Inicio / Romance / Ayúdame a sanar mi corazón / Capítulo 5: El tiempo todo lo cura.
Capítulo 5: El tiempo todo lo cura.

     CASA DE LOS OLIVEIRA.

     Cuando veo esa monumental figura frente a mí, por un instante mi corazón se detiene, siento un ligero temblor en mi labio inferior, eso me sucede cuando estoy nerviosa.

     —Mucho gusto señorita Evaluna.

     Indudablemente que es él, su voz es inconfundible, esa voz que me susurró tantas cosas hermosas mientras sus manos recorrían mi cuerpo.

     Después de unos segundos que me parecieron eternos puedo reaccionar.

     —Mucho gusto arquitecto.

     Extiendo mi mano para sujetar la suya, siento un ligero apretón, la retiro de  inmediato.

     —Su papá me había hablado de usted, pero no me imaginé que fuera tan … joven.

     —No se confunda arquitecto,-  interviene mi papá - esa juventud está cargada de conocimiento, de sabiduría.

     —Por supuesto, yo lo creo.

     Mientras habla, no deja de mirarme, noto una pequeña sonrisa y una ligera picardía en sus ojos color avellana, ahora sí puedo notar con claridad el color de sus ojos.

     —Pasemos al comedor, por favor.

     —Usted primero señora Luciana.

     —Gracias joven.

     Vaya, vaya, qué incomodidad tan grande, no me esperaba esto, fueron minutos de mucha tensión, siento que la comida me raspa la garganta, en menos de veinticuatro horas mi vida se ha vuelto un laberinto donde aún no encuentro la salida.

     Después de la comida ustedes pueden pasar a mi oficina, allí pueden conversar a gusto, creo sin temor a equivocarme que Evaluna tiene una gran cantidad de preguntas que hacerle.

     —Y yo estoy dispuesto a contestarlas todas.

     —Papá, lo siento, pero hoy no me puedo reunir con el arquitecto, lo dejaremos para otro día, disculpe, pero no me siento bien, me duele mucho la cabeza, necesito retirarme para ir a descansar, arquitecto lo llamo después.

     —Evaluna, no te veo nada bien, no me extraña que hayas agarrado  algún virus metida entre esos asentamientos indígenas.

     —Luciana por Dios, ella lo que tiene es cansancio.

     —Por favor sigan compartiendo,  lamentablemente me tengo que retirar.

     Me levanto de la mesa y trato de caminar con toda la serenidad posible, no sé si lo consiga porque lo que quiero es salir corriendo de allí.

     —Arquitecto en nombre de mi hija, le pido disculpas, ella llegó ayer, por eso está tan cansada.

     —No se preocupe, entiendo perfectamente, la felicito señora Luciana, la comida estuvo exquisita, yo también me voy a retirar, muchas gracias a los dos por sus atenciones.

     —Evaluna seguro lo llama, en todo lo que se refiere a trabajo ella es muy profesional.

     —No lo dudo, buenas noches, ¡ah! si no es mucha molestia, me puede dar el número de teléfono de la señorita Evaluna, me olvidé de pedírselo.

     —Por supuesto Arquitecto, ya se lo envío.

     

     Evaluna, Evaluna, no creas que te vas a desatender de mí tan fácilmente, esto que ocurrió anoche entre nosotros fue muy fuerte, no sé porque carajo, no te puedo sacar de mi cabeza, esto lo tengo que averiguar, es la primera vez que estoy con una mujer que no sale de mis pensamientos, ¿por qué ahora no quieres ni verme?,  mientras duró el almuerzo no me miraste ni una sola vez, ¿será que estos encuentros ocasionales son muy frecuentes en ti?, no lo creo, no me parece que seas de ese tipo de mujer.

     Ya tengo tu número de teléfono y ahora resulta que voy a trabajar contigo, que cosas tiene la vida, Brasil, háblame, ¿qué otras sorpresas me tienes guardado?.

     

     HABITACIÓN DE EVALUNA.

      —¿Ahora que hago? ¿Cómo le miro la cara a ese hombre?, Gael todo esto es culpa tuya, si no te hubiese visto saboreando a tu asistente, yo no estuviese ahora en este aprieto, ¡Dios que hice!

     Por mí puedes reventar ese teléfono, no te pienso contestar, no creas que voy a perdonar lo que me hiciste, te odio Gael, será mejor que apague el celular, así puede que te canses y no me llames más.

     Ahora es la puerta.

     —¿Quién es?

     —Disculpe señorita, -es la muchacha de la limpieza, que llega con una bandeja- su mamá me pidió que le trajera este té, me dijo que se sentía mal.

      —Gracias Helena, ponlo allí en la mesita.

     Helena, ¿el señor qué invitaron a almorzar aún no se ha ido?

     —Él se fue hace rato, ¿desea algo más?

     —Gracias, estoy bien.

     Me voy a tomar este té y a dormir un buen rato, bueno Gael deja el fastidio, no pienso atender tu llamada, ¡caramba! no es Gael quien me está llamando, es un número desconocido, tampoco voy a responder, seguro que es Gael llamándome de otro teléfono.

     Coloco mi celular en la mesa de noche, pero la curiosidad es muy grande.

     —¿Y si es algo urgente l?, mejor respondo.

     —Aló.

     —Perdona que te moleste, necesitaba hablar contigo. 

     —¿Quién eres? De inmediato le reconocí la voz, pero no me dio la gana decirle que sé quién es, que su voz la reconocería entre miles.

     —Ya veo, estás enojada conmigo.

     —¿Tengo por qué estarlo? 

     —Lo digo por la manera como te comportaste durante el almuerzo, ni siquiera me miraste.

     —Escúcheme arquitecto, lo que pasó anoche fue un error, me gustaría que no lo mencionara más, usted vino para acá a ejecutar un trabajo, espero que no se olvide de eso, una cosa, ¿cómo consiguió mi número?

     —Tú papá me lo dio, está bien, ya las cosas quedaron claras entre nosotros, perdona si te incomodé, no volverá a pasar. de nuevo te pido disculpa, de ahora en adelante sólo te llamaré por cuestiones de trabajo y lo que pasó anoche ya está olvidado, descansa y tómate algo para el virus, adiós.

     —Bueno, ahora este se molestó, quien debería estar molesta soy yo, que engreído me resultó el arquitecto.

     Otra vez el teléfono, es Édgar  Miguel le voy a  responder la llamada.

     —Amigo, que bueno que me llamaste, siempre adivinas cuando te necesito.

     —¿Qué pasó?, acaso el estúpido de Gael habló contigo.

      —No, mi teléfono está que se revienta de tantas llamadas que me ha hecho, pero no pienso contestar.

     —Así es, no le contestes, ya sabes, no se te ocurra perdonarlo, si lo haces te lo va a volver hacer.

     —Lo sé amigo, pero como duele, esto me está reventando por dentro, fueron años con él, eso no se borra de la noche a la mañana.

     —Lo sé amiga, lo sé, pero como dicen por allí el tiempo lo cura todo, esto va a pasar.

     ¿Estás en tu casa?, seguro que estás encerrada en tu habitación, no te puedes quedar allí, vamos a salir, esta noche, vamos a divertirnos así que prepárate y vente, te espero en la disco, tú sabes la misma de siempre.

     —Édgar yo no quiero salir.

      —No es que quieras, tienes que salir, no hay excusa, si no vienes yo mismo te voy a buscar, así que levanta ese trasero y vente, aquí te espero.

     

     

     

     

     

     

     

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP