Epílogo

Georgina

El aroma de un bebé es perfecto; suave, dulce, tranquilo y delicado. Se siente gratificante sentir como esa agradable fragancia llena tus pulmones y se lleva todos tus pensamientos, dejándote en un lugar lleno de paz. Los bebés son simplemente perfectos. Esto es lo que más ansiaba cuando quedé embarazada siete años atrás, llegué a soñar en muchas ocasiones con tenerlo en mis brazos sabiendo que me amaría sin importar qué, con todas mis imperfecciones; sentiría su suavidad y saborearía su peculiar aroma. Lo soñé incluso luego de perderlo. Por mucho tiempo.

Tener a Bobby en mis brazos, tan pequeño, suave como la seda, dulce, pecoso y con ese cabello rojizo; es gratificante, como cuando nació Matty con esa mirada gatuna y tan despierta. Al mirar a mis amigas y sus familias, creciendo, me siento feliz. Me siento dichosa por haber llegado a ellas cuando creí que me conformaría a estar sola siempre, con esa horrible pérdida y la culpa por no haberlo protegido. Ellas me han acogido
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