Regina jugó inquieta con el cinturón de seguridad que cruzaba su pecho mientras su vista se perdía en ocasiones entre los grandes edificios de esa ciudad capital, el lento tráfico vehicular y los peatones que esa mañana transitaban las calles.—¿Qué tienes? — la voz ronca del rubio ojiazul la hizo voltear a verlo.—¿Ah?... nada— respondió y le sonrió.El rubio que apoyaba un brazo en la ventanilla del auto mientras la otra dirigía el vehículo, la vio de medio lado.—No tienes por qué estar nerviosa – le dijo intentando calmarla.Regina abrió grandemente los ojos —no estoy nerviosa— le dijo y desvió la mirada para en un segundo volverlo a ver.Los ojos azules del joven se fijaron en el movimiento ascendente y descendente de la mano de Regina sobre el cinturón de seguridad. Ella se detuvo al notarlo.—Bueno, tal vez lo estoy solo un poco— dijo y sonrió tontamente para juntar sus manos sobre su regazo y apretar una con otra.El rubio suspiró sonoramente y rascó su frente de forma distraí
—Cielos— mencionó la joven al exhalar hondamente… Giovanni era capaz de rendirla con solo verla fijamente a los ojos, un profundo cosquilleo se apoderó de su estómago… ¿cómo era posible que ese joven en un par de meses hubiese desbancado a Giancarlo del lugar que tuvo por años en su corazón?—Pasaremos a surtir la despensa y comprar un par de cosas, no quiero que estés sin alimentos ni enceres necesarios, y antes de que comiences de necia, yo seré quien pague por todo y no está sujeto a discusión ¿Entendido? — mencionó el joven mientras volteaba su rostro para salir de reversa de ese cajón del estacionamiento.Regina sonrió y asintió para luego agradecer…era por eso, porque a pesar de la pasión que le provocaba, Giovanni siempre la cuidó, a su extraña forma, pero siempre la cuidó, la hacía sentir segura y protegida… aunque si se era sincera, también la hacía sentir deseada, y eso movía muchas cosas en su interior, analizando toda aquella situación, quizás, había sido desde aquella noc
Regina sonrió una vez más, después de la llamada de Giancarlo y que Giovanni se fuera, habían pasado casi veinticinco minutos y ella había logrado acomodar todo lo que compraron en su respectivo lugar, se sintió satisfecha al ver que su despensa estaba surtida y tenía todo lo que necesitaba para mantener perfecta esa casa; gracias a la insistencia del rubio, ella no tuvo que pagar el resto de las compras, una vez que salieron de esa tienda de electrónica, por supuesto, insistió en hacerlo, pero Giovanni no se lo permitió, negó en silencio, ambos podían llegar a ser demasiado obstinados, mirando de nuevo el lugar dejo escapar un suspiro, los gastos de una casa no eran baratos, por lo que si pensaba seguir con eso, debería pensar seriamente en buscarse un trabajo de medio tiempo.—Veré por los lugares cercanos— se dijo cuando subió al segundo piso, todo estaba perfecto en ese lugar también — creo que en esa tienda solicitaban cajeras— recordó la pequeña tienda de autoservicio que visita
Ella volvió a enmudecer y terminó por asentir, el moreno se giró y solo alzó una mano a modo de despedida antes de rodear su auto y subir a él.—Cielos— mencionó la joven al perder el aliento, mientras giraba y cerraba la puerta.La duda de no estar haciendo lo correcto picó en su cabeza, aun así, siguió firme, sin saber exactamente por qué.Tragó saliva y con ello, sus dudas…estaba dando un gran paso.—¡Aubrey! — alzó la voz para llamar al niño que había perdido de vista —¿tienes hambre? – le pregunto.—¡Nooo!— gritó el pequeño desde la segunda planta y Regina sonrió al seguir su voz.—Bien— dijo y sonrió —¿te parece si te muestro la casa y la que será tu habitación? — preguntó al verlo arrodillado en el pasillo acariciando al regordete gato que parecía aburrido.El pelirrojo se levantó y le tomó la mano para preguntarle cuál de las dos habitaciones de ese lugar sería la de él, una vez que se dio por enterado, ambos charlaron de cosas superficiales, la joven no tenía intención de rec
Una vez afuera, se encontró con un rubio al teléfono, lo observó mientras él hablaba, ya se había acomodado su cabello y su voz fría con ese tono soberbio, estremecieron su piel, dios, le gustaba tanto.Regina portaba solo un largo blusón gris que cubría apenas un par de centímetros bajo su trasero, el mismo caía de uno de sus hombros, cepilló su cabello, entendió que la llamada era otra vez con asuntos relacionados a su empresa, le dio la espalda pretendiendo no escuchar, ella veía a la cama y él, había estado de pie frente al balcón.Giovanni resopló frustrado.—Que Alfred se encargue, él es el encargado de esos asuntos— ordenó al hombre del otro lado de la línea y vio de medio lado a Regina comenzar a preparar la cama —Lo sé, pero ahora no puedo encargarme— volvió a decir mientras se acercaba a ella.—Ahhh— la pelinegra gimió cuando el rubio rodeó su cuerpo con un brazo y acarició suavemente uno de sus senos.—Encárguense, mañana hablamos— ordenó el rubio que cortó la comunicación
La mañana los había encontrado desnudos y enredados en una cálida manta, Regina se abrazaba ligeramente a la almohada sobre la cuál descansaba y el joven de cabello rubio se abrazaba a ella, brindándole el calor, la protección y la comodidad suficientes para no quererse levantar aun cuando tenía casi cinco minutos despierta, entrelazó sus dedos con los del rubio luego de acariciar su brazo.Suspiró en silencio… ¿qué sentía realmente por él? ¿Hasta dónde podrían llegar juntos?Su pecho quiso apretarse ante la duda y negó en silencio, últimamente pensar mucho en lo que ellos tenían, no la hacía sentir muy bien.—Será mejor levantarme— se aconsejó en un murmullo.Enderezó su cuerpo y volteó a ver al buró que se encontraba del otro lado de la cama… faltaban cinco minutos para las siete de la mañana, la luz del sol todavía no atravesaba la cortina del balcón, por lo que supuso que sería un día gris; bajó su mirada al rubio que parecía dormir casi profundamente… Regina se tomó unos segundos
—¿Qué? –—Las llaves de su auto— repitió por tercera vez un hombre al ofrecerle el objeto — El señor Giovanni me ordenó traerlo a esta dirección — dijo y confirmó que era el lugar correcto —… ¿es usted Martinelli Regina? — terminó por preguntar ante el asombro de la joven.—S-si… soy yo, pero… ¿qué le hicieron a mi auto? — preguntó con sorpresa al salir a la calle y verlo.—Hicimos lo que pudimos — confesó el hombre con pinta de mecánico — Realmente es un auto antiguo… descontinuado, insistimos al joven que sería mejor sustituirlo por un modelo reciente, pero él insistió reparar este — confesó el hombre.Regina entonces lo volteó a ver y mientras él le estiraba la mano para que tomara las llaves, ella observó en el uniforme beige de trabajo, la impresión del nombre de la empresa de Giovanni en la parte de la chaqueta del hombre.—¿Él pidió que lo repararan? – cuestiono Regina casi al borde de las lágrimas.El hombre asintió — no dará problemas en mucho tiempo, se le hicieron algunos a
—¡Shh! Cierra la boca, Alma— se quejó Jane al ver a la pelicorta atendiendo una llamada en medio de la función.—Ah, cállate— mencionó la otra al arrojarle un puñado de palomitas hacia atrás, lugar donde ella se había sentado.—Señoritas, nos van a echar— comentó con una sonrisa nerviosa Anthony mientras evadía las palomitas que Alma volvía a arrojar.—Entonces dejen de molestarme— habló la joven que sostenía el móvil en su hombro y oreja, al mismo tiempo que comía palomitas y prestaba atención a la enorme pantalla.Regina volteó a verla con asco —¿cómo puedes comer mientras a esos hombres les sacan los intestinos? — preguntó y casi pálida regresó la vista a la pantalla, donde justo en ese momento, uno de los chicos, coprotagonistas, se escondía del asesino y claramente podía verse que iba a ser capturado.—¿Estás bien? — preguntó el pelinegro que se había sentado a un costado de Regina, en los asientos de la orilla de esa sala.Regina asintió no muy convencida —no es mi género favori