Cita a ciegas

Regina se asomó por la ventana, el día era fresco pero el sol ya se asomaba alto, volteó desanimada a su cama y se encogió de hombros, un pantalón de mezclilla claro, una blusa delgada de cuello alto y oscuro, junto con un suéter delgado y botones estaban bien, odiaba esos primeros días de cambio de estación, nunca sabía qué ropa usar, si se abrigaba de más, por el mediodía moría de calor, pero si no lo hacía, padecería de frío las primeras horas del día.

—¡Regina! – Entró la pelicorta sin anunciarse sorprendiendo a la pelinegra mientras se colocaba su pantalón.

—¡Alma! – Se quejó incómoda —¿no te enseñaron a tocar? –

La otra hizo una seña con la mano al restarle importancia — Compartimos dormitorio por muchos años, te conozco desde que eras una tabla de diez años — Comentó aburrida – yo te he visto desarrollarte – afirmo.

Regina rodó los ojos mientras terminaba de colocarse el pantalón —¿Qué se te ofrece? – Le cuestionó y tomó su blusa.

Alma se le quedó mirando — Debe ser una broma…
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