Mark
Toco a la puerta con fuerza, evito dejar salir la ira que me causa estar aquí otra vez, el pensar que en este lugar ella sufrió a manos de ese imbécil, me dan deseos de quemarlo. Nadie abre e insisto hasta que mi puño duele. Se supone que es este el apartamento donde ese bastardo vive. Su cara en esa foto me parece haberla visto en algún lugar, pero no logro recordar donde. Necesito saber de dónde lo conozco.
Luisiana lo denunció antes, intentó alejarse de él, pero no lo logró. ¿Por qué?
¿Qué tipo de contactos podría tener un cerdo como ese?
Un ladrón de autos, desestimado por pruebas poco concluyentes hace dos años, y, luego de tres investigaciones más, nadie ha logrado tener algo que pueda tenerlo más de una semana en una cárcel.
Doy dos pasos atrás y tomo aire para embestir y tum
LucyMuchas personas creen que enfrentar la vida es sencillo, que avanzar y seguir adelante es como ir por leche al supermercado, escoges y sigues tu camino. Y en verdad lo intento, avanzar, seguir, dominar la situación. Pero no es fácil. Aunque, si lo pensamos desde la sabia perspectiva de Sarah, si puedo superar todo este tiempo y situaciones que viví con Chase, podré enfrentarme a lo que sea.Cuanto desearía tener un poco de esa confianza que ella tiene en mí.Mark toma mi mano y hago un puchero. Aún estoy molesta con él por haberme traído aquí sin siquiera prevenirme. Para cualquier otra mujer, una que amara su tierra y añorara a su familia con fervor, hubiera sido la más especial de las sorpresas, pero no para mí. Ya son seis años sin poner un pie en este lugar y me mantengo casi acostada en el asiento del auto evitando ver más de lo nec
LucyNo soy muy buena para eso que muchas mujeres llaman el sexto sentido, es la menos confiable de mis habilidades, si es que tengo alguna; pero hoy estoy sintiendo cierto malestar en mi pecho, como si un puño oprimiera mi corazón y mis extremidades hubieran sido reemplazadas por fideos cocidos.Resoplo y doy varios saltos para borrar esa sensación tan absurda.—¿Pasa algo? —pregunta Mark, recostado al marco de la puerta del baño con su ceño arrugado, siempre preocupado por mí.—No.—Quédate en casa si es lo que quieres —dice, y lo maldigo por conocerme tan bien.—Hoy es sábado, las chicas irán.—Invítalas a venir aquí, pueden desayunar o desnudarse en casa.—Tonto.Ríe y me hace señas, porque ya es hora de irme si quiero llegar a tiempo a mi trabajo. Me gusta
MarkGolpeteo mi rodilla y observo a mi capitán leer el último informe que me ha entregado Alex. El operativo de esta noche se ha logrado coordinar gracias a él, y, al fin, podré cerrar la jodida boca a ese imbécil de Asuntos Internos. Decidió confiar en la palabra de un simple oficial que no hace más que poner multas en la calle y tiene una gran lista de quejas. Voy a disfrutar verlo bien jodido.Me ha tomado un mes poder hacer esto al fin. Dos semanas, una en Atlanta y otra en Miami, disfrutando de la compañía de mi preciosa morena, pero estas dos últimas semanas, luego de nuestro regreso, mi jefe me había tenido retenido hasta que no hubieran ratificado la información sobre Gio Lander. El detective Roy no tendrá otra opción más que cerrar mi caso. Será algo satisfactorio para ver.El Indio también ha sido de gra
LucyMe remuevo un poco y siento que mi cabeza va a estallar.Llevo mis manos a mi cabeza y me estremezco cuando me tocan la cara.—Linda. Mírame, cariño. —Abro mis ojos un poco y me quejo por la luz blanca que quema mis ojos—. Gracias al cielo despiertas.—¿Qué paso? —mi voz sale rasposa como la última vez y llevo mis manos a la garganta.Los recuerdos me abruman, me golpean con tanta fuerza que duele, y bajo mi cabeza para no mirarlo.Ese idiota me volvió a tocar y, una vez más, no logré impedirlo.—Mírame, Luisiana. —Busca mi mirada, pero le rehúyo.¿Cómo puede querer o interesarse en alguien como yo? —. Luisiana.Ya no tienes nada de qué preocuparte o temer.Lo atraparon y nos encargaremos de que allí se quede.¿Est&a
Lucy—¡¿Por qué nunca limpias el baño?!Me quejo, bajo las escaleras, pero sólo escucho su risa desde la cocina. Sarah dice que con este tipo de cosas es mejor respirar y dejarlas ir, que son discusiones vacías porque los hombres no cambian. Son lo que son y eso es todo.Le he preguntado a mi tonto novio, cómo es que antes si podía tener su casa limpia y él simplemente ríe.—¿Te llevo a tu trabajo? —pregunta, sale de la cocina e ignora mi reproche.Sabe que hoy no trabajo y Sarah pasará por mí más tarde.—Mark, por favor —me quejo, por enésima vez, y me abraza sin borrar esa sonrisa confiada que tanto me encanta.—Lo siento. No lo olvidaré la próxima vez. —Besa mis labios invadiendo mi boca y mi única reacción, es ab
BONITA CABEZA DE MEDUSAObservo a Clarisa acostada en la cama, la sábana, blanca y con un tranquilizante aroma a lavanda, cubre su cuerpo y lo moldea con tosquedad. Respira con dificultad, ahogada por ese cáncer que consumió sus pulmones y le arrebató la vida de la que tanto disfrutaba llena de diversión y egoísmo.Me cruzo de brazos y la veo toser, retorcerse y llorar de dolor. Nadie jamás podrá hacer nada por ella, no hay esperanzas para alguien que vivió sólo para ella, dejando hijos abandonados y familias destruidas. Estira la mano, está pidiendo agua, pero no me muevo de mi lugar. Soy el único que está aquí, el único masoquista que viene a verla retorcerse en su inmundicia, el único que se complace en verla. Una enfermera entra y se encarga de darle lo que necesita, de darle lo único que puede hacer por ella en sus últimos
Me distraigo revisando algunos pedidos del taller, agendando visitas y contando las entradas del día. Es la única manera que logro permanecer centrado para no correr a ese bar que se ha vuelto mi preferido. Sobre todo, porque aún no lo han abierto, lo sé porque al día siguiente de conocerla y no obtener más que su nombre, fui a ese lugar y esperé durante tres horas hasta que abrieran a las cinco de la tarde.—¿Irás a la clínica a ver a Clarisa? —pregunta Oscar.Miro a mi amigo bajo mis pestañas, sin ganas de decir algo para saciar su curiosidad. Toda su vida ha tenido envidia hacia mí, pero jamás se ha apartado de mi sombra sólo por conveniencia, siempre esperando obtener las limosnas que deseo lanzarle o las mujeres que ya no me sirven. Es un perro fiel y, a pesar de todo, confío en él así siempre tome precauciones. Conozco su vid
La vida nos da sorpresas impensadas. Vamos de un lado a otro y hacemos todo lo que creemos que se debe, lo que se ha estipulado por la sociedad, con el fin de alcanzar un nivel de satisfacción que en realidad no necesitamos. Nos fijamos metas que muchas veces son inalcanzables. Soñamos con vidas perfectas que nos venden por televisión; con una linda casa en un buen barrio en los suburbios y un precioso jardín, un esposo que inexplicablemente nos ame, hijos bien portados con sonrisas perfectas, siempre limpios y hábitos impecables, y un perro llamado Skipy.Y es muy cierto, la vida da muchas vueltas, pero no para alcanzar esas “metas” que nos ilusionan desde niños, ni siquiera para llegar a sentirnos medianamente satisfechos con lo poco que sí logramos.No soy una mujer de revista, y mucho menos tengo una de esas vidas perfectas.A lo largo de estos pocos años, en los que he vivido vagando de ciu