—Mmmm, eso podría ser divertido. Una gran y acolchonada habitación, tú toda linda y amarrada para que no puedas pegarme. Suena a un buen rato — Aquellos pensamientos no eran de ella, ni en mil años podrían ser de ella, nunca, jamás, pensaba en cosas indecentes.
La mano de Regina pegó al aire cuando sintió la mano de él moverse hacia abajo. Estaba pasando de nuevo, se sentía tocada por algo invisible.
—¿Puedo ir al baño? — Chilló. La jefa de área alzó una ceja, pero afortunadamente no hizo preguntas, y, aunque no deseaba hacerlo, tenía que avisar a donde iría en todo momento, después de todo, ella era la recepcionista.
—Vaya rápido Señorita Martinelli. Regina se levantó rápidamente de su asiento, sabiendo que probablemente se veía como una idiota. Corrió al baño tan pronto como la puerta de su área quedaba atrás y fue cerrada detrás de ella. Se llevó las manos a la cabeza, tal y como lo había hecho esta mañana y todas las otras veces que Giovanni decidía molestarla.
—Oh, vamos cariño, no seas así. Se quejó Giovanni. Sólo un minuto más, estoy tan aburrido. Ven, déjame hacerte sentir mejor... — Regina gimió cuando Giovanni, esta vez en carne y hueso, empezó a masajear sus hombros, tratando de quitarle un nudo. Sus manos se cayeron y su cabeza se inclinó hacia el frente. El masaje era casi tan bueno como las caricias de esta mañana.
—Esto se siente tan bien— Soltó un gritito ahogado, sus dedos sintiéndose mágicos. Él río entre dientes dentro de su cabeza.
— No es tan malo tenerme cerca ahora, ¿verdad? Preguntó burlón.
—Tal vez tengas tus usos— Masculló la joven. — Aún tenemos que hablar y será mejor hacerlo aquí, no te quiero de nuevo en mi casa — amenazó. — Esa pobre historia no es lo suficientemente buena —
Giovanni suspiró. — Tienes tan poca fe en mí, mi mate — Sus manos empezaron a moverse hacia debajo de su espalda de nuevo. — Sabes que no tienes que estar aquí, soy el dueño de este lugar y puedo darte lo que quieras no me gusta que estés fuera por tanto tiempo, además, no tienes que regresar a esa casa, en la mía tienes la tuya —
Regina, inmediatamente se volvió a tensar. —Es suficiente. Afuera — Giovanni suspiró mientras era empujado hacia fuera. Y Regina se alegró de ya no tener que ponerse las manos en la cabeza para deshacerse de él. La joven abrió el grifo, y el agua fría comenzó a calmarla. Estudió su cara en el espejo, preguntándose si se veía como el tipo de chica que podía llamar a su alma gemela solo por el aroma.
Por supuesto, era una tontería pensar en ello, ¿No es que en los libros y las películas usualmente las describen como hermosas, amables, trabajadoras y con algún tipo de pasado trágico? Bueno, dos de cuatro probablemente no era tan malo, sí que tenía un pasado trágico y era trabajadora, por lo demás…no había nada de especial en ella.
Ese hombre apuesto estaba en verdad persiguiéndola y acosándola por razones que alcanzaba a comprender. Perdió la fuerza para estar parada y cayó sobre sus rodillas, el día pasado por fin se hacía presente. Era obviamente real, no había manera de que ella pudiera ''oír'' o ''sentir'' a Giovanni de otro modo. Posó su frente contra el frío fregadero de porcelana, tratando de recuperar su respiración. Ella realmente tenía un... ¿Un compañero? ¿Cómo en esas películas payasas de hombres lobo? Gimió. Ella no tenía tiempo para nada tan grande como el eterno amor, ni siquiera tenía novio. Su padre estaba muerto, el estado mental de su madre era cuestión de tiempo para que algo terrible ocurriera, y con la ausencia de su abuelo, su hermano probablemente sería forzado a lidiar con la muerte de su padre una vez que entendiera la realidad de las cosas, y ahora ella se tendría que hacer cargo de un hombre que asegura haber estado esperando por ella durante más de 500 años.
La chica chocó su cabeza ligeramente contra el fregadero. M*****a sea, ¿por qué no otra chica hermosa, amable, trabajadora y con un trágico pasado se puedo hacer con esto? Cerró sus ojos e inclinó su cabeza hacia atrás, tratando de pensar racionalmente. Ella no conocía mucho a Giovanni, pero parecía que ahí tenía algunos beneficios, para comenzar, era inmensamente rico…y estaba buenísimo.
Se sonrojó, su cuerpo hormigueó con el recuerdo. Giovanni ni siquiera la había tocado en zonas prohibidas ¿Cómo sería cuando lo hiciera? Si ella antes había sentido fuego ¿se quemaría con las llamas? Volvió a pegar su cabeza contra el fregadero, tratando de enfriar sus mejillas que estaban ardiendo. Había tratado de pensar racionalmente, y ahora se estaba preguntaba Giovanni podría hacerla arder. Ella no debería siguiera pensar en tener sexo hasta que supiera más sobre él. Ni siquiera estaba segura de sí era algún extraño demente planeando asesinarla. Acercó sus rodillas y posó su barbilla sobre ellas, frunciendo el ceño. Aquello era, una completa locura.
¿Quién sabía de dónde había venido? Ok, estaba segura de que era su jefe, el dueño de aquella empresa y todo lo demás, pero, ¿Qué pasaría si ella realmente había liberado alguna clase de demonio malvado en su casa tan solo por su aroma? ¿Estaban su mamá y su hermano a salvo allí?
Todo aquello era tan ridículo que en verdad le dolía la cabeza de tantas tonterías que pensaba. Miró su reloj, las 12:36. Tenía dos horas más de escuela, y desde el momento que habló con Giovanni su familia tendría que estar a salvo. Iría a una iglesia en el c a casa y vería si podría conseguir un poco de agua bendita y tal vez una Biblia. El reloj despertador podría espera un día más. Probablemente Giovanni terminaría rompiéndolo de todos modos si decidía volver a invadir su hogar ante su negativa de irse con el…por Dios, ¿Estaba demente? Apenas y si sabía su primer nombre y quería llevársela consigo, en verdad, todo eso era una locura, pero había escuchado de alguien quien ayudaba con malos espíritus.
Pasada 137... Pasada 138... Pasada 139... El timbre de la puerta que sonaba cuando ésta era abierta distrajo a Matteo en su tarea de pulir el banco de madera. Suspiró, molesto por haber perdido la cuenta. Una chica entró indecisamente a la iglesia, mirando alrededor con cautela. El corazón de Matteo se suavizó por la asustada criatura, la cual estaba obviamente nerviosa Sus mejillas se sonrojaron mientras tembló y sacudió su cabeza, respirando profundamente.
Matteo la miró con compasión.
Pobre chica. —Perdone señorita, la casa de mujeres maltratadas está al final del pasillo. Estaré más que feliz de hablar con el director si usted es tímida o asustadiza. —
La boca de Regina se abrió. —¡No estoy siendo abusada! ¡Ni siquiera tengo novio! — Hizo una pausa. — Uh... creo —
Matteo inclinó su cabeza hacia ella. —El refugio de prostitutas no está abierta hasta la noche. Si está interesada en tener alguna clase para escoger una segunda carrera, puedo incluirla en la lista de espero, dijo moviendo su cabeza con compasión. Realmente estaban iniciando muchas jóvenes.
—¡Tampoco soy prostituta! — Se detuvo ella y respiró profundo.— Me gustaría una Biblia y tal vez un poco de agua bendita. Posiblemente un rosario si tiene alguno. O — Pensó por un momento. — ¿Es posible tener una estaca bendecida? — Preguntó muy educadamente.
Matteo la miró, ahora no muy seguro de qué sugerir.
—Sí, puedo darle una Biblia — Dijo lentamente. — Nosotros no damos agua bendita o cruces, y la última vez que revisé, las estacas estaban agotadas, creo que esas dejaron de fabricarse en la edad media cuando las personas aun creían en hombres lobos y vampiros — Bromeó, aunque ella no captó su broma, ya que ahora se veía más seria.
En sus oficinas, Giovanni casi quiso reír por el recurso desesperado que su dulce mate estaba buscando, quizás, aquello seria mucho mas divertido de lo que habían dicho que seria. Él, el macho alfa de su manada, la mas antigua y poderosa que existía desde hacía demasiado tiempo ya, sin embargo, al nunca haber encontrado a su compañera, a su mate, no había nadie que siguiera con el liderazgo de su manada, y por ello, algunas facciones rebeldes estaban conspirando contra el…esa joven, la única cuyo aroma por tanto tiempo estuvo esperando, había finalmente aparecido, ella, no había despertado aun como un lobo, y el, no la dejaría escapar de sus garras, ella era suya, así como el era de ella, y eso nada ni nadie, lo podría impedir.
Detrás de aquel elegante y fino escritorio de roble, Giovanni movía las piezas de un lujoso juego de ajedrez que parecía de marfil. Con sus ojos perdidos en la nada, meditaba en silencio sobre aquella chica, Regina Martinelli, y aquel inconfundible aroma que lo cautico en el mismo instante en que lo percibió. Durante toda su vida había sabido que necesitaba una pareja, los lobos, aunque se tenia la creencia de que eran solitarios, en realidad no lo eran, necesitaban de una manada y una manada necesitaba de su alfa y de su compañera beta para prosperar, y el, jamás había encontrado a su mate antes. La ansiedad que le provocaba el no tenerla ya debajo suyo, en su cama y entre sus sabanas, lo estaba consumiendo. No había ningún error, estaba claro que Regina era su mate, la única destinada a ser suya y no la dejaría irse tan solo porque ella no lo entendiera, ¿Qué había por entender? El era un animal, podría parecer un humano, pero era un animal, sus instintos eran los de un lobo y neces
El sol de esa mañana se sintió diferente de otras veces cuando despertó, su cama, estaba vacía. Giovanni y ella habían dormido juntos sin hacer nada mas que dormir, el, acababa de marcharse después de recibir una llamada no sin antes volver a besarla y reafirmarse como su dueño. Mirando el sol, no podía terminar de entender lo que estaba pasando, de pronto, un hombre millonario había puesto sus ojos sobre ella, acosándola en todo momento y gritando a los cuatro vientos que ella le pertenecía. Todo aquello seguía pareciendo una locura, pero ya no sabia si era Giovanni el demente, o lo era ella por dejarse llevar por todo eso.Aun sentía las calientes y grandes manos del hombre sobre ella, sus labios carnosos besando los suyos, su aliento cálido chocando contra su cuello, y sus ojos salvajes desnudándola con la mirada, viéndola como si fuera un lobo a su presa, y a la vez, anhelándola tanto que lograba conmoverla.Aquel había sido su primer beso, la primera vez que dormía con un hombre
Aquella mañana, como comenzaba a hacerse costumbre, Giovanni despertaba una vez mas en su cama. El hombre insistía en dormir junto a ella, para impregnarla de su aroma antes de “su apareamiento”. Aquello era ridículo, demasiado para procesar y, por supuesto, no terminaba de entenderlo y mucho menos de acostumbrarse. Terminaba de hacer un gorro de aluminio, igual a los de una película de extraterrestres que vio una vez, esperando que con eso Giovanni no volviera a entrar en su mente.Mirándolo dormir profundamente, Regina admiro demasiado la belleza sin igual del rostro de ese hombre demencial. Su rostro era perfecto, de facciones finas y hermosas, pero sin dejar de ser masculinas, sus músculos eran poderosos, su estatura demasiado privilegiada, y su cabello rubio platinado, casi blanquecino, ciertamente lo dotaba aun mas de una belleza rara y sobrenatural. Giovanni Francesco era un hombre hermoso, además, un influyente millonario, por ello era que toda aquella situación se sentía tan
—Quiero saber, si tú has sido besada por un patético hombre humano —Aquella pregunta la tomo de improvisto, ¿Besada? ¿Ella? Eso jamás, en realidad, nunca había tenido ningún tipo de contacto con un hombre, al menos no de esa manera, pero, aun así, aquella invasiva pregunta la había hecho sentirse demasiado incomoda.—No tengo tiempo para eso — respondió Regina con una sonrisa triste. — Mi padre murió, tengo un hermano pequeño y una madre con serios problemas de los que cuidar, así que, no, no bese nunca antes a nadie, ni siquiera mire a nadie de esa manera, nunca tuve tiempo para siquiera pensar en ello —Giovanni quiso sonreír orgulloso de ser en verdad el primero en todo, pero, la mirada triste de su mate, lo hizo guardar silencio y acercarse a ella. Él podía sentir ese dolor, esa desesperanza, como una sensación de que nada estaba bien y de que cualquier tragedia pasaría en cualquier momento, y, deseando consolarla, la abrazo. Ese era el poder del vínculo, y lo respetaba. Así que,
Giovanni levantó la cabeza de la almohada donde estaba enterrada, con una sonrisa de satisfacción.—¿Trajiste la miel de…? ¿Qué pasó? —sus cejas se fruncieron mientras miraba su cara torcida.Regina sacudió su cabeza, dejando la caja en su escritorio.—Nada, estoy bien — consiguió decirlo.Giovanni se sentó, su sonrisa estaba transformada en un ceño fruncido.—No lo estás. ¿A quién le doy una paliza? — le preguntó, tronándose los nudillos.Regina no sonrió como lo esperaba.—A nadie, estoy bien — ella cantó como un mantra.Giovanni frunció el ceño y se levantó, posando gentilmente sus manos en sus hombros.—Soy tu compañero, tú no tienes que esconderte y actuar conmigo— le dijo mirando sus ojos. Giovanni podía sentir su dolor, pero no conocía la razón de él, necesitaba saber que era exactamente lo que le estaba pasando a ella.Regina lo miró por un momento antes de arrojarse a sus brazos. Giovanni gruñó mientras sus brazos la abrazaban automáticamente, sosteniéndola en su pecho. Regin
—¿Hay alguien en casa? — dijo Regina en voz alta.—Solo yo encanto — Giovanni ronroneó desde donde estaba sentado en la mesa de la cocina, elegantemente inclinado en una silla.—¡Giovanni! —chilló, arrojándole la bolsa.—No andes por aquí desnudo ¡yo como allí! Su lengua se movió sobre un colmillo, haciendo caso omiso de la bolsa mientras él la miraba de pies a cabeza.—Me gustaría comer también, compañera —dijo, demasiado inocente. Regina frunció los labios, deslizando su abrigo y guantes mientras caminaba hacia la nevera.—Aún no voy a comenzar la cena, pero podría hacerte un bocadillo — fue interrumpida por un grito ahogado mientras se encontró sobre la mesa, Giovanni la tomo acariciando su vientre con su nariz.—No me refería a eso. Esto va a ser más que suficiente, gracias. —Giovanni murmuró contra su piel, sus manos se arrastran hacia abajo. —tengo la intención de saciar mi hambre ahora——¡Basta! — Regina ordenó con la cara roja y lo empujo con tanta fuerza como no era posible q
El sol se asomaba de nueva cuenta por su ventana anunciando un nuevo día. Giovanni, esta vez no había dormido con ella, se había marchado apenas terminaron de hablar y sinceramente no esperaba que volviera. Regina se levantaba de la cama para comenzar una nueva y pesada jornada. Aun no sabía lo que debería de hacer para remediar el costo del internamiento de su madre y eso, la mantenía en una angustia constante.Mirándose en el espejo, no podía evitar preguntarse en que momento fue que su vida cambio tanto. Hacia solo 6 meses, ella tenia sueños, esperanzas y una meta de vida que alcanzar…ahora todo aquello parecía demasiado lejano. Una lagrima se escapo de sus ojos, y es que, dolía, en verdad dolía demasiado tener que cargar aquella cruz que nunca pidió, pero, nada podría hacer para remediarlo.Bajando las escaleras, pudo ver a su hermano desayunando y ya listo para irse a la escuela, la fotografía que tenia de su padre en la cocina, parecía mirarla con lastima, y de nuevo, las ganas
Regina miraba aquel par de sobres que Giovanni acababa de darle, mientras se cambiaba de ropa en la intimidad de su habitación. Sinceramente, había creído que el hombre lobo simplemente se iría de allí para nunca más volver, después de saber parte de su historia familiar, y la cantidad de problemas que estaba teniendo.Ahora mismo, escuchaba sus sonoras carcajadas junto a las de Ennio, notándose que en realidad estaban pasando un grandioso momento jugando videojuegos. Sin saberlo, Regina estaba sonriendo por ello, y sus ojos se aguaron al tiempo que sentía su pecho apretarse, pero esta vez, no por dolor o pena, si no, por esa extraña y casi desconocida sensación de felicidad que estaba experimentando.—Son tarjetas de crédito — dijo para sí misma en un susurro, y ya cambiada, las tomo para regresárselas a Giovanni, ya demasiado había hecho por ella al pagar el centro de rehabilitación para su madre.Oh no, ni siquiera pienses en regresarme eso, las pedí especialmente para ti, y si te