DISCOTECA. —Evaluna , ven, acá estamos. —Vaya, esto está full. —Recuerda que hoy es viernes. —Hola chicos, ¿cómo están? —Bien amiga, ya empezamos a disfrutar el fin de semana, oye Evaluna, ¿Gael no viene? —No, -intervino Édgar Miguel- él está en una reunión. —Édgar gracias por el intento, pero esto muy pronto será del dominio público, ustedes son mis amigos así que prefiero que se enteren por mí; Theo, Laura, Yamila, mi relación con Gael terminó. —¡No puede ser! ¿Cuándo terminaron? —Hace poco, ya no hay boda. A pesar de la bulla del lugar, un silencio ensordecedor reinó en la mesa, todos se quedaron mudos. —Bueno, ya está, nosotros vinimos a divertirnos y a brindar por una nueva vida para nuestra amiga, por un nuevo pretendiente, que rebase los límites de la belleza masculina, para que le dé en la trompa a Gael. —Así es amiga, tú conoces el dicho “ A rey muerto, rey puesto” tú eres hermosísima, te aseguro que te van a so
No me puedo negar, me aferro a esa mano que me sujeta con tanta fuerza y decido seguirlo. En estos momentos lo que quiero es perderme, alejarme de Gael. Al instante uno de los empleados de la disco aparece con un auto y le entrega las llaves al arquitecto. Con mucha rapidez, abre la puerta y me introduce dentro del auto, luego él se coloca frente al volante y acelera. Condujo en silencio por un buen rato, luego me preguntó. —¿Dónde te llevo? —Quiero tomar aire. —¿Vamos a la playa? —¡No! No te confundas, no es lo que piensas. —Yo no estoy pensando nada, me dijiste que querías tomar aire y fue el primer lugar que se me ocurrió, pero podemos ir a otro lugar, tú conoces esta ciudad mejor que yo, así que dime, ¿dónde quieres que te lleve? —Conduce, yo te digo donde tienes que parar. Abro la ventana del auto y dejo que la brisa invada mi rostro, no me importa que mi pelo se desordene con el viento, no quiero hablar, cierro mis ojo
CASA DE LOS OLIVEIRA. Al llegar a mi habitación, lo primero que hago es llamar a Édgar. —Evaluna, por fin me llamas, cuéntame que pasó. —Nada, no pasó nada. —No te hagas la loca, conmigo no, yo vi cuando el arquitecto salió detrás de ti y no lo vi regresar, ¿te fuiste con él? —Sí. —Lo sabía, sabes una cosa me alegro que lo hayas hecho y que hayas dejado plantado al arrogante de tu ex, me hubiese gustado verle la cara, cuando vio que te ibas con el arquitecto, porque estoy seguro que te vio, ojalá y se haya quedado infartado, jajaja me quedé con las ganas de darle un puñetazo, como se le ocurre venir a buscarte después de lo que te hizo. —Édgar, Édgar, para por favor, respira, no paras de hablar. —Disculpa amiga, eso me pasa cuando estoy muy nervioso, ya estoy más tranquilo, ahora sí, cuéntame lo que te dijo el arquitecto, ¿te preguntó por Gael?, porque tenía que haberse dado cuenta lo que estaba pasando entre ustedes. —Nada, te juro q
BRASIL: SÃO PAULO. EMPRESA DE LOS OLIVEIRA. —Buenas tardes Alice, ¿mi papá está en su oficina? —Buenas tardes señorita Evaluna, si está, pero se encuentra reunido con un joven, desea tomarse un café mientras espera. —Gracias Alice, si me gustaría tomar ese café. —Ya se lo sirvo, siéntese por favor. Me puse a ojear una revista mientras espero que papá termine con su reunión. A los pocos minutos la secretaria me dice: —Señorita Evaluna voy a llamar a su papá para ver si ya terminó con su reunión. —Señor, acá está su hija. Señorita su papá quiere que pase. —Gracias Alice. Al entrar a la oficina veo a mi papá hablando con el arquitecto, al verme se pone de pie, como siempre su mirada me inquieta. —Buenas tardes papá, arquitecto, buenas tardes, disculpen si los interrumpo, pero necesito hablar contigo papá. —Señorita Evaluna no tiene porque disculparse, ya me iba, señor Oliveira hasta otro momento. —Espere
BAR. RESTAURANTE. —Arquitecto, por ahora creo que nos estamos entendiendo, me refiero al proyecto. —Sí muy claro, ¿me puedes llamar por mi nombre?, me siento raro cuando me dices arquitecto. —Y yo me siento rara cuando me dices señorita Evaluna. —Hagamos algo, vamos a presentarnos de nuevo. Extiende su mano y toma la mía. —Mucho gusto, mi nombre es Juan Carlos, para servirte siempre. —El gusto es mío, pero lamentablemente no todo el tiempo puedo estar a tu servicio. Me sostuvo la mano por un rato, luego mirándome fijamente a los ojos me dice: —No quiero inmiscuirme en tu vida privada, aunque si soy sincero si me gustaría, siento la necesidad de preguntarte. —Ya sé lo que me quieres preguntar, pero eso no tiene nada que ver con nuestro trabajo. —Evaluna, por favor yo sé diferenciar muy bien el trabajo de lo personal, por favor vamos a olvidarnos por un momento del trabajo. —Okey, pregunta. —¿Te vas a casar? —Yo c
APARTAMENTO DE JUAN CARLOS. —¿Qué pasó, para dónde vas? —Tengo que irme. —No te vayas, quédate conmigo. —No puedo, mis padres me están esperando, tenemos una conversación pendiente. —¿Lo de tu boda? —Les tengo que explicar porqué la cancelé. —Eso lo puedes hacer por la mañana. —No, tiene que ser ahora. —Es muy tarde, seguro ya están durmiendo. —No lo creo, conociendo a mis padres, me están esperando. —Por lo menos deja que te lleve. —No, me voy en un taxi. —¿Siempre eres así? —¿Cómo así? —No permites que nadie se meta en tus decisiones. —Casi siempre, te llamo después. Se retira de la habitación, ni siquiera me da un beso de despedida, como si lo que pasó entre nosotros fuera algo sin importancia, bueno vamos a ver lo que pasa después, apenas nos estamos conociendo. CASA DE LOS OLIVEIRA. En efecto cuando abro la puerta, lo primero que veo es a mi mamá. —Te estaba esperando, ya tu
APARTAMENTO DE JUAN CARLOS. —Está claro que todavía lo ama, quiere poner tierra de por medio para olvidarlo y yo cada día me enamoro más de esta mujer, por más que quiero pensar que esto es algo ocasional, que voy al pueblo, termino mi trabajo y ya todo está olvidado, pero no puedo, cada vez que la tengo entre mis brazos me olvido de todo, cuando se va quisiera retenerla para siempre conmigo, no sé qué me pasa, no es posible que en tan pocos días se haya metido tan dentro de mí. Mañana se va y Martín aún no me ha llamado, voy a tener que hacerlo yo, no puedo estar mucho tiempo alejado de Evaluna. —Aló Martín. —Hola amigo, precisamente ahora pensaba llamarte, mañana a primera hora salgo para Brasil, ya solucioné mis asuntos aquí. —Que bueno, para eso te llamaba, en cuanto llegues nos vamos para el pueblo. —Tan rápido, yo creí que nos íbamos a tomar unos días para conocer Sāo Paulo. —Otro día lo conoces, tenemos que irnos inmediatamente que llegue
PUEBLO DE CUBARÁ. —Doctorcita, nos alegra mucho que haya regresado, usted es un ángel para nuestro pueblo. —No digas eso, yo estoy muy lejos de ser un ángel, sólo soy una persona que conoce las necesidades del pueblo y quiere ayudarlos. —¿Durmió bien anoche? —Sí, bastante, extrañaba esto, despertar con el canto de los pájaros, la brisa fría de la noche, me encanta. —Me sorprendió su llamada por radio para avisarnos que estaba en Manaos, él lanchero salió emocionado a buscarla a Yamabé, la verdad no la esperábamos tan pronto, pensé que se iba a quedar un tiempo más con su familia. —Surgieron problemas, después hablamos de eso. —Le gustó la vivienda que le preparamos para usted. —Sí, está muy linda, gracias por las flores. —Las flores las trajeron los niños, de la orilla del río. —Tan bellos mis niños, Naran estamos hablando mucho, tenemos que trabajar, vamos a vacunar a los niños, traje bastante medicinas para atenderlos. —D