—Se me hizo tarde… - se lamentó la pelinegra al ver la hora en su móvil, eran las nueve más quince y en sus planes estaba estar en rectoría antes de las nueve —genial, Regina…Bajó corriendo las escaleras y el sonido de una llamada la hizo detenerse antes de atravesar la puerta de cristal que le daría salida del edificio.—Giovanni… - mencionó al ver el nombre que el móvil le mostraba —hola— respondió y sintió un nerviosismo extraño ¿cuánto habría escuchado de lo que su madre le dijo?¿Dónde estás?—Me dirijo a rectoría— descrito y siguió avanzando —tengo varias cosas qué hacer – aseguro.—¿Necesitas ayuda? – cuestionó y ella se sonrojó – puedo estar ahí en un momento – pregunto el rubio preocupado.—No, estoy bien, tengo todo resuelto— aseguró y se mordió el labio, no supo por qué, pero que se preocupara por ella la hizo sentir mejor.Regina …—¡Regina! – ambos escucharon la voz del pelinegro llamándola.La joven volteó su mirada atrás, al camino que se dirigía al estacionamiento, y
— ¿De verdad crees que ella te elegiría después de estar conmigo? No seas ingenuo, yo fui el único que la miro como algo más que una niña…y soy yo el que la tendrá, Regina y yo estamos juntos, y me asegurare de que lo estemos por siempre – dijo Giovanni con arrogancia.—Regina me ama – aseguro Giancarlo encarando a Giovanni.—Eso quieres creer, yo que tú no estarías tan seguro— dijo el rubio y avanzó para pasarlo de largo.Tensó su mandíbula mientras lo hacía y se abstuvo de gritarle que Regina le había pertenecido en innumerables ocasiones, que fue él el primero en fundirse en su cuerpo, y que conocía cada uno de esos sonidos que únicamente en esos momentos emitía, que era su novia, su mujer y su amante, de él y de nadie más, que no habría otro, jamás, dio un par de pasos más en la dirección que esa tonta pelinegra había tomado momentos antes.—Pero yo lo estoy, Regina no me olvida y tú lo sabes — habló el pelinegro al voltear de medio lado a verlo, logró que los pasos del rubio se d
La pelinegra que había cambiado su pantalón por uno corto short de mezclilla, vio que también en ese lugar se encontraban varios muebles, una cama de dos plazas a la cual le faltaba el colchón, pero también había un escritorio, el cual comprobó que debajo de esa blanca sábana que lo cubría, se encontraba en excelente estado.—Todo el lugar está igual — se quejó el rubio al recargarse en la puerta.—Sí, pero nada que un día o dos de limpieza no arreglen — Regina se esforzó por ser optimista cuando se acercó a correr las persianas del pequeño balcón.Los ojos azules del joven registraron la cremosidad de las piernas de la pelinegra al verla estirarse… sonrió y mordió su labio al comenzar a surgir su libido.—Es bonito, ¿cierto? – dijo Regina con una sonrisa al haber visto casi la mayoría de la casa.Giovanni la tomó de la mano y la acercó a él al estar ya recargado sobre el escritorio, para mantenerla de pie entre sus piernas.—Giovanni… no… no empieces… - suplicó la joven con voz débil
El agitado joven deslizó sus labios por el hombro y cuello femeninos provocando un estremecimiento a la débil chica.Regina mordió su labio y se recargó en el pecho desnudo del rubio.—Debe haber un problema con nosotros dos— mencionó y su voz no son tan divertida como pretendía al apenas estar desapareciendo la pasión que desbordaron.Él sonrió de medio lado al alzar sus manos que descansaban en su cadera, directo a sus senos y acarició los mismos.—¿Por qué? ¿por hacerle el amor a mi novia? — le cuestionó al oído y ella vibró y ladeó su cabeza pretendiendo controlarse, sonrió.—No, por hacerlo donde sea— aclaró ella, y esa última pregunta soltada por él, acarició su estómago con un cosquilleo.—No le veo el problema—mencionó el joven al volver a besar despacio su cuello.Regina mordió y soltó su labio — Creo que ha sido suficiente— le dijo al tomar sus manos y separarlas de sus senos —comienza a obscurecer— añadió la pelinegra al notar que la lluvia había aumentado y la obscuridad l
La fría y analítica mirada negra de Fiama, se clavó en el horizonte al observar la tarde caer y ser opacada por esas nubes de tormenta y las gotas de agua resbalar tras el cristal de su ventana, no las notó al recordar la conversación con Giancarlo momentos antes.—Así que por fin muestras tu carácter…— habló para ella misma, pero al referirse al pelinegro.Giancarlo había estado en ese lugar sin que ella lo esperara y le había informado que el día de mañana tenían una cita con un ginecólogo de confianza y ese mismo médico descartaría o confirmaría su supuesto embarazo…era una complicación.Sonrió molesta al girarse y recargar su cuerpo en la pared y cristal a su espalda…había sido divertido molestar a Regina al quedarse con Giancarlo, había sido conveniente dejar a Giovanni cuando éste no pudo seguir pagando su colegiatura ni cumpliendo sus caprichos, había tenido mucha suerte en que Giancarlo no hubiese escatimado en complacerla…pero había sido suficiente, mañana mismo descartaría e
El característico sonido de un chat activo atrajo la atención del rubio, se acercó a su computador y se sentó a esperar a la pelinegra… prestó atención al mensaje que Stefano le había mandado y dio un par de instrucciones más del encargo que había ordenado esa mañana; también le ordenó mandar a alguien a recoger su auto que se había quedado en la universidad y que se le llevara hasta ese edificio.El rubio resopló cansadamente al apretar el puente de su nariz.—¿Agotado? — preguntó Regina divertida al verlo deslizar su cuerpo por esa silla de piel y tomar una postura más relajada.—Algo— aceptó el joven al cerrar su portátil y llevar su mirada a la joven salía envuelta en su tonta toalla verde y de ranas, ahora veía que era enorme —¿qué? — preguntó al verla ahora nerviosa voltear en busca de otra de sus maletas, su cabello húmedo y revuelto caía por sus hombros.—Que tomaste la maleta que no era— explicó al verlo y mordió su labio avergonzada.Él achicó los ojos y sonrió un segundo de
—¿Te gustó? — preguntó al ladear su rostro y verla, el rostro de la pelinegra era oscurecido por su sombra, pero pudo notar su sonrojo. Él sonrió por ello.Regina se quedó sin habla ¿por qué preguntaba tal cosa?—¿Debo entender eso como un sí? — le preguntó sobre sus labios.—Eres…— mencionó indignada —eres un cretino, Giovanni –Él sonrió y volvió a besarla mientras despacio salía de ella, un delgado hilo del blanquecino semen del rubio salió con él y ninguno se percató.—Tal vez, pero vas a amarme— mencionó seguro.En ese momento recordó las palabras soltadas por Anthony aquella vez que reconoció por primera vez que la quería… “Déjala en paz, si Regina se enamora de ti, tú la lastimarás más que nadie y lo sabes, déjala, es por su bien.” Había algo que le decía que sus palabras podrían ser más ciertas de lo que él llegó a considerar.—Eres un presumido— dijo ella divertida… podía ser cierto, si se involucraba de verdad, como estaba intentando, por supuesto que podría llegar a amarlo.
Regina jugó inquieta con el cinturón de seguridad que cruzaba su pecho mientras su vista se perdía en ocasiones entre los grandes edificios de esa ciudad capital, el lento tráfico vehicular y los peatones que esa mañana transitaban las calles.—¿Qué tienes? — la voz ronca del rubio ojiazul la hizo voltear a verlo.—¿Ah?... nada— respondió y le sonrió.El rubio que apoyaba un brazo en la ventanilla del auto mientras la otra dirigía el vehículo, la vio de medio lado.—No tienes por qué estar nerviosa – le dijo intentando calmarla.Regina abrió grandemente los ojos —no estoy nerviosa— le dijo y desvió la mirada para en un segundo volverlo a ver.Los ojos azules del joven se fijaron en el movimiento ascendente y descendente de la mano de Regina sobre el cinturón de seguridad. Ella se detuvo al notarlo.—Bueno, tal vez lo estoy solo un poco— dijo y sonrió tontamente para juntar sus manos sobre su regazo y apretar una con otra.El rubio suspiró sonoramente y rascó su frente de forma distraí