Sentada en los sillones de la sala, Cristal admiró la casa que no había podido admirar como lo hacía en ese momento. Todo parecía haber pasado en un abrir y cerrar de ojos que ahora que tenía el tiempo para centrarse en todo eso, no hacía más lograr ver los lujos de los que estaba rodeada.Inmediatamente el sentimiento de soledad y tristeza llegaron a su corazón al ver aquel letrero que su amigo había puesto para ella. Él era el único que verdaderamente la esperaba, nadie más que él. Ella podría irse mucho al infierno por Brandon, al final nada le iba a hacer más feliz que eso.A su mente llegó aquel recuerdo.— ¿Has encontrado algo sobre el contrato que firmé? —preguntó Cristal con esperanza. —No, la verdad es que no he encontrado nada, he intentado ir más allá pero no parece haber información al respecto. Ella tenía que saber cuánto antes de qué se trataba aquel contrato que había firmado sin tener el tiempo de leer y saber a lo que se enfrentaba. Un recuerod más llegó a su mente.
Con las lágrimas invadiendo su mirar, todo de lo que ella pudo ser consciente en ese momento era en la manera en que él la estaba mirando. Si su mirada tuviera el poder de asesinar, ella seguramente habría sido masacrada en ese momento. Jamás iba a entender ese odio que él sentía por ella, jamás iba a lograr hacerlo entender que ella verdaderamente no había leído el contrato.Había soportado mucho, estaba soportado mucho porque él, bastaba que fuera el gran hombre lleno de poder para pensar que podía mandar en su vida, podía hacer lo que quisiera con ella.Era cierto que había sido un sueño que después se convirtió en una pesadilla el haberse encontrado con su amor del pasado pero al parecer, jamás iba a volver en él al hombre que algún día ella lo vio siendo débil.Prontamente las palabras ya no fueron pronunciadas por sus labios, prontamente fueron sus labios los que se quedaban cerrados, sin tener nada que decir, sin tener cómo defenderse porque todo lo que podía hacer era llorar,
Con cuidado, agradeciendo que Brandon se hubiera retirado sin presionarla, ella se dio el tiempo que necesitaba para bajar las escaleras a su ritmo. Recargado en la puerta de su auto último modelo, Brandon esperaba por Cristal con las manos en los bolsillos.La puerta de cristal se deslizó tan pronto como el sensor sintió la presencia de aquella mujer.Una vez más, Brandon sintió perderse en ella con la diferencia que esta vez no pretendía ser más obvio de lo que ya había sido.—Sube al auto —dijo Brandon abriendo la puerta para después, caminar hasta su lugar.Con cuidado, Cristal continuó su camino hasta poder cerrar la puerta.— ¿A dónde vamos? — Preguntó Cristal con la mirada baja.—Ya lo verás —dijo Brandon siguiendo el camino adelante.No había nada que ella pudiera hacer así que soportando la humillación de que él hiciera lo que quisiera con ella, sintiendo como ella se volvía más frágil que la misma nieve, supo cerrar sus manos en puños donde la energía que buscaba ser sacada
Una máquina de alumbramiento, eso era todo lo que ella era para él. Una hembra que iba a asegura la existencia de la familia de los Lambert, la única capaz de entregar a un hijo a cambio de la seguridad del poder de su abuelo. ¿En qué momento el mundo había cambiado de esa manera? ¿En qué momento fueron sus sueños propiedad de alguien más?Un hijo, de ella iba a nacer un bebé que nunca fue querido, un hijo que significaba la destrucción de sus sueños, un hijo que no era más que una herramienta de poder para la persona que era su padre.Aquel cuento de hadas con el que ella soñó, aquel príncipe azul que pensó, estaba destinado a llegar a su vida después de la realización de sus sueños, aquel castillo de cristal, los sueños de oro, el amor genuino, todo eso podía ir a la basura en ese momento en que ya no le quedaba nada para seguir adelante.Un hijo, de ella iba a nacer un hijo que ella jamás podría querer por ser de la persona que más la estaba destruyendo. —Cristal, vamos, acuéstate
Afuera. Muy cerca de donde Brandon había dejado su auto, el sentimiento de culpa comenzó a asaltarlo una vez más. Nunca en su vida se hubiera imaginado ser capaz de entregar a una mujer para que hicieran con ella lo que quisieran mientras la trataban como una herramienta más.Queriéndose olvidar de aquel sentimiento de culpa, Brandon sacó su celular del bolsillo de su pantalón para así, llamar a la persona que más interesada estaría en saber lo que en ese momento debía de estar pasando en el consultorio de la doctora a la que le había pagado lo suficiente como para olvidarse de su ética por un momento.Después de haber pensado un poco y dejando atrás los acontecimientos pasados, Brandon marcó el número de la persona que debía de estar esperando por saber. — ¿Abuelo? —preguntó Brandon al momento.—Sí, Brandon, ¿ya está todo listo?Brandon suspiró con pesadez. —Llámale a mi madre y dile que… dile que todo está listo. Está hecho, ella debe de quedar embarazada después de hoy. —Dijo Bra
Colgando la llamada el abuelo de Brandon no pudo resistir la emoción que sintió al solo hecho de haber hablado con su nieto. Finalmente, las empresas pasaría n a ser de él y no solo eso, estaba completamente aseguradas así como su apellido, así como el poder de aquella familia, ¿qué más podía suceder si un niño estaba ya en camino?Y si alguna vez le preocupó aquella pregunta que le hacían los inversionistas por cada vez que los veía en las juntas, ahora con orgullo podía decir que su nieto estaba casado y no solo eso, estaba a punto de ser padre.Inmediatamente marcó el número de su nuera. La misma que estaba en París disfrutando de la vida que su hijo no volvería a disfrutar. — ¿Bueno? Habla Victoria Lambert, ¿en qué puedo ayudarle?— ¿Victoria? — ¡Oh, presidente Lambert! —Nombró asombrada Victoria.Ella podía seguir siendo la gran Victoria de Lambert, ella podría ser tan poderosa como cualquier otra familia pero jamás más que su suegro, el padre del hombre
Las lágrimas de impotencia salieron de los ojos de Cristal. Él tenía que ser un maldito ser sin escrúpulos, un maldito hombre al que no le importaba cuánto ella pudiera estar sufriendo en ese momento. — ¡Muérete! —gritó cristal con todas sus fuerzas.Sonriendo, como si eso fuera todo lo que él sabía hacer, Brandon se dio la media vuelta solo para dar con aquella rosa blanca que estaba en el florero sobre una mesa a la izquierda.Caminando hacia la rosa, pensando en que lo mínimo que podía darle en ese momento era eso, celebrando así su feminidad por darle un hijo, un hijo que sería la bendición de todos los pertenecientes a esa familia, la tomó del florero con la intención de entregársela a ella.La doctora y la enfermera hacían un esfuerzo sobre humano porque ella se mantuviera quieta. Refuerzos ya iban en camino.Besando aquella rosa con tanta delicadeza, Brandon la puso sobre las manos de Cristal, la misma que se movía de un lado a otro queriéndose quitar de encima a esas mujeres.
Una firma que lo había cambiado todo, una petición que había cambiado el rumbo de dos vidas, ellos no eran más que títeres de la misma vida, el mismo destino que solo parecía ser escrito por aquellos los habían traído a la vida. La vida nunca fue dada como un don, como un derecho, al menos no en su mundo, en el mundo de la gente que liberaba a un mundo más bajo. Dar la vida era la dar la oportunidad de continuar siendo quien se sentara en el trono desde donde podía ver todo, decidir por todo y así, hacer cuántos cambios ellos desearan.Con los pensamientos totalmente en la mujer que había dejado atrás sin mirar, sin preguntarse por un momento cuánto podría estar ella necesitandolo, Brandon continuó su camino hasta la salida del hospital para después, tomar su camioneta.Y en la total soledad en qué un alma se puede encontrar, Brandon siguió su camino. De la mente no se podía quitar las imágenes de aquella mujer que con lágrimas de terror u de odio, fue capaz de hacerse fuerte frente