Con una sonrisa invadiendo el rostro de Cristal, compartía con gusto la comida japonesa que había llevado su primo hasta el dormitorio de Cristal o quizá, el que fue dormitorio de Cristal en algún pasado. No había nada cómo ese momento en que se sentía realmente feliz con todo lo que había logrado hasta ese momento, no podía imaginar que sería de ella si lograba llegar hasta el final de todo eso. Iba a salir adelante, sola lo iba a lograr. De eso estaba segura, teniendo solo a quien siempre debió de tener a su lado. Solo a su primo, a la misma persona que parecía preocuparse solo por ella. — ¿Te gusta? —preguntó Sebastián al verla comer con tanta emoción.Para ese momento Sebastián ya podía ver a la Cristal de siempre, la que no parecía preocuparse por nada, la misma Cristal que no le tenía miedo al presente ni al futuro y que era la misma Cristal que había sido rota solo con una maldita firma. Era bueno saber que a pesar del dolor, que a pesar de los golpes que la vida le había dado
Aquella niña aquella misma niña que llevaba buscando durante diez años, por supuesto no podía ser ella pero, ¿por qué haberse casado con ella le hacía recordar a esa niña? Se arrepentía tanto de no haberle preguntado su nombre cuando pudo hacerlo, él simplemente se conformó con tenerla ahí, con sentir su abrazo, con sentir el apoyo de una pequeña desconocida cuando más lo necesitó. Simplemente él quería regresar el tiempo y tener la oportunidad de preguntar su nombre, preguntar algo más que ahora pudiera llevarla a esa niña que ahora, ya debía de ser toda una mujer. Solo esperaba que ella pudiera mantenerse tan inocente, tan genuina, tan cariñosa como se había mostrado una primera vez. Entonces miró su reloj en ese momento. Ya casi las diez de la noche. Ella seguía sin llegar. Entonces tomó su celular entre el dilema de hablarle a Wyatt y a Sebastián, al final tomó la decisión de hablarle a Sebastián.—Hola, buenas noches, soy…—Sé quién eres, Brandon Lambert —Sebastián cortó sus
Todo lo que se debía de saber en esa noche, estaba dicho, no había más, no había nada más que pensar que decir, que planear cuando todo era claro. No había lado bueno en esa historia que estaba terminando de ser compuesta. No había nada cuando la crueldad estaba ganando el territorio que siempre fue de Cristal, sus sueños, esos días en los que más feliz se creyó, nada de eso existió, todo eso se fue a la basura desde el mero instante en que declararon muertos a sus padres y a ella la dejaban en manos de su abuelo, un hombre que solo se movía por su propia ambición, por la ambición que lo cegaba, por la ambición que lo había hecho entregar a su propia nieta a quien sabe quiñen al final. Ella debía de estar agradecía que haya sido Brandon y nadie más, después de todo, él no era un mal hombre ahora se daba cuenta que pudo haberle tocado un hombre completamente peor, un hombre que la tomara a la fuerza cuando y donde quisiera. Agradecía, después de todo, que él estuviera enamorado de otra
Mañana que se pintaba llena de oportunidades, mañana que se llegaba con mil y un caminos nuevos por tomar. Esa mañana una nueva historia se debía de escribir. Brandon había salido del baño con la toalla en la cintura mientras con otra, se secaba el cabello no largo, no corto. Esa mañana tenía una nueva idea y un nuevo destino al que debía de llegar. Enrique había insistido mucho en aquella alumna estrella que esperaba que él conociera, sería bueno darle una sorpresa y decirle que él, por sus propios medios, había decidido saber más de ella. Aquella genio que se decía era mejor que todos los cerebros de la escuela juntos.Brandon terminó de alistarse para así, poder ir a la escuela. Sería un agradable día, ya podía saberlo.Mientras para algunos aquella mañana se pintaba como un día lleno de oportunidades, había a otros a los que ya se les había terminado por completo la esperanza de poder ser exitoso no solo ese día sino, toda la vida que les restaba.Sin haber dormido un poco, S
Molesta, luchando con más fuerza porque él la soltara, todo lo que pudo hacer fue pelear en vano ya que la fuerza que él había puesto sobre ella era demasiada. Tanta fuerza sobre ella la estaba haciendo sentir tonta una vez más, no había mucho que pudiera hacer más allá de llamar la atención de todos sus compañeros, los mismos que se atravesaban por su camino viendo la escena. Y mujeres más adelante todo lo que podían hacer era desear ser llevadas hasta el fin del mundo por un hombre como Brandon Lambert. ¡Qué estúpidas! Al parecer, lo que ellas no iban a lograr entender nunca es que el paraíso con el que muchas sueñan es el infierno de quien lo está viviendo. Jóvenes especulaban al ver la escena, al mismo tiempo que se dejaban llevar por la emoción de ver a una joven de su escuela siendo llevada por un hombre tan guapo y joven, sin contar lo millonario que podía ser ya que, a leguas se veía que para él, el dinero era un adorno más.Finalmente, cuando Cristal y Brandon llegaron al e
Tan pronto como se dio cuenta de lo que ella estaba pensando, tan pronto como se recordó a sí misma que eso no era correcto, Cristal bajó la mirada, rogando porque el camino fuera más rápido de lo que ella recordaba o de lo que estaba sintiendo.—Para mañana quiero el horario de tus clases. —Dijo Brandon de manera fría, como ya era costumbre.Esas palabras lograron llamar la atención de Cristal. — ¿Qué? —Preguntó ella queriendo pensar que había entendido mal.—Ya te lo dije, Cristal, quiero tu horario, el horario de tus clases.—Pero, ¿para qué?Brevemente, Brandon la miró. —Porque pienso venir por ti.Cristal desvió la mirada, no porque le hubiera gustado la idea de ser recogida por su esposo sino porque, él estaba cumpliendo su palabra cuando dijo que le iba a hacer la vida imposible y que había cosas que no volvían tan fáciles como lo era su libertad. No importaba cuánto ella se esforzara por traer su vida de vuelta, claramente se veía que era la misma vida la que estaba en su cont
Viernes por la mañana. Cristal comenzaba a levantarse. Del baño, un hombre con la toalla blanca enredada alrededor de su cintura mientras el torso se mantenía al desnudo, con su mano derecha y una toalla en ella, Brandon secaba su cabello.Involuntariamente, Cristal bajó la mirada al ver a Brandon de esa manera. Tan expuesto a la persona que entrara o que estuviera ahí.— ¿Estás segura que no quieres que vaya por ti? —Preguntó Brandon sin darle la mirada a Cristal. —Ya te lo dije, solo iré a entregar un par de cosas. —Contestó Cristal.Una vez más todo quedó en silencio. Ya no era un silencio incomodo entre ellos, ahora solo Cristal lo veía como un silencio que claramente, podía aprovechar para preguntar todo aquella que se reducía a una sola pregunta y que le estaba matando.— ¿Brandon? —Llamó Cristal.— ¿Sí, Cristal? —Preguntó Brandon rebuscando entre los cajones la ropa que usaría ese día.— ¿Por qué… haces esto?— ¿Hacer qué?— ¿Por qué te muestras tan amable? Esto es tan ex
Mientras en la casa de los Lambert, el abuelo de Brandon parecía no poder dejar de ver el día en que en sus brazos tuviera al heredero de la empresa, aquel niño que estaba destinado a seguir las órdenes que su padre ya había seguido. Era cierto que por el otro lado no podía forzar las cosas y presentarse frente a la esposa de su nieto de buenas a primeras felicitándola por un embarazo del que no estaban seguros aunque el abuelo de Brandon quisiera creer lo contrario. Simplemente él pensaba ya estar seguro de aquel niño que venía en camino. Muchas cosas estaban por pasar, muchas puertas estaban por abrirse con el nacimiento de aquel bebé. El mismo abuelo de Brandon se iba a encargar de su crianza y le iba a demostrar a su nieto que incluso su hijo podía ser mejor, al final, ¿para qué? ¿Demostrar qué? ¿Demostrar que podía ser mejor mascota?Tarde o temprano el abuelo de Brandon iba a pagar por cada uno de sus errores, por cada una de sus palabras. De la misma manera que pagaría el abuel