Andrea se sintió diminuta ante la penetrante mirada de Angélica Herrera, y temió que por ese desliz fuera de la casa, en lugar de avanzar, la hiciera retroceder ante ambas familias. Sus dedos buscaron los de Javier, pero él parecía ajeno a su tormento, porque la soltó para llegar hasta Alexander, quien estaba a un extremo del salón, debido al espacio que ocupaba su silla especial.Ambos intercambiaron unas palabras, dejándola a la deriva bajo el escrutinio general, y los vio sonriendo cómplices, mientras Javier tomaba una pequeña caja blanca del interior del saco de su hermano mayor y el corazón de Andrea dio un vuelco al encajar las piezas en su mente.La mirada de ambos se cruzó mientras Javier iba hacia ella, serio, con mil dudas reflejadas en su rostro. La sujetó de la cintura, sin acercarse demasiado, y le preguntó en voz alta, frente a todos: —Sé que esta noche ha estado llena de altibajos y momentos… inesperados.Una risa nerviosa escapó de los labios de Andrea, recordando el
Javier se acomodó en su despacho, incapaz de digerir aun que acababa de comprometerse con Andrea, que aceptó. La dejó ir a regañadientes, pero de esta reunión también dependía un futuro a su lado sin sombras. Así que miró a su padre, a Alexander y se conectó con su abogado, la fiscal y los detectives que llevaban el caso. —Gracias a los documentos proporcionados por el señor García —dijo uno de ellos haciendo que Javier volteara hacia su amigo Efraín—, logramos identificar una red más amplia de lavado de dinero internacional de la que forma parte Villanegra. Pero no es todo…Javier se enderezó en su asiento.—Martha Villanegra ha estado usando sus contactos en ciertos niveles del gobierno y la banca para entorpecer la investigación —continuó la fiscal en tono sombrío—. Su influencia es…—Casi impenetrable —dijo Alexander. Ellos asintieron y Javier resopló. —¿Y cómo afecta esto a nuestra familia? —preguntó su padre.Se dirigió a uno de los abogados de Herrera´s Group, quien se asegu
Andrea corría por toda la cocina, buscando con angustia en cada gaveta algo que le ayudara, pero un ruido en la entrada la sobresaltó y la sorpresa se transformó en horror al reconocer el inconfundible timbre de su madre.Miró la camiseta de Javier apenas cubriendo su desnudez y aunque se precipitó tras la mesada, los ojos de su madre se abrieron de par en par, que con su mano ahogó un jadeo al verla.—¡Mamá! —La voz de Andrea salió como un chillido estrangulado—. ¿Qué haces aquí?El rostro de su madre se endureció.—Así que aquí viniste después de escabullirte esta madrugada del hotel, como una… Negó, miró el desorden del lugar y suspiró mientras Andrea encajaba aquel gesto de exasperada decepción que conocía tan bien, pero continuó:—Efraín nos llamó en nombre de tu prometido para que desayunemos juntos. Es evidente que ambas nos llevamos una desagradable sorpresa. Ve y vístete de una vez. Asumí que lo que tuvimos que presenciar anoche fue más que suficiente, pero siempre me equivo
Andrea atravesó un enorme y desolado pasillo, con el sonido de sus tacones como fondo mientras se acercaba a la reunión, donde esa tarde conocería al fin al adinerado benefactor del proyecto que lideraba y discutir su nueva petición.Permanecer en México por seis meses más le parecía innecesario y aunque insistió en verlo desde que recibió la nota, era hasta hora, casi tres semanas después que aceptaba reunirse. Agnes, su jefa, la llamó paranoica, pero Andrea no dejaba de repetir la curiosidad que le causaba aquella insistencia en mantener su anonimato. Era bien sabido que si el proyecto lo respaldaba una persona reconocida en sociedad, lograban un mayor éxito de divulgación. Miró sobre su hombro y aunque se encontró con los ojos impasibles de Germán, el guardaespaldas que le impuso Javier, no podía quitarse esa molesta sensación de estar siendo observada.Recibió su maletín y suspiró antes de tocar las puertas de cristal esmerilado y al empujarlas se encontró con tres hombres de di
El estruendo de un trueno sacudió la casa, y Andrea se despertó con un grito ahogado, su cuerpo empapado en sudor frío. Sin tiempo para pensar, saltó de la cama y corrió hacia el baño, cayendo de rodillas sobre la taza, dando arcadas violentas.El sabor amargo en su boca la hizo cepillarse los dientes y se dio una ducha con agua fría, pero al salir, Andrea observó su reflejo en el espejo, notando las ojeras que se habían formado bajo sus ojos. Seguía teniendo la misma pesadilla siendo perseguida.—¿Qué me está pasando? —murmuró, olvidándose del horrible sueño e intentando recordar si había comido algo en mal estado, aunque ya llevaba un par de días así.La luz grisácea del amanecer se filtró por la ventana, acompañada por el constante repiqueteo de la lluvia. Andrea suspiró, sabiendo que el mal tiempo significaba que tendría que trabajar desde casa, porque no pensaba quedar atrapada en el tráfico por horas.Se dirigió a la cocina, por algo que calmara su estómago revuelto, y se encont
El corazón de Andrea se aceleró, pero respiró hondo, intentando mantener la calma. «No soy la misma de antes», se recordó, viendo cómo las gotas de lluvia resbalaban por el rostro de quien una vez fue su verdugo.—Vengo en son de paz —dijo él, agitando un pañuelo blanco entre sus dedos con un gesto que pretendía ser juguetón, pero a ella le hizo apretar los labios.Le sonrió con coquetería y le ofreció el enorme ramo de flores. El agua que escurría de los tallos formó un charco oscuro a sus pies.Andrea retrocedió por instinto cuando él empujó el ramo hacia ella, sin poderse creer que esto era real y no una de sus pesadillas recurrentes.—No, Alberto. No quiero hablar contigo —*su voz salió más firme de lo que esperaba, pero cuando intentó cerrar la puerta, el pie de él ya bloqueaba el marco.—Por favor, chiquilla...El familiar apelativo la estremeció de pies a cabeza y aunque empujó de nuevo, era como intentar mover una pared.»Me enteré que estabas en la ciudad y quise venir a pedi
Bajó del auto al darse cuenta que no avanzaba entre el tráfico y se echó a correr. El rugido de los truenos ahogaba los latidos frenéticos del corazón de Javier mientras avanzaba por las calles inundadas de la Ciudad de México. La lluvia, implacable, se mezclaba con las lágrimas de desesperación que no podía contener. Solo tenía un pensamiento en mente: llegar a Andrea antes que Alberto.El viaje desde Estocolmo había sido una tortura. Horas interminables en un avión privado, incomunicado por las tormentas eléctricas, sabiendo que el peligro acechaba a la mujer que amaba, después de que Germán le dijera que la dejó en casa, sola, casi lo volvió loco.Estuvo a punto de ser arrollado varias veces calles atrás, pero ahora el tráfico era más denso y eso le dio la libertad de avanzar más rápido, aunque temía no llegar a tiempo para protegerla.El mensaje de Hunter había sido claro: «Las cámaras detectaron movimiento en el perímetro y ahora están desconectadas. Ya llamé a la seguridad del
Durante los primeros meses de su embarazo, Andrea terminó el proyecto y resultó ser un éxito rotundo. Y por ahora, su prioridad era disfrutar de esta nueva etapa en su vida. Los días transcurrían entre los cuidados excesivos de la familia de Javier. Y si escuchaba otra vez que el embarazo era la etapa más hermosa de una mujer, lo golpearía. Porque para Andrea había sido imposible dormir, porque el bebé no dejaba de moverse. En las últimas semanas, comía peor que un cosaco, vomitaba, y segundos después tenía un hambre voraz. Era un ciclo casi enfermizo igual que las idas al baño.Javier tenía casi tantas náuseas como ella, y no estaba segura si era broma, pero no paraba de repetir que quería tener tres o cuatro más. Así que le respondía que si no fuese quien tuviese que llevarlos, seguro estaría feliz de colaborar. No obstante, pese a los motivos poco alentadores, no se podía quejar de que todos la consintieran. No le avergonzaba admitir que le bastaba acariciar su prominente abdomen,