del suelo para correr al closet y tomar la ropa que se iba a poner para ese día. Ni siquiera quería saber la hora pero algo dentro de él le decía que era tardísimo, tan tarde como para preferir querer impresionarse al darse cuenta que al menos tenía el tiempo justo para llegar a la escuela.En la entrada de aquella escuela ya se encontraba Tábata, esperando por Brandon, el mismo por el que no parecía tener paz, por el que se la vivía preocupada, para el que siempre quería lo mejor. Golpeando sus uñas contra sus cuadernos, Tábata intentaba ver un pco más allá de los que su vista realmente
Sebastián había entendido algo. No la iba a presionar, no iba a decir nada, no iba a hacer nada para que ella se sintiera presionada y como consecuencia, hablara sobre eso que le estaba pasando. Solo esperaba que supiera algo. Él siempre iba a estar para hacerle frente a él, él siempre iba a estar para ella no importaba qué, él realmente quería que eso quedara en la mente de ella. Si no estaba preparada para hablar, él lo respetaba y la iba a respetar siempre. ¿Quién había dicho que las relaciones de amistad entre un hombre y una mujer no podían ser? Ahí estaba Sebastián y su primo para demostrar otra cosa porque más allá de ser su primo, su doctor, era su amigo, el más sincero que ella hubiera podido tener.— ¿Vamos a comer algo o, comiste de más en ese restaurante? —preguntó Sebastián.La tensión había bajado por completo. Cristal logró sonreír después de tanto tiempo. Su primo estaba para ella en la manera justa en que ella lo necesitaba. —No, no comí casi nada —dijo ella.
Con una sonrisa en el rostro, Brandon supo ser consciente de aquella sonrisa que ella le estaba dando de una manera descarada para él. Y es que seguía sin creer que solo fueron necesarias unas horas para que ella cambiara por completo, para que regresara a casa como una persona desconocida, una persona que a no sentía nada y que en ese momento podía dejarse al descubierto.Así eran todas las mujeres con las que él había estado, así eran todas, siendo mujeres descaradas, mujeres que solo veían al mejor postor y se entregaban a él como si de cualquier cosa se tratara. Así eran todas menos una, aquella que ahora le estaba dañando el alma con tan solo sentirse divido por la mujer que había regresado siendo toda una descarada.— ¿Irás conmigo o no? Digo, no es que busque mandar en tu tiempo pero yo tengo a un lugar al que llegar puntual —dijo Cristal sin más.Brandon la miró queriendo encontrar la verdadera razón por la que ella había cambiado tan prontamente.— ¿A qué debo este cambio? —p
Para ese momento ella recordó que debía de fingir, debía de dar otra cara frente a su familia, la familia que estaría vigilando cada uno de sus movimientos.Queriendo saber a qué iba todo eso, Brandon se impuso justo antes de entrar a la casa de la familia de Cristal.— ¿Qué pretendes con todo esto? —preguntó él sin más rodeos.— ¿De qué hablas?— ¿Qué pretendes con comportarte así?Cristal sabía que Brandon era un hombre muy inteligente pero eso no significaba que él siquiera imaginara lo que ella estaba planeando hacer.—Solo llevar la fiesta en paz.De la casa blanca, las luces parecían llamar la atención de cualquiera que pasara por ahí, detrás del auto de Brandon un auto más hacía su aparición.No había tiempo de contestar las preguntas de Brandon, reconociendo la persona que viajaba dentro se dio cuenta que no era más que una de sus primas, la misma con la que no hablaba mucho pero eso no significaba que no compartieran ninguna emoción por cada vez que se veían. No era más que u