¡Hola, hola! ¡Martes de tensión! Nuestro pobre Owen está a punto de un colapso nervioso y ahora que esas viejas lo vieron, peor. ¿Creen que la oferta de Paige le ayudará a "desestresarse un poco"? Las leo en los comentarios, saben que amo leerlas <3 Nos vemos mañana. Un abrazo :*
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Termino de guardar la última maleta en el pickup de la camioneta y cierro el portalón con un golpe seco. Me detengo un momento, respiro profundo y dejo que el aire helado me despeje un poco. A mi alrededor, la calle está llena de vida: voces que se mezclan con el rugido constante de los motores y el eco de pasos apresurados en la acera. Es el inconfundible ajetreo de una ciudad que nunca para, aunque mi mente parece estar atrapada en otro lugar.Las últimas treinta y seis horas han sido un caos mental, y por eso preferí enfocar toda mi energía en el trabajo y en mantenerme ocupado, ya que es la única forma de no perder la cordura. Gavin, su herencia, sumada a las conversaciones incómodas que he evitado con Flavia… Todo ha quedado en segundo plano. Incluso, rechacé un par de llamadas de Justin sin pensarlo, pues no quería hablar, ni pensar. Además, no tengo respuestas para él, ni siquiera para mí mismo. Todo eso, mientras las palabras de mi padre todavía retumban en mi cabe
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Me quedo sentado en el suelo, con las cartas y fotografías esparcidas a mi alrededor, mientras las palabras de mi madre resuenan en mi cabeza. Gavin escribió todo esto… intentó estar presente, pero no lo suficiente como para borrar el vacío que dejó su ausencia en mí. «¿De qué sirve ahora?»Tomo otra carta al azar, pero mis manos tiemblan antes de abrirla, ya que el peso de cada palabra escrita me aplasta y me deja en un mar de dudas. «Gavin estaba orgulloso de mí, cree conocerme, pero… ¿realmente lo hace? ¿Acaso puedes conocer a alguien si no compartes ni formas parte de su vida? Si no estuviste para los momentos malos o los días difíciles… ¿eso cuenta como amor?»—Amore. —La voz de Flavia me saca de mi trance y al alzar la mirada, me encuentro con sus intensos ojos grises, llenos de preocupación. Se acerca despacio, como si temiera romper algo que ya está agrietado—. ¿Puedo…? —pregunta al señalar la caja.—Claro. —Le hago espacio y se sienta sobre sus talones, junto a mí
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Después de despedirnos de todos, subimos a la habitación, pero el sueño me es imposible esta noche, ya que estoy demasiado inquieto como para cerrar los ojos. Espero a que Flavia se quede profundamente dormida antes de levantarme con cuidado. Me aseguro de taparla bien con las cobijas y me quedo mirándola unos segundos, antes de tomar la caja y bajar a la sala.La chimenea crepita suavemente y, solo me quedo ahí, con la mirada perdida en las llamas que danzan en la oscuridad. Me siento en el sofá, abro la caja y empiezo a leer otra carta. Las palabras de Gavin duelen, a pesar de su sinceridad.No sé cuánto tiempo le o, hasta que una mano cálida se posa en mi hombro y me saca de mis pensamientos. Al voltearme, encuentro a mamá envuelta con una manta alrededor de los hombros.—¿No puedes dormir, hijo? —susurra, como si supiera exactamente lo que pasa por mi cabeza.—No —admito y su mirada es una mezcla de preocupación y cansancio.—¿Te importa si me siento? —Me acomodo y le
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Owen no ha sido el mismo desde la cena fallida y lo que ocurrió después en el hospital con su padre. Lo siento cada vez que lo miro y me quedo observándolo en silencio mientras él cree que estoy distraída. Desde esa conversación en el hospital, algo en él cambió. Tal vez, no para peor, pero sí para hacerlo más introspectivo.Cuando Paige nos sugirió visitarla en Norwich, me pareció una excelente idea. Pensé que un cambio de aire podría ayudarlo a aclarar su mente, pero nunca imaginé lo que pasaría cuando él abriera esa caja. Fotografías antiguas de él y su padre, cartas amarillentas llenas de palabras que nunca debieron permanecer ocultas y recuerdos que, estoy segura, Owen olvidó con el pasar de los años. Fue como abrir una puerta a su pasado, una que llevaba años esforzándose en mantener cerrada y en el olvido, como si no existiera.Desde ese momento, supe que debía ser fuerte por él. Owen no es alguien que se abra con facilidad, y cuando esa maraña de verdades empezó
¡Bienvenidos!No saben lo feliz que me siento, pues, "sin querer queriendo" estoy cumpliendo una de mis metas al crear esta tercera novela. Siempre quise hacer una saga y creo que voy por buen camino, jijiji :P"Atrévete a quererme" es la tercer entrega de la serie "Citas con el destino". Si aún no has leído las dos primeras, te aconsejo que vayas y las guardes en tu biblioteca si no quieres hacerte spoiler.La primera entrega de la serie es "Una esposa para el señor perfecto", donde conocerás a un enigmático Justin, quien, con la ayuda de su leal y eficaz asistente Sunmi, buscarán a la mejor candidata para cumplir las exigentes demandas para heredar el prestigioso bufete de su tío.La segunda novela de la serie es "No lo llames casualidad", donde el destino hará de las suyas cuando dos extraños en circunstancias extremas, acuerdan casarse por acuerdo en Las Vegas y así desafiar el destino que la familia de Maya, tenía pensado para ella.SINOPSIS:Cuando mi vida en Milán se volvió un
Atrévete a quererme es una novela escrita por Andrea Paz PS y registrada en SafeCreative bajo el código: 2405208038196. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor._________________________________˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.Despierto aturdida y desorientada, sintiendo como un intenso olor a desinfectante inunda mis fosas nasales, provocándome náuseas y un revoltijo en el estómago. A lo lejos, escucho voces cuchicheando entre susurros, y cuando intento abrir los ojos, siento la vista borrosa. La claridad de las luces blancas del techo confirman mis sospechas: estoy en un hospital. Parpadeo repetidamente hasta que mi visión comienza a aclararse.—Hasta que despertaste, mi niña, por Dios… —exclama mi abuela, sentada a mi lado. Su rostro arrugado por la preocupación pero también por el alivio de verme despierta. Junto a ella está su amiga, Matilda, una presencia constante en mi vida desde que era niña.—Nonna, ¿qué pasó? —pr
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.La enfermera acaba de salir de la habitación, llevándose con ella las muestras que tomó para los análisis adicionales. Había llegado justo antes de contestarle a mi abuela, por lo que el silencio que queda en su ausencia es pesado pero necesario. Es el momento de enfrentar la realidad, de procesar lo que ha pasado y de comenzar a entender lo que vendrá.Mi abuela y Matilda continúan a mi lado, sus rostros llenos de preocupación, pero también de una inquebrantable determinación. Tomo aire y me siento un poco más erguida en la cama, decidida a compartir mi historia, a aclarar las dudas que sé que están en sus mentes.—Bien, creo que es hora de ponerlas al día —digo, mi voz firme pero con un toque de vulnerabilidad que no puedo evitar. Mi nonna asiente, su mano aprieta la mía en señal de apoyo. Matilda se inclina hacia adelante, atenta—. Todo comenzó hace unos meses, después de perder mi trabajo en Éclat Couture. Fue un golpe duro, una verdadera decepción —c
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Milán, Italia.Salimos del hospital y el sol de la tarde nos recibe con su calidez. Mi abuela y Matilda caminan a mi lado, cuidando de mí como siempre lo han hecho. Subimos al taxi y, mientras el vehículo recorre las calles de Milán, mi mente se llena de pensamientos sobre lo que acaba de suceder. Los latidos de los corazones de mis bebés siguen resonando en mis oídos, una melodía de esperanza que me da fuerzas para seguir adelante.Perdida en mis pensamientos, apenas noto que hemos llegado a mi apartamento hasta que la voz de mi abuela me trae de vuelta al presente.—Flavia, baja con cuidado —dice, sosteniéndome del brazo mientras salgo del taxi.—Gracias, nonna. Gracias, Matilda —digo, esperando que su visita termine aquí y poder pensar en lo que haré de ahora en adelante. Pero ninguna de las dos se mueve de mi lado—. Pensé que volverían a Alagna… —menciono confundida.—Nada de eso, cucciola mia. Nos quedaremos contigo hasta que estés mejor —responde mi abuela, con un