—Yo tampoco quiero un hijo contigo, Regina, quiero divertirme y gozar a tu lado, aunque no me lo estás poniendo muy fácil — le aseguró con voz ronca y reconoció al pegarse a ella.Ella se estremeció, se maldijo, Giovanni siempre terminaba provocándole extrañas sensaciones, odio no poder huir de ese lugar— ¿Por qué debo cuidarme yo? Pudimos habernos evitado esto, si tu usaras un… - susurró y desvió su rostro ruborizado.—¿Un condón? ¿En serio crees que usar uno basta? ¿Qué nunca tuviste platicas de sexualidad responsable? – mencionó y sonrió de medio lado, la tomó de las piernas y la sentó en la barra metálica destinada al soporte del usuario.—¿Qué? – La cobriza apenas encontró la voz cuando él le separó las piernas y se metió entre ellas.—Entiéndeme algo, Regina—, le susurró al oído al mismo tiempo que movía su sedoso cabello y aspiraba su adictivo aroma – A mí tampoco me agrada estar aquí, pero prefiero eso, a que luego ocurra algo de lo cual los dos nos arrepentiremos —su voz se h
—¿Dónde demonios se habrá metido Regina? – se preguntó el pelinegro al marcarle por quinta vez en esas tres horas que la había estado buscando y el aparato le negara el tono.—¡Ey, Giancarlo! – Saludó un alegre ojiazul —¿Qué haces? – llegó hasta él en el estacionamiento del campus de la universidad.Anthony recién llegaba, y Giancarlo estaba por marcharse.—Intento comunicarme con Regina, pero no responde el móvil— respondió Giancarlo con fastidio.—¿Y se puede saber para qué la buscas? – Cuestionó curioso su joven e inseparable amigo.Giancarlo rodó los ojos— Regina le dijo a mi madre lo de Fiama— respondió agriamente.Anthony abrió los ojos con sorpresa— ¡Wow! … no se lo dijo la vez anterior ¿por qué lo haría ahora? – Le cuestionó curioso.El rubio revolvió frustrado su plateado flequillo – Es lo que quiero saber ¿qué razón debería? ¿Qué cambió? – cuestiono más para el mismo.—Tal vez solo lo dijo sin pensarlo – dijo Anthony restando importancia.El otro negó — Regina es muy cuidado
Escuchó un suspiro del otro lado — Bien, ¿Te parece bien a mediodía? – pregunto Regina.El joven asintió sin importarle perder esa hora —perfecto – respondió.Regina sonrió —entonces nos vemos mañana — mencionó y tras escucharlo afirmar una nueva vez, finalizó la llamada.Se apresuró por su toalla y se dirigió a la regadera, el agua debía estar fría pues no era hora habitual de baño, pero ella necesitaba quitarse el aroma y sabor de Giovanni de la piel, todavía podía sentirlo y eso era peligroso.Después de verla casi correr al dejarla partir, el rubio suspiró profundamente y negó en silencio… le gustaba sobremanera hacerlo con ella, Regina era tímida al inicio, pero se rendía con él… y esa manera de terminar y llegar al orgasmo era…revolvió su flequillo mientras sacaba su mochila del asiento trasero… Regina era un gran capricho… casi una obsesión.—No dejes que se te salga de las manos— se dijo al comenzar a caminar por el largo camino asfaltado del estacionamiento y sombreado por la
Regina se asomó por la ventana, el día era fresco pero el sol ya se asomaba alto, volteó desanimada a su cama y se encogió de hombros, un pantalón de mezclilla claro, una blusa delgada de cuello alto y oscuro, junto con un suéter delgado y botones estaban bien, odiaba esos primeros días de cambio de estación, nunca sabía qué ropa usar, si se abrigaba de más, por el mediodía moría de calor, pero si no lo hacía, padecería de frío las primeras horas del día.—¡Regina! – Entró la pelicorta sin anunciarse sorprendiendo a la pelinegra mientras se colocaba su pantalón.—¡Alma! – Se quejó incómoda —¿no te enseñaron a tocar? –La otra hizo una seña con la mano al restarle importancia — Compartimos dormitorio por muchos años, te conozco desde que eras una tabla de diez años — Comentó aburrida – yo te he visto desarrollarte – afirmo.Regina rodó los ojos mientras terminaba de colocarse el pantalón —¿Qué se te ofrece? – Le cuestionó y tomó su blusa.Alma se le quedó mirando — Debe ser una broma…
—Regina va a matarte — Le aclaró la castaña.—Ah, déjala, Tiene mejores cosas que estas — Replicó la pelicorta al tirar una bolsa a uno de los cestos de basura alejados de las habitaciones.—Eres una pesada, esos son sus gustos — Volvió a decir la castaña al cruzar sus brazos y voltear a ver a su exuberante amiga.Alma la ignoró, volteó su rostro y se extrañó de ver a cierto pelinegro que se olvidó de replicar.—Oye — Mencionó débilmente.—¿Qué? – Cuestionó curiosa la castaña al dejar en el olvido la próxima molestia de Regina.—¿Qué hará solo ahí Giancarlo? – Preguntó al ver al rubio sentado en una de las bancas cercanas a una pequeña fuente en medio de las áreas verdes, y con su móvil en las manos, o eso les pareció.Jane lo vio con curiosidad al reconocerlo — No tengo idea, pero es extraño – respondió.Alma torció los labios molesta — Bien, vayámonos, después de todo ¿a quién le importa? – dijo.—Tal vez espere a Fiama— se dijo la castaña al seguir a su amiga de regreso a la habita
Dejó de teclear en su ordenador — y eso es todo – dijo la pelinegra.Jane se quedó inmóvil e incrédula a lo que Regina le había dicho —¿y por qué no? – Le preguntó sin entenderla —¿Por Fiama? – Regina le había contado “todo”Regina suspiró desanimada, se había jurado no llorar cuando lo dejó parado en medio de ese reverdecido patio.} — No fue como yo lo esperaba — confesó y mordió su labio preocupada al bajar el rostro.—¿Sabes qué?… Cancelaré a Anthony y hablaremos toda la tarde, hasta que te aclares… estás muy confundida — mencionó y se levantó de la cama de la pelinegra para buscar su celular.—No Jane, ni se te ocurra — la detuvo al ponerse de pie— Ve a tu cita y diviértete, lo que yo necesito es pensar sola… o tal vez no pensar y dejar que pase — le dijo, no se entendía.Amaba a Giancarlo, pero no podía con todo eso. Giancarlo, Fiama, Giovanni… era mucho… ella sola se había puesto en esa situación y debía afrontarlo.La castaña negó — si me voy ahora ¿qué clase de amiga voy a ser
Ella empuñó la prenda en sus manos — Vete – demando.—Mph— Sonrió divertido— Son bonitas, confieso que me gustaría vértelas puestas… pero ahora es mucho más tentador verte así, ¿me dejarías echar un vistazo bajo esa toalla? – Pidió descaradamente.Regina luchó por mantenerse tranquila y aun así sintió su rostro arder —Giovanni eres… – ¿Que? Solo digo lo que pienso cuando lo pienso — dejó claro y se levantó del escritorio, giró su rostro y apagó la luz al extender su mano.—¿A qué viniste? – Preguntó nerviosa y apretó su toalla.Se dio cuenta que no le temía, o bueno, no le provocaba miedo, y eso la asustaba más.—¿A qué crees? – devolvió la pregunta y se quitó la chaqueta.Ella retrocedió por instinto y tragó débilmente… ¿estaba loco? ¿Ahí, en su habitación?—Te-tenemos que hablar — quiso cambiar el tema, hablar de lo que le preocupaba, con suerte todo terminaba con eso.Giovanni sonrió molesto “seguro lo aceptó y ahora quiere deshacerse de mí” pensó al verla de pies a cabeza, no pen
—¡Oh, Dios! … Giovanni — ella intentaba callarse, en el cuarto de al lado había trabajadores y Jane podía volver en cualquier momento pero… pero Giovanni se estaba moviendo sobre ella y moviéndola con él… su cuerpo estaba ardiendo.Apretó sus dedos en su espalda y se alzó para besar su hombro e intentar callarse.Lo escuchó jadear en su oído, sintió su calor y su fuerza… estaba siendo de él, si era de él.Al menos en ese instante, reconoció.—Abre más tus piernas, Regina— le suplicó entre jadeos, necesitaba estar más adentro, todavía más.Ella obedeció y la fuerza del joven creció, el choque acuoso de sus caderas era placentero y electrizante, sentía el grueso miembro del rubio salir parcialmente y volver a entrar en ella, chocando con el fondo de su cuerpo… cada embiste la hacía temblar y gemir, apretó sus ojos y las sensaciones se acrecentaron… su cuerpo estaba ardiendo y su intimidad dolía, pero no quería que se detuviese.—Mierda… eres deliciosa — le dijo al sentir su miembro ser