BONITA CABEZA DE MEDUSA
Observo a Clarisa acostada en la cama, la sábana, blanca y con un tranquilizante aroma a lavanda, cubre su cuerpo y lo moldea con tosquedad. Respira con dificultad, ahogada por ese cáncer que consumió sus pulmones y le arrebató la vida de la que tanto disfrutaba llena de diversión y egoísmo.
Me cruzo de brazos y la veo toser, retorcerse y llorar de dolor. Nadie jamás podrá hacer nada por ella, no hay esperanzas para alguien que vivió sólo para ella, dejando hijos abandonados y familias destruidas. Estira la mano, está pidiendo agua, pero no me muevo de mi lugar. Soy el único que está aquí, el único masoquista que viene a verla retorcerse en su inmundicia, el único que se complace en verla. Una enfermera entra y se encarga de darle lo que necesita, de darle lo único que puede hacer por ella en sus últimos
Me distraigo revisando algunos pedidos del taller, agendando visitas y contando las entradas del día. Es la única manera que logro permanecer centrado para no correr a ese bar que se ha vuelto mi preferido. Sobre todo, porque aún no lo han abierto, lo sé porque al día siguiente de conocerla y no obtener más que su nombre, fui a ese lugar y esperé durante tres horas hasta que abrieran a las cinco de la tarde.—¿Irás a la clínica a ver a Clarisa? —pregunta Oscar.Miro a mi amigo bajo mis pestañas, sin ganas de decir algo para saciar su curiosidad. Toda su vida ha tenido envidia hacia mí, pero jamás se ha apartado de mi sombra sólo por conveniencia, siempre esperando obtener las limosnas que deseo lanzarle o las mujeres que ya no me sirven. Es un perro fiel y, a pesar de todo, confío en él así siempre tome precauciones. Conozco su vid
La vida nos da sorpresas impensadas. Vamos de un lado a otro y hacemos todo lo que creemos que se debe, lo que se ha estipulado por la sociedad, con el fin de alcanzar un nivel de satisfacción que en realidad no necesitamos. Nos fijamos metas que muchas veces son inalcanzables. Soñamos con vidas perfectas que nos venden por televisión; con una linda casa en un buen barrio en los suburbios y un precioso jardín, un esposo que inexplicablemente nos ame, hijos bien portados con sonrisas perfectas, siempre limpios y hábitos impecables, y un perro llamado Skipy.Y es muy cierto, la vida da muchas vueltas, pero no para alcanzar esas “metas” que nos ilusionan desde niños, ni siquiera para llegar a sentirnos medianamente satisfechos con lo poco que sí logramos.No soy una mujer de revista, y mucho menos tengo una de esas vidas perfectas.A lo largo de estos pocos años, en los que he vivido vagando de ciu
LucyHoy es sábado y el simple hecho de asimilarlo vuelve mi día perfecto. Me levanto un poco más animada que de costumbre, para ir a mi preciado nuevo trabajo. Me alegran mucho los días en que Chase duerme fuera de casa y se va de juerga con sus "amigos", quienes no resultaron ser más que idiotas alcohólicos, drogadictos e inadaptados. No hay nada como levantarse en paz, sin tener que fingir ante alguien tan egocéntrico y patán como lo es mi supuesto novio.Sé que debo irme de este tétrico lugar, lo más lejos posible de él, pero mi sueldo no me es suficiente para pagar algo medianamente decente y ni hablar de que él no me permitirá hacerlo, alegando un supuesto amor luego de haberme golpeado y culpado por su arrebato. Se ha encargado de dejarme con una muy mala imagen cada vez que consigo un buen trabajo, le gusta controlar todo a mi alreded
LucyCuando llega la noche, resoplo, resignada, al tener que volver a esa casa. Ayudo a mis jefes a cerrar y dejo que Lia y Jean se vayan, tratando así de tardar el mayor tiempo posible. Tomo mi autobús y recuesto mi cabeza a la ventana, con el frío calmando mis pensamientos. Intento, como cada día, evitar pensar de más y no es porque me haya resignado a esta vida, nunca lo haría, pero es difícil escapar cuando estás sola, no tienes apoyo de nadie y controlan cada paso que das. Eso es él en mi vida. Debí tomarme muy enserio cuando me pregunto si sería suya, aunque no fue necesaria una respuesta; él ya me había tomado como una propiedad mientras confiaba en él.Desde la acera de enfrente, puedo ver la luz del apartamento encendida y un par de sombras ir y venir. En momentos como este me maldigo por no haber hecho caso a mi madre y haber ido a
Lucy—Eres mi vida —le escucho susurrar sobre mi cabello. Sé que está arrodillado ante la cama y sé que sentir mi desamor le duele, pero nadie tiene derecho a apropiarse de la voluntad de otra persona. Y es en momentos como estos en los que desearía que todo fuera diferente. Que no me golpeara, que no me engañara con otras, que no infundiera ese miedo en mí y que me dejara ser libre. Libre para ser yo misma, libre para reír, gritar y llorar, libre para decidir amarlo desde mi corazón, y libre para estar a su lado por decisión —. Mía.Acaricia mi mejilla y la besa. No sé si sabe que cada mañana finjo dormir cuando él despierta, que espero con ansias su partida para iniciar mi día e infundirme positivismo para encarar la vida. Si lo sabe y prefiere no decirlo, se lo agradezco infinitamente.Como cada mañana, lueg
LucyAl despertar, siento como si hubiese ido a la guerra dos veces y luego a bailar el vals de la muerte, aunque mi cuerpo estuvo en una terrible batalla anoche, literalmente hablando, estoy segura de que me veo tan fatal como me siento. Mi garganta raspa, seca y adolorida; trato de mover las piernas poco a poco, las siento entumecidas al igual que mis brazos, pero lo que más me preocupa es el dolor en mi costado izquierdo y en mi cabeza, que me impiden moverme con la agilidad de siempre. Se ha desquitado conmigo como si fuera una pera de boxeo. No menciono nada de mi entrepierna, no es nada que no me haya hecho antes.Anoche durmió abrazado a mí como siempre, lo sentí aferrado a mi cintura con mano de hierro, pero procuraba no hacerme más daño, consciente de mi mal estado, y temblaba. Me acarició para calmar mi llanto y aplicó cremas para las marcas y heridas que él mismo ca
Mark—Hasta mañana, compañero —se despide Carter, y lo observo salir.Miro la hora en mi reloj de pulso. Casi media noche. El tiempo ha pasado volando y no hemos conseguido nada sobre la muerte de ese pobre muchacho. Fue por drogas, es la única certeza que tenemos, pero nadie quiere hablar de este nuevo distribuidor. Solo el maldito Indio podría lanzarnos algo, pero el jodido hombre se está haciendo de rogar.Ansío el día en que me las pueda cobrar a ese cabronazo.—¿Nos harás compañía en el turno de esta noche? —dice Loreta, la patrullera que estará de turno hoy—. ¿Quieres distraerte un rato?Pasa sus dedos por mi barbilla para levantar mi mirada hacia ella. Muevo la cara y la evito. Ella es una jodida devoradora de hombres, y más de uno está feliz de estar a su servicio, pero para m&
LucyEsta mañana he despertado mucho mejor. Más de lo que merezco, en realidad. Los medicamentos y los cuidados que me han dado, en especial de Georgina, me han ayudado a estar de mucho mejor ánimo. Nunca tendré cómo agradecerles a éstas tres mujeres por ayudar a una total desconocida. Me quejo cuando pasa la peinilla por mi cabello, intentando peinarlo, se disculpa y rio, porque incluso para eso es tierna, y porque mi cabello ya de por sí solo es un nido de pájaros indomable. Quisiera prepararle un pastel y dárselo en la boca como a una bebé.—No tienes que hacer esto.—No. No tenemos que hacerlo, pero queremos y tú colaborarás.Que cosita tan tierna.—¿Cómo llegaron a mí?—El señor Walker preguntó por ti cuando probó el café. Sarah se preocupó y la