ADAM
Una larga, larguísima noche. Eso es lo que he tenido y cada vez me siento más tenso. Ya saben, del tipo de tensión que tienes que encargarte solo o con compañía, pero no he podido. Parece que la edad me está cobrando mis andanzas y eso me asusta. Últimamente he preferido la soledad de mi mano, y no por gusto, pero aun así no funciona. Intenté tener sexo con Nathalie hace una semana y pasé vergüenza porque, porque, porque...
Ahhh.
No puedo ni decirlo.
—Buenos días, bebé —saluda Heidy, con exceso de energía, como siempre.
Meto mi cara en mi desayuno y como para no prestarle atención. Cada día sólo habla de Georgina, c
AdamAl llegar a su casa ella baja sin permitirme abrirle la puerta, como siempre. No sé qué es eso de no dejar que le abran la puerta del auto, no parece que sea de esas mujeres feministas que no permiten que muevan un dedo por ellas porque les robarán la libertad y su amor propio. Eso, para mí, es desagradable. Cuando un hombre hace eso, sólo quiere ser educado y tratarlas bien, no robarles la identidad y hacerlas ver como si no sirvieran para nada.Pero no hay manera de discutir por algo así.La alcanzo y tomo su mano, porque ella es adictiva, baja la cabeza y la sujeta con fuerza mientras atravesamos su colorido jardín. Papá solía decir que mi madre amaba amaba los lugares como este. Ella no sabía nada de jardinerí
GeorginaNunca le creí con el descaro de venir hasta aquí y mostrarse en mi casa sin ninguna vergüenza. Tal parece que las personas crueles como él jamás tendrán una conciencia que los remuerda, ni pensar que solía creer que su comportamiento era normal; por eso entendí a Paula cuando nos habló de su madre manipuladora. El recordar cómo era él, con todo su brillante encanto y su falso cariño, y toda la ayuda que requerí para superarlo y superar la pérdida de mi hijo, es aún dolorosa. Ver su mirada dominante sobre mí cuando desperté fue muy abrumador. Agradezco que Adam estuviera a mi lado, ofreciéndome su apoyo y esa fuerza y seguridad que posee. También agradezco esa mentira, por muy loca que sea o que me tenga con los nervios de punta por ser la falsa esposa de Adam
Georgina—Mamá está enferma y quiere verte. —Niego, porque ella es a quien menos deseo ver, no después de todo lo que me gritó y de la manera como me trató. Cometí un error, pero luego de aceptarlo, comprendí que no merezco tal desprecio de la persona que me dio la vida—. Gina... Georgina, por favor. Está muriendo, no le queda mucho tiempo.Los ojos de Alvin se humedecen y mi corazón siente su dolor. No logro evitar que mis ojos se llenen de lágrimas.—¿Qué tiene?—Lupus. En los pulmones y está es su última etapa. Papá agotó todos nuestros recursos para que se curara, pero no hay tratamiento. Lo único que nos ha que
AdamLo pienso mil veces antes de levantarme y siento que, con sólo pensarlo, mi espalda duele. No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí en el suelo, esta vez no fue por gusto, maldición, pero me lo merezco, aunque no haya logrado conciliar el sueño por escucharla sollozar durante casi toda la noche. Mi Minina insistió en que durmiera en la cama y ella lo haría en el suelo. Eso jamás. Sé que fui un idiota al decir lo que dije anoche si yo mismo me retorcía al ver a Johny besarla, pero creo que hubiera sido un error aún más grave el haberla besado yo como tanto deseaba. No me hubiera detenido allí, lo sé, hubiera tomado todo de ella hasta hacerla gritar mi nombre, pero no para que me detuviera.Mierda. Debo de dejar de pensar en e
AdamComo sé que la conozco lo suficiente, la encuentro en un parque a tres calles de su casa, temblando de frío. Este lugar hace parte de sus caminatas nocturnas luego de la cena, cada noche sin falta a menos que haya algo especial para ese día.Saben esa imagen donde esa persona que buscan está en un columpio meciéndose, a veces es triste y otras tenebrosa... No la encontré allí, lástima. Era una escena de película. Está sentada sobre unas hojas, recostada a un árbol abrazándose a sí misma, con la cabeza sobre sus rodillas.Dejo su abrigo sobre sus hombros y levanta la cabeza. Me siento a su lado y la abrazo, apoya su cabeza a mi hombro y nos quedamos allí por un largo rato. No está llorando y no s&eac
GeorginaMe acurruco en su lugar de la cama, se siente un poco cálido y su almohada huele a bambú. Todos los días de la semana ha hecho lo mismo, se acuesta a mi lado y me abraza, incluso permite que use su pecho como almohada y hablamos de cualquier cosa hasta que el sueño nos vence, con su corazón arrullándome; pero al despertar por la mañana, luego de un agradable sueño envuelta en su calor, no lo encuentro a mi lado. Regresa de trotar y entra a la habitación bañado y vestido, listo para el trabajo. Me da tiempo para bañarme y cambiarme y me espera para desayunar juntos antes de irnos a trabajar.Es frustrante tenerlo tan cerca, pero a la vez tan lejos. Fue aún peor cuando me cuidó los días de aquella inoportuna gripe. GeorginaDetesto que lo diga así, como si no tuvieran peso sus palabras.Los Collins son los que se quedan sin habla y me miran al darse cuenta que es a mí a quien observa directamente. Siento mi rostro caliente en cuestión de segundos, lo que empeora cuando me guiña un ojo.—¿Tú, casado? —pregunta la hermana de Alex, pero parece que no lo cree, y hace bien.Mi hermano da las buenas noches y saluda. Hacía mucho tiempo no veía a un hombre con un sombrero de vaquero. También va de traje, azul oscuro, del mismo color de su sombrero.—¿Por qué nos estamos enterando ahora y no nos invitaste a la boda? —refunfuña el Capítulo 14
Adam —Buenos días, cuñado —saluda Alvin, entra a la cocina y mira lo que preparo—. ¿Ganando puntos o te estás resarciendo? Señala la sala, donde están la cobija y la almohada doblada. A dormir al sofá como un niño malo, al menos tuve la compañía de nuestros gatitos, y por nada en el mundo vuelvo a dormir en el piso. Ni en mis peores días lo había hecho. —Un poco de ambas. Termino de servir los huevos y acomodo los platos junto al café recién hecho y el té de frutos rojos para mi Minina. Vaya que tengo que arreglar lo que hice anoche. No tengo idea de cómo mi mano terminó en su... en su dulce y húmeda vagina. De sólo recordarlo, los vellos de mi nuca se erizan, incluso mi boca saboreó ese delicioso néctar que dejó en mis dedos, sonrío cuando le repito mentalm