(16)A la mañana siguiente, un hermoso sol me despierta deslumbrando mi cara deslavada. Yo me siento muy feliz y completa. A mí lado ya no está el doctor Mark, así que me levanto y me pongo sus pantuflas y su suéter de lana que me tapa lo suficiente como para salir hacia la sala.Yo lo busco como una loca y al llegar a la sala, me doy cuenta que está sentado ahí con un nuevo traje color azul marino y su bata. Parece tranquilo leyendo el periódico, con una sonrisa me acerco a él mientras mis piernas desnudas son más atractivas con este suéter.–Buenos días.–Le dejo un beso en su mejilla inesperadamente, mientras me siento en el sillón y trató de atraer el calor, pasando mis manos por mis brazos. Él me mira muy poco, parece frio y no el de anoche.–Tomate una ducha y puedes llevarte algo de mi armario.–Me dijo con frialdad.–¿De qué hablas?–Le digo sin entender, mientras lo miro.–Quiero que te largues.–Me dice con furia.–No te quiero en mi casa más, hasta que te necesite. ¿Entiendes? –
(17)Se que Liza definitivamente no es mi hija, pero la quiero como si lo fuera. Su padre era demasiado egoísta con esa pequeña, que no podía dejarla sola, así que me ocupe de que ella estuviera cómoda.Llene su habitación de cosas que compre con el dinero de su padre, bueno el que me gane acostándome con él. Adorne su cuarto como si fuera el de una princesa, desde las sabanas hasta las cortinas, también le compre una pequeña mesa blanca donde podría poner todas sus medicinas, y también un pequeño espejo para que se mire cuando ella quiera.Las enfermeras que cuidan de ella, me ayudaron a persuadirla, en cuanto yo armaba todo esto. Después la trajeron con una venda cubriendo sus lindos ojos avellana. Ella entró al lugar con una sonrisa en su boca, y al desatarle la venda, sus ojos se alumbraron de felicidad, e incluso tapó su boca y dio un grito ahogado.–¿Qué es esto?–Preguntó incrédula, mientras se le ve feliz.–¡Sorpresa!–Le digo sonriente.–¿Tú lo hiciste?–Me pregunta con lágrimas
(18)Al siguiente día todo era diferente, los labios del doctor Steward se quedaron conmigo como un sticker. Ya nada era igual o eso creía, tal vez porque aún conservaba el sabor de sus labios en mí. Toda la noche me quedé con Ross en el hotel, para cuidar un poco de ella y de sus hijos.A la mañana siguiente, me levante temprano para prepararme para ir a trabajar, claro que, sin despertar a la pobre de Ross, quien aún seguía dormida. Me daba gusto ver que descansara, ya que por lo que se, Ross jamás se ha tomado vacaciones; siempre es responsable y trabajadora.Después de arreglarme, salí de la habitación en silencio para no perturbar el sueño de nadie. Después tomé un taxi que me llevó al hospital. Era la primera vez que podía costear un taxi, era bastante cómodo viajar en éste, mientras que no tengo que preocuparme de los ladrones o de perder el autobús correcto. Al llegar al hospital, me encuentro con las enfermeras reunidas en la sala, viendo un pequeño cartel color rosado.–¿Qué
(19)–¡Tienes que ir!–Me grita Ross desde la cama, mientras intenta convencerme de ir.–¿Por qué iría? ¿Acaso parezco una de esas chicas?–La verdad es que no quería caer una vez más en las trampas del doctor Mark o de cualquier persona, ya mi orgullo estaba devastado, no podía recibir otra bomba atómica como las que pase con ese hombre sin corazón.–Ve.–Me ruega, mientras ella deja de comer un poco de gelatina.–Te divertirás, te verás hermosas.–Me dice sonriendo, mientras me imagina vestida con un gran vestido.–¿Y quién cuidará de ti?–Le preguntó doblando su ropa, mientras intento convencerla de que no siga insistiendo.–He cuidado de mi por tantos años, no tienes de que preocuparte.–No quería hacerlo, pero la mirada de Ross me gano.–¡Esta bien!–Acepte rodando los ojos.–Pero no me pondré un horrible vestido.–Ella me sonríe aun así. Así que me cambie mi uniforme, para ponerme unos pantalones negros y una camiseta sencilla color vino. Después salgo del baño desatando mi larga cabeller
(20)Llegamos a su casa lo más rápido posible, incluso él dejo mal estacionado su auto, ya que tenía prisa. Al llegar a la entrada de su departamento, él me carga en sus brazos como si fuera una princesa, y con este vestido tan hermoso que traigo puesto, creo que lo era frente a sus ojos.Él abre su casa con astucia, mientras deja nuestras sus cosas en el sillón. Después él me lleva a su habitación, subiendo los escalones con rapidez, mientras aún me sostiene en sus brazos, mis mejillas se empiezan a tornar algo rojas, mientras miro sus músculos tensarse.Al llegar a su habitación realmente limpia y amplia, él me lleva enfrente se su cama para acostar en ella con delicadeza, mientras pasa sus labios por mi cuello, haciendo que me sintiera en el cielo, para luego poner sus manos en mis pechos sobre el vestido. Lentamente va rompiendo de este hermoso vestido, pero mi corazón bondadoso no permite que lo haga, así que lo detengo.–No destruya esto.–Le ruego entre besos.–Es de Abby.–Él no
(21)De una manera u otra, mi corazón se rompió en dos al saber que Liza estaba en problemas. Así que me monte al auto del doctor Mark, para ir con rapidez hacia el hospital. Me sentía realmente culpable, mientras él manejaba con rapidez sobre las calles de Londres. No me podía imaginar un mundo donde Liza no este, pero sabía que acostarme con su padre no era la solución, no quiero que me mire y se decepcione de mí.Al llegar a la entrada del hospital, él le lanza las llaves de su auto a un enfermero que iba saliendo del hospital. De inmediato corrimos a la habitación de Liza, pero no encontramos a nadie ahí, así que Dante le pregunto a una joven de intendencia el paradero de su hija; ella muy amablemente nos dijo que la pequeña niña había sido llevada a terapia intensiva. Así que los dos corrimos hacia el lugar mientras intentábamos no caernos con los zapatos lisos que traemos puestos. (Normalmente se usan zapatos con una suela de plástico, que evita que la gente se caiga en los hosp
(22)Aunque quería estar en el momento exacto en el que Liza se despertara, no pude estar ahí. Me sentí tan mal por hacer el mal tercio en ese momento. Hoy era mi único día libre en el que podía relajarme, pero lo único que quería hacer era comprar un vestido como el que me prestó Abby, para tratar de agradecerle lo buena que fue por ayudarme.Tenía que tomar el bus para ir a un centro comercial cercano, pero por suerte me encuentro a el doctor Steward, quien casi choca conmigo.–¡Jane!–Me toma entre sus brazos, mientras yo estoy sorprendida.–¿Doctor Steward?–Le contestó algo avergonzada.–Perdone, es que iba a tomar el bus.–Pero justo en ese momento el bus se va enfrente de mis narices.–¡Demonios!–Maldije para luego resoplar con enojo.–¿A dónde vas?–Me pregunta con una sonrisa realmente blanca.–Iba a comprar un vestido, tuve un percance con el vestido que la doctora Miller me prestó, así que quiero recompensarla con otro.–El doctor Steward siempre ha sido muy lindo conmigo, así que
PARTE 2–Gastaste bastante con el dinero que te di, pareciera que eres una compradora compulsiva.–Me regaña sobre mis finanzas.–Sigue pensando en lo que quiera, eso no me interesa.–Le dije tratando de no mirarlo, mientras los dos nos mantenemos en silencio durante el viaje. Minutos después, ya estábamos cerca de mi departamento.–Aquí hay que bajarnos.–Le indique a Dante, mientras el chofer para el auto, y Dante le da dinero para luego bajarnos del auto. Teníamos que caminar un poco, ya que en la zona no había donde meter el auto. Nuestro departamento era modesto, así que no me sorprende que haga algunas muecas al entrar a está.–A propósito, ¿por qué quiso acompañarme a mi casa?–Le pregunté mientras la lluvia cae tenuemente sobre la entrada de mi departamento.–No quiero acompañarte, es solo que quiero caminar.–Nunca en su vida va a aceptar algo.Yo subo los dos escalones para llegar a mi puerta, mientras saco mis llaves.–Adiós.–Le dije despidiéndome de él, mientras intento abrir l