– ¿Sabes?…anoche Anthony mencionó por primera vez que le gustaría casarse conmigo — dijo ya sin aguantarse, mientras se recargaba en la puerta.Regina abrió los ojos sorprendida y sonrió — Me da tanto gusto, Jane — dijo sinceramente terminando de colocarse su ropa interior, y proseguir a buscar su pijama.—Nunca pensé que diría tal cosa — Se sinceró la castaña— ¡Vaya! Ni siquiera que lo pensara –—Eres una chica única, y él no es un idiota para no notarlo — afirmó la pelinegra al finalmente abrir la puerta con su cabello revuelto.Jane sonrió sin fijarse en su aspecto — Me hizo feliz — confesó.—Te lo mereces, tonta— Regina le dijo y la abrazó.—A veces creía que solo seguía conmigo porque quería que nos acostáramos – admitió la castaña.—Ya ves que no – respondió Regina.Las dos amigas se vieron con una sonrisa dibujada en el rostro y de pronto la castaña recordó el mal estado en el que dejó a Regina la noche anterior, se sintió una estúpida por poner el dedo en la herida al comparti
—¿Y qué vas a hacer? – Le preguntó Anthony observando con curiosidad de camino a los vestidores, el entrenamiento había finalizado.—Darle su espacio— dijo seguro Giancarlo refiriéndose a la pelinegra que apenas ayer lo había rechazado.El joven de pequeña coleta guardó silencio mientras se adentraban al lugar, se sintió un traidor al ocultarle ese tipo de relación que Giovanni y Regina sostenían…ni siquiera sabía qué tan seria era, estaba viendo a su amigo debatirse y angustiarse por algo que no era… Anthony creía entender el porqué de la negativa de Regina.—Fiama también me preocupa — habló el pelinegro al comenzar a quitarse su ropa de entrenamiento.Anthony suspiró derrotado, bueno, Giancarlo también tenía la culpa de lo que le pasaba, sí él no hubo sido el idiota que fue, Giovanni no habría tenido ninguna oportunidad con Regina, aunque, reconocía internamente que, por el momento, a él también le parecía mejor que la pelinegra se mantuviese con su primo, no sabía tomaría Giovanni
El camino al centro comercial pasó rápido, Alma les dijo que ella reconocería al chico porque él debería que llevar una gorra roja, y él a ella, por sus accesorios del mismo color, pero que ella primero lo vería y si le gustaba, iría por él, si no, se daría a la fuga, a pesar de que a Regina le parecía algo cruel, no pudo evitar reír por lo cómico que eso le pareció…ojalá que no le gustara, para no pasar por eso.—Entonces ya saben…iremos al segundo piso y desde ahí veremos qué chico junto a la fuente, usa una gorra roja — recordó la pelicorta.—Bien, como digas — aceptó Regina mientras se apresuraba a seguir a sus dos amigas — ah, maldición— mencionó molesta al tirar por la prisa su bolso.—¡Regina! Apresúrate que llegaremos tarde— gritó Alma metros más adelante.—Ya voy … espérenme – respondió.—¿Regina? – Se preguntó extrañado el joven al escuchar su nombre y segundos después verla pasar casi corriendo a su lado -… que extraño — mencionó Benedicto al encogerse de hombros y seguir s
—Esto…—Ven, vayamos entonces — aceptó el joven y la tomó de la mano, tomaron el elevador al primer piso y el chico no la soltó de la mano, logrando mantenerla con un sonrojo.—S-supongo que tarde o temprano, las tendremos que ver… - mencionó intentando convencerse.Le había marcado a su amiga, pero nunca respondió, odiaba la manía de Alma de mantener su móvil sin sonido… y a Melissa, bueno, ella era peor, de ella no tenía número.—Ah mira, allá están Mikey y la pelirroja — Mencionó el joven apenas al salir del elevador, al fijar su vista al frente.Regina vio más tranquila que era cierto, Melissa y su acompañante estaban en una de las mesas de un restaurante.—Entonces vamos por el helado… pediré uno de café ¿y tú? – le cuestionó y avanzó.—Yo … ah … - decía, pero se calló al sentir un tirón.—A ella no le gusta el helado — la voz cortante de Giovanni la asustó más que su presencia.—¿Y tú qué sabes? – Cuestionó el joven al encararlo.Había soltado a Regina cuando ella frenó repentin
El rubio sonrió molesto — Así que fue tu amiga— entendió y llevó su mano hasta su intimidad, deslizando dos de sus dedos por su ya húmedo sexo, obligando a la joven otra vez a temblar.Ella apretó sus ojos y contuvo el aliento, su cuerpo ardió… ¿qué estaba mal con ella?—¿Qué parte de que eres mía no has entendido? – volvió a cuestionar roncamente, y esta vez, su instinto de posesión la reclamó, una de sus manos seguía ocupada en acariciar su intimidad, y la otra sus senos.Regina negó en silencio, le estaba costando no dejarse arrastrar por él.—Creo que debo recordártelo, Regina — mencionó el rubio y tras dejar sus senos, separó su cabello para poder besar su cuello, Regina ya no pudo contener sus gemidos.La respiración de la joven escapaba por sus labios y sus pechos se movían a un ritmo constante y profundo, Giovanni estaba disfrutando eso, mientras pegaba más su cadera contra ella y marcaba la parte trasera de su cuello… la sintió más de él.—Por favor… no ha-hagas eso…o no…me p
Rauda miraba a todos desde aquella burbuja, estaban prisioneros en su ilusión, una en la que la llamada Regina Martinelli no podría despertar su lado lobeno, una en la que creía que su padre aun estaba con vida y su madre no estaba encerrada en un hospital para alcohólicos, todos iba a saliendo según plan y pronto, ella tomaría el lugar de la tonta chica para ser la compañera de Giovanni.Sonrió de manera torcida y soltó el mechón del largo cabello de la dormida pelinegra.—Vamos a ver cómo reaccionas a esto, Giancarlo — mencionó divertido mientras se retiraba directo a la primera planta.Bajó las escaleras también agotado pero el hambre comenzaba a incomodarlo, llegó a la cocina y abrió el refrigerador buscando algo fácil para preparar, negó en silencio mientras sacaba varios quesos, jamón y una lechuga, después de la alacena sacó el pan y mayonesa, también un par de platos, era la primera vez que preparaba alimento para alguna de sus amantes.Volvió a negar…algo le decía que debía a
Ah descuida, hace rato que hablé con Giovanni armé todo en mi cabeza y comprendí la turbia historia que ustedes dos se traen — explicó— así que me encargué de cubrirte con Jane, le dije que terminamos tu cita y recibiste una llamada de tu nana y que fuiste con ella porque estaba muriéndose.—¿Mi nana Nicoleta? —Preguntó indignada por semejante atrocidad de mentira.Tranquila, supuso que exageraba, pero lo creyó.—Pero …¿Pero? – interrumpió —Un gracias, eres la mejor amiga; estaría mejor – exigió Alma.Regina cerró los ojos resignada —gracias… supongo— mencionó lo último muy bajo.Alma sonrió del otro lado —Regina… ¿lo quieres?—¿Q-qué? – mencionó, su corazón y respiración se aceleraron ligeramente.Ah, olvídalo, luego me dices — Alma le restó importancia para colgar el teléfono, supuso que sí, pero ya no quería quitarle más tiempo, sonrió emocionada… “te lo mereces, Stephidiota” pensó en el pelinegro al que consideraba un cretino de hermoso cabello, pero que nunca le cayó bien.Regin
—Giovanni…— gimió fuerte su nombre al no poder soportarlo más, su cuerpo entero se perdió en ese placer que ansiaba y que solo él le había provocado.Se sintió de él… sintió real ese momento.Él gimió roncamente y la movió con fuerza un par de veces más, los pechos de la joven amortiguaban sus movimientos y la obligaba a jadear al presionar contra ella… nunca había disfrutado tanto un cuerpo como el de Regina.—Voy a… ¡agh! – gimió roncamente al envestirla por última vez.Cerró los ojos y apoyó su frente contra el rostro ladeado de Regina… dejó chocar su caliente aliento contra el cuello de la joven y disfrutó del orgasmo que Regina todavía experimentaba al sentir su miembro ser succionado en espasmos por su interior húmedo, apretó posesivamente el abrazo a su cadera.Ella volvió a gemir al sentir el miembro del rubio moverse en su interior al continuar derramándose, y al mismo, luchar por controlar su respiración… ¿qué hecho? … reconoció culposamente que el riesgo de eso que hizo, in