Anthony miraba a Regina Martinelli. Algo en ella definitivamente había cambiado, sin embargo, estaba muy seguro de que Giovanni no la había marcado como debía de haberlo hecho, y se preguntaba cuál era la razón de ello. Sin embargo, era otra cuestión la que lo mantenía en suspenso, aquello que Giancarlo le estaba diciendo, lo ponía sobre alerta.—Bromeas ¿cierto? — cuestionó incrédulo Anthony al ver a su incondicional amigo de pie frente al mar. —¿Sabes que esto es un compromiso que no puede romperse? Esto es por el bien de tu clan — simplemente no podía creerlo.El otro negó en silencio— Creo que no está funcionando, Fiama y yo somos tan diferentes...— dijo Giancarlo sin rastro de emoción.Anthony tragó ligeramente. — ¿no será porque Regina ha comenzado su transición? ——No lo sé…— dijo y resopló frustrado viendo la noche caer y las personas reunirse en los distintos bares abiertos. —tal vez…es que, en realidad, no quiero perder a Regina…ella fue mi original prometido, debíamos ser
Dejo caer pesadamente su mano con el pequeño vaso vacío sobre la lisa madera de la barra.—Otra— pidió secamente y sus fríos ojos azulinos se fijaron en el curvilíneo cuerpo de Regina cubierto apenas por dos piezas de tela y a sus ojos se veía más desnuda que vestida, negó en silencio, había tenido suficiente de haberla visto abrazada y casi manoseada por Giancarlo mientras las estúpidas felicitaciones terminaban… y ahora, ahora el imbécil de Erick se jactaba de bailarín mientras la giraba para colocarla de espaldas a él y pegarla a su cuerpo.No perdió detalle de las manos de ese idiota mientras recorrían despacio sus delgados brazos, y terminaban posándose casi de forma natural en las caderas de Regina que estúpidamente se sonrojaba por ello, y, aun así, no pretendía dejar de bailar con él.Apenas pudo creer lo patético que se sentía, había salido de la casa de playa solo para asegurarse que Regina siguiese siendo solo de él, Fiama se había quedado sola en medio de una rabieta cuand
Giovanni la soltó y se la llevó de la mano.—Espera Giovanni— pidió mientras era obligada a seguirlo.Los molestos y largos pasos del ojiazul no se detenían.—Espera. ¿qué significó eso? ¡explícame qué demonios hiciste! — exigió saber al tironearse antes de terminar de salir de ese angosto y obscuro corredor.Él se volteó furioso y frustrado con él mismo.— Demostrarle que eres mía, porque eso eres Regina, y no dejaré que otro imbécil piense lo contrario — dijo al golpear la pared y aprisionarla contra ésta y su propio cuerpo.Regina empequeñeció y ni siquiera tuvo tiempo de asustarse, su corazón golpeó con fuerza al escuchar tales palabras y la seguridad en su afirmación, segundos después frunció el ceño y pestañeó un par de veces.—¿Qué? — preguntó casi sin voz, sus ojos se abrieron con sorpresa al entenderlo —y-yo…y-yo creí que… que después de lo que…—¿Qué? — Giovanni la interrumpió molesto y se acercó a su rostro —¿Qué habíamos terminado? — volvió a cuestionar y su molestia se re
Regina se talló la cara cuando el sueño amenazó con vencerla, había dormido realmente poco la noche anterior a causa de cierto rubio ojiazul – Creo que es hora de partir— mencionó observando que eran de las pocas personas presentes en el lugar.Jane suspiró cansadamente y recargó sin ganas su cuerpo en la silla -. Supongo que tienes razón— mencionó sin mucho ánimo – ¿Quién era el conductor designado?—¿Eh? – mencionó Anthony y detuvo el movimiento de su mano que llevaba la última cerveza a sus labios.Giancarlo rodó los ojos – Iremos en mi auto— indico al ponerse de pie y dirigirse a la barra a pedir la cuenta.Anthony se levantó e intentó replicar, pero la mirada de advertencia de Jane lo abstuvo de hacerlo.El grupo salió entre charlas del bar entrada la madrugada todavía con los últimos ánimos encendidos, y se dirigieron al estacionamiento del camellón donde se localizaban los autos.Giancarlo llegó a su coche y desactivó los seguros, en un segundo Anthony, Jane e incluso Erick, qu
—Parece que están peleando— comentó sin mucho interés Alma a Regina que permanecía en el interior de la palapa observando, hasta ese momento sola, a la juvenil pareja.—Eso parecía— mencionó en voz baja al verlos abrazarse.Dio un suave respingo y se obligó a girarse cuando vio la suspicaz mirada de Fiama fijarse en ella a pesar de la distancia.—Bah, a quién le importa— mencionó hastiada la pelicorta.Estaba cansada por la noche anterior, pero al igual que todos pretendía aprovechar ese último día.— Ven, vayamos con Erick y los chicos a jugar voleibol — agregó Alma y la jaló, los pies desnudos de las chicas encontrarían refrescante la suave arena de la playa segundos después.Ella se forzó a sonreír y a ignorar a la pareja que ahora se separaba, al parecer Fiama regresaría al interior de la casa y Giancarlo se quedaba de pie frente a la playa, guardó un par de pulseras en la bolsa trasera de ese blanco y pequeño short que usaba, acompañado únicamente del sostén de un bañador negro.
Volteó su rostro buscando a Alma y ya no la encontró, su vista se fijó en las escaleras e inevitablemente pensó en Giovanni y en que él había sido un distractor, bastante peculiar, al dolor que sentía al desquebrajarse su rosado sueño adolescente, todos los problemas con su madre, todo lo que en su vida miserable había acontecido, casi se le había olvidado por completo gracias al hombre lobo.Bajó apresurada a reunirse con el resto, antes de pensar más de lo que debía en ese arrogante ojiazul que quería seguir teniéndola en sus manos, sus amigos ya la esperaban y no tardó mucho en estar riendo entre el alboroto causado por Alma, Erick e incluso Anthony y Jane.Asomado desde el gran ventanal, Giovanni veía con sus fríos ojos azules al escandaloso grupo de jóvenes al que acompañaba, había salido de bañarse y terminaba recién de acomodar su rubio cabello, vio desinteresado ya lo lejos al motivo de su molestia correr al ser perseguido por Jane e introducirse sin pensar en el agua, negó en
—Déjate de tonterías, esto ha sido mi culpa — habló con su voz gruesa en molestia y la cargó en brazos para llevarla a su auto — Debes ver a un médico — termino de decir Giancarlo.Fiama ladeó su rostro, sus celos eran reales, aunque el sentimiento que profesaba a Giancarlo no fuera del todo sincero.Regina, quien también se había asomado a ver lo ocurrido, tuvo que hacerse a un lado para dejar pasar a Giancarlo con Fiama en brazos, su respiración se hizo lenta y su mirada se entristeció en ese instante… él pasó y no la volteó a ver…y su madre ya sabía lo que había ocurrido, seguramente, se armaría un escándalo tremendo…uno que no deseaba.—Me adelantaré con ella — le informé a todos — Necesita ver a un médico— su tono fue amargo y Regina supuso que por que se sintió mal por el accidente ocurrido a su querida novia.Se abrazó a sí misma y apretó la delgada tela del vestido a dos piezas que usaba, según Alma el tono rosa pastel de la parte superior del mismo contrastaba con la falda ne
Regina lo vio con desconfianza y se obligó a pensar en otra cosa que no fue el cosquilleó en su estómago, por encontrarse otra vez en una situación bastante peculiar con Giovanni. Habían recorrido durante diez minutos la terracería por una angosta vereda, llegaban a una planicie. Observó con las luces del auto un gran y viejo árbol que era rodeado por arbustos y pastos altos. —¿Hay un nuevo mirador? — preguntó y se sintió tonta ante su absurda y desubicada pregunta al recordar las palabras dichas por él. Ahora que se veía ahí, el nerviosismo y expectación por el qué ocurriría y cómo ocurriría, la invadieron. —Sí, uno kilómetros más adelante, con vista al mar y la ciudad — le dijo mientras volteaba atrás para estacionar el auto bajo el espeso follaje del viejo árbol de roble. Cuando Giovanni apagó el auto quedando casi en penumbras el nerviosismo de Regina se hizo mayor, ya no le funcionaría eso de hablar o pensar en otros temas. —A-allá van los chicos— mencionó al ver a lo lejos