La fría y analítica mirada negra de Fiama, se clavó en el horizonte al observar la tarde caer y ser opacada por esas nubes de tormenta y las gotas de agua resbalar tras el cristal de su ventana, no las notó al recordar la conversación con Giancarlo momentos antes.—Así que por fin muestras tu carácter…— habló para ella misma, pero al referirse al pelinegro.Giancarlo había estado en ese lugar sin que ella lo esperara y le había informado que el día de mañana tenían una cita con un ginecólogo de confianza y ese mismo médico descartaría o confirmaría su supuesto embarazo…era una complicación.Sonrió molesta al girarse y recargar su cuerpo en la pared y cristal a su espalda…había sido divertido molestar a Regina al quedarse con Giancarlo, había sido conveniente dejar a Giovanni cuando éste no pudo seguir pagando su colegiatura ni cumpliendo sus caprichos, había tenido mucha suerte en que Giancarlo no hubiese escatimado en complacerla…pero había sido suficiente, mañana mismo descartaría e
El característico sonido de un chat activo atrajo la atención del rubio, se acercó a su computador y se sentó a esperar a la pelinegra… prestó atención al mensaje que Stefano le había mandado y dio un par de instrucciones más del encargo que había ordenado esa mañana; también le ordenó mandar a alguien a recoger su auto que se había quedado en la universidad y que se le llevara hasta ese edificio.El rubio resopló cansadamente al apretar el puente de su nariz.—¿Agotado? — preguntó Regina divertida al verlo deslizar su cuerpo por esa silla de piel y tomar una postura más relajada.—Algo— aceptó el joven al cerrar su portátil y llevar su mirada a la joven salía envuelta en su tonta toalla verde y de ranas, ahora veía que era enorme —¿qué? — preguntó al verla ahora nerviosa voltear en busca de otra de sus maletas, su cabello húmedo y revuelto caía por sus hombros.—Que tomaste la maleta que no era— explicó al verlo y mordió su labio avergonzada.Él achicó los ojos y sonrió un segundo de
—¿Te gustó? — preguntó al ladear su rostro y verla, el rostro de la pelinegra era oscurecido por su sombra, pero pudo notar su sonrojo. Él sonrió por ello.Regina se quedó sin habla ¿por qué preguntaba tal cosa?—¿Debo entender eso como un sí? — le preguntó sobre sus labios.—Eres…— mencionó indignada —eres un cretino, Giovanni –Él sonrió y volvió a besarla mientras despacio salía de ella, un delgado hilo del blanquecino semen del rubio salió con él y ninguno se percató.—Tal vez, pero vas a amarme— mencionó seguro.En ese momento recordó las palabras soltadas por Anthony aquella vez que reconoció por primera vez que la quería… “Déjala en paz, si Regina se enamora de ti, tú la lastimarás más que nadie y lo sabes, déjala, es por su bien.” Había algo que le decía que sus palabras podrían ser más ciertas de lo que él llegó a considerar.—Eres un presumido— dijo ella divertida… podía ser cierto, si se involucraba de verdad, como estaba intentando, por supuesto que podría llegar a amarlo.
Regina jugó inquieta con el cinturón de seguridad que cruzaba su pecho mientras su vista se perdía en ocasiones entre los grandes edificios de esa ciudad capital, el lento tráfico vehicular y los peatones que esa mañana transitaban las calles.—¿Qué tienes? — la voz ronca del rubio ojiazul la hizo voltear a verlo.—¿Ah?... nada— respondió y le sonrió.El rubio que apoyaba un brazo en la ventanilla del auto mientras la otra dirigía el vehículo, la vio de medio lado.—No tienes por qué estar nerviosa – le dijo intentando calmarla.Regina abrió grandemente los ojos —no estoy nerviosa— le dijo y desvió la mirada para en un segundo volverlo a ver.Los ojos azules del joven se fijaron en el movimiento ascendente y descendente de la mano de Regina sobre el cinturón de seguridad. Ella se detuvo al notarlo.—Bueno, tal vez lo estoy solo un poco— dijo y sonrió tontamente para juntar sus manos sobre su regazo y apretar una con otra.El rubio suspiró sonoramente y rascó su frente de forma distraí
—Cielos— mencionó la joven al exhalar hondamente… Giovanni era capaz de rendirla con solo verla fijamente a los ojos, un profundo cosquilleo se apoderó de su estómago… ¿cómo era posible que ese joven en un par de meses hubiese desbancado a Giancarlo del lugar que tuvo por años en su corazón?—Pasaremos a surtir la despensa y comprar un par de cosas, no quiero que estés sin alimentos ni enceres necesarios, y antes de que comiences de necia, yo seré quien pague por todo y no está sujeto a discusión ¿Entendido? — mencionó el joven mientras volteaba su rostro para salir de reversa de ese cajón del estacionamiento.Regina sonrió y asintió para luego agradecer…era por eso, porque a pesar de la pasión que le provocaba, Giovanni siempre la cuidó, a su extraña forma, pero siempre la cuidó, la hacía sentir segura y protegida… aunque si se era sincera, también la hacía sentir deseada, y eso movía muchas cosas en su interior, analizando toda aquella situación, quizás, había sido desde aquella noc
Regina sonrió una vez más, después de la llamada de Giancarlo y que Giovanni se fuera, habían pasado casi veinticinco minutos y ella había logrado acomodar todo lo que compraron en su respectivo lugar, se sintió satisfecha al ver que su despensa estaba surtida y tenía todo lo que necesitaba para mantener perfecta esa casa; gracias a la insistencia del rubio, ella no tuvo que pagar el resto de las compras, una vez que salieron de esa tienda de electrónica, por supuesto, insistió en hacerlo, pero Giovanni no se lo permitió, negó en silencio, ambos podían llegar a ser demasiado obstinados, mirando de nuevo el lugar dejo escapar un suspiro, los gastos de una casa no eran baratos, por lo que si pensaba seguir con eso, debería pensar seriamente en buscarse un trabajo de medio tiempo.—Veré por los lugares cercanos— se dijo cuando subió al segundo piso, todo estaba perfecto en ese lugar también — creo que en esa tienda solicitaban cajeras— recordó la pequeña tienda de autoservicio que visita
Ella volvió a enmudecer y terminó por asentir, el moreno se giró y solo alzó una mano a modo de despedida antes de rodear su auto y subir a él.—Cielos— mencionó la joven al perder el aliento, mientras giraba y cerraba la puerta.La duda de no estar haciendo lo correcto picó en su cabeza, aun así, siguió firme, sin saber exactamente por qué.Tragó saliva y con ello, sus dudas…estaba dando un gran paso.—¡Aubrey! — alzó la voz para llamar al niño que había perdido de vista —¿tienes hambre? – le pregunto.—¡Nooo!— gritó el pequeño desde la segunda planta y Regina sonrió al seguir su voz.—Bien— dijo y sonrió —¿te parece si te muestro la casa y la que será tu habitación? — preguntó al verlo arrodillado en el pasillo acariciando al regordete gato que parecía aburrido.El pelirrojo se levantó y le tomó la mano para preguntarle cuál de las dos habitaciones de ese lugar sería la de él, una vez que se dio por enterado, ambos charlaron de cosas superficiales, la joven no tenía intención de rec
Una vez afuera, se encontró con un rubio al teléfono, lo observó mientras él hablaba, ya se había acomodado su cabello y su voz fría con ese tono soberbio, estremecieron su piel, dios, le gustaba tanto.Regina portaba solo un largo blusón gris que cubría apenas un par de centímetros bajo su trasero, el mismo caía de uno de sus hombros, cepilló su cabello, entendió que la llamada era otra vez con asuntos relacionados a su empresa, le dio la espalda pretendiendo no escuchar, ella veía a la cama y él, había estado de pie frente al balcón.Giovanni resopló frustrado.—Que Alfred se encargue, él es el encargado de esos asuntos— ordenó al hombre del otro lado de la línea y vio de medio lado a Regina comenzar a preparar la cama —Lo sé, pero ahora no puedo encargarme— volvió a decir mientras se acercaba a ella.—Ahhh— la pelinegra gimió cuando el rubio rodeó su cuerpo con un brazo y acarició suavemente uno de sus senos.—Encárguense, mañana hablamos— ordenó el rubio que cortó la comunicación