Adam*¿Tienes todo listo, tío? *Rio al ver el mensaje Jake. Estos chicos estás desquiciados por el «regalo» que están preparando para sus padres, porque es fácil aceptarlos como parte de la familia. Los padres de Alex y los de Nick me aceptaron en sus casas y mis tiempos libres los pasaba con ellos, aunque prefería ir a San Francisco con la familia de Alex, lo más lejos posibles para evitar venir. Me trataron como a un hijo más, me dieron cariño y todo lo que necesité; no sólo dinero, como solía hacer papá. Sé lo que es sentirse mejor con personas que no llevan tu sangre y preferirlos a ellos sobre tu propia familia.*Todo listo. Betty ya hizo su parte y yo también. El resto es de ustedes * —contesto.*Amy los hará llegar tarde, así que les daremos el regalo una vez lleguen, esté quien esté. Nosotros ya estamos llegando. Gracias, tío. *Eso no me lo perderé. Están aprendiendo mucho de la impaciencia de Alex, eso será algo muy divertido de ver.—¡Nena, es hora! —grito desde la puerta
AdamSonrío con orgullo al ver por primera vez el invernadero que ha diseñado mi dulce esposa. Sarah exclama encantada al ver el estanque y las flores en él, abraza a Georgina con mucho cariño y besa su mejilla. Ella es un genio en esto, y Alex y yo ya tenemos planes para ella, para que logre mucho con su pasión. Betty ya le habló de trabajar juntas y yo estaré allí para apoyarla. Todos recorren el jardín, es tan exageradamente grande que nos soporta a todos sin estar incómodos, aunque preferiría que no invadieran mi espacio personal, nos permite disfrutar de cada recoveco con gusto. Las luces se apagan y sólo quedan unas pocas en el piso indicando un camino. Alex ahora parece más intrigado que molesto por haberle arruinado su petición de mano especial con su mielecita.—Prácticamente ya somos una familia —dice Louis llamando nuestra atención—, ustedes siempre se preocupan por nosotros, aunque no tienen por qué, y nos dan más de lo que merecemos; nos cuidan, nos dan amor y... —Se le
GeorginaEl aroma de un bebé es perfecto; suave, dulce, tranquilo y delicado. Se siente gratificante sentir como esa agradable fragancia llena tus pulmones y se lleva todos tus pensamientos, dejándote en un lugar lleno de paz. Los bebés son simplemente perfectos. Esto es lo que más ansiaba cuando quedé embarazada siete años atrás, llegué a soñar en muchas ocasiones con tenerlo en mis brazos sabiendo que me amaría sin importar qué, con todas mis imperfecciones; sentiría su suavidad y saborearía su peculiar aroma. Lo soñé incluso luego de perderlo. Por mucho tiempo.Tener a Bobby en mis brazos, tan pequeño, suave como la seda, dulce, pecoso y con ese cabello rojizo; es gratificante, como cuando nació Matty con esa mirada gatuna y tan despierta. Al mirar a mis amigas y sus familias, creciendo, me siento feliz. Me siento dichosa por haber llegado a ellas cuando creí que me conformaría a estar sola siempre, con esa horrible pérdida y la culpa por no haberlo protegido. Ellas me han acogido
GEORGINAMe siento en mi escritorio y me dispongo a trabajar inmediatamente. Mi trabajo con Heidy está terminado, pero con el del incansable señor Walker, o más bien Adam, aún tengo bastante que hacer. Afortunadamente Sarah volverá el lunes de esas cortas vacaciones que se ha visto obligada a tomar gracias a ese intenso mes que pasó, con tantos cambios y tristezas, para volver a su puesto. Me siento muy feliz por ellos, incluyendo a los niños. Fue un agobiante mes para todos los que conocíamos la verdad de Alexander, pero todo terminó bien y Sarah hoy está disfrutando de semejante hombre que se desvive por ella.A pesar de la locura que pasaron, es un amor muy bonito que Heidy no permitiría que se perdiera luego de saber que Alexander la amó desde hace diecisiete años.
GEORGINA—Ese par tendrá buena acción esta noche. Que suertudo ese niño —dice con diversión cuando se posiciona frente al volante.—Nada nuevo —murmuro, con acritud, pero creo que no me escucha. Eso es mejor.He sabido que, por mucho tiempo, Paula intentó tener un hijo, pero no lo logró. Ahora ella es feliz con sus gemelos y dice estar aprovechando al máximo de la lívido del embarazo. Conociéndola, creo que esa es sólo una excusa para alardear de todo lo bien que la pasa con su ahora esposo.—No entendiste, ¿cierto?—¿Qué cosa?Ladeo mi cabeza sin entender y sonr&ia
GEORGINA—¿Estás lista para la fiesta? —pregunta Paula, mientras almorzamos.Me alivia saber que, tanto ella como Sarah, también irán a la fiesta. El sujeto que cumple años es el hermano mayor de Brad y es amigo también de Alexander, él es la razón por la que adelantaron su viaje de regreso a casa. Dicen que es un popular corredor de la NASCAR, pero yo nunca había escuchado de él. Quizás porque nunca veo ningún tipo de deporte.—Debí decirle que no.—Nunca podrás decirle que no a ese hombre y él lo sabe, a pesar de que no quiera aprovecharse de ti. Parece que la edad le está afectando.Suspiro, no porque quiera qu
GEORGINA—Mierda —susurra Nicholas—. Cúbreme, cuñadita buenorra.Intenta esconderse tras Paula y ella ríe cuando Brad golpea a su hermano alejando a su mujer. No entiendo lo que sucede, aunque ellos parece que sí. Sólo Sarah y yo parecemos perdidas. La mujer no demora en llegar y utiliza ese mismo impulso para abofetear al cumplimentado con mucha fuerza, que incluso a mí me duele. Él maldice sobando su mejilla y salta, todo antes de reír, se detiene al ver las lágrimas de la mujer correr como ríos.—No puedo creer que hayas hecho algo tan bajo y estúpido —dice ella hipando con tanta fuerza que casi no se le entiende. Nicholas tiene la decencia de avergonzarse por lo que haya pasado.&mda
GEORGINAMe asusto al escuchar un grito en particular, y me levanto de la silla al tiempo que veo a Alex atravesar la inútil puerta de vidrio tan molesto que asusta y tan rojo de la ira que preocupa. Veo a Sarah casi corre detrás de él viéndose igual de molesta.O quizás más.—¡Ni se te ocurra hacerlo, Alexander! —espeta ella, señalándole con un dedo y, a los costados, aprieta sus manos con fuerza.—No te preocupes. Nunca me molestaría en interesarme por las necesidades de tus hijos.—Eso es lo único que has escuchado —murmura ella, decepcionada—. &iqu