¡Holis! ¡Feliz jueves! Ya sé, ya sé... ¿quién será esa...? ¿Será Miranda? ¿A alguien más se le mojaron las bragas al imaginarse a Owen, ijijji? Quedamos en ascuas... Leo sus comentarios, no olviden dejarme sus apreciaciones, teorías y lo que quieran decir ;) Nos vemos mañana, si Dios quiere (ya están medio malditos los viernes para mí, jajaja) Un abrazo :*
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Estoy completamente descolocada. La puerta aún está abierta y la rubia ya se ha instalado en el centro del apartamento, como si fuera la dueña del lugar. Cierro la puerta lentamente, mientras mi mente trabaja a mil por hora. «¿Quién es ella? ¿Qué tipo de relación tiene con Owen? ¿Por qué actúa con tanta arrogancia?». Una punzada de celos se instala en mi pecho, lucho por mantener la calma.—¿Qué se te ofrece? —pregunto con una voz más firme de lo que esperaba. La rubia me ignora, manteniendo esa actitud altiva que me pone los nervios de punta y se pasea por el salón con un aire de superioridad.—¿Owen está en casa? —cuestiona, sin molestarse en responder a mi pregunta, como si yo no fuera más que una piedra en su camino.—Está en el baño —contesto, justo cuando Owen abre la puerta y sale tan solo con una toalla envuelta alrededor de su cintura. El agua aún brilla sobre su piel y tengo que forzarme por no quedarme mirándolo embobada. Claro, justo ahora tenía que verse así
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗La puerta del ascensor se cierra con un leve chasquido y, por un momento, todo el ruido a mi alrededor desaparece. Estoy perdido en mis pensamientos y con una sensación cálida que dejó el inesperado beso de Flavia en la comisura de mis labios. Una sonrisa involuntaria se esboza en mi rostro y me doy cuenta de que es la primera vez en mucho tiempo que me siento realmente feliz, como si algo finalmente estuviera encajando en su lugar.No puedo evitar pensar en ella, en la forma en que me miró antes de salir y en la manera en que se acercó para acomodarme la corbata. Ese simple gesto, tan íntimo y tan suyo, me dejó claro lo que quiero y lo que no estoy dispuesto a perder. Flavia es la mujer que amo, la madre de mis hijos y no pienso permitir que nada ni nadie se interponga entre nosotros.—No sabía que ibas a ser padre, Owen. —La voz de Miranda me saca bruscamente de mi ensoñación. Se pega más de la cuenta y su perfume, demasiado invasivo y dulzón, me da náuseas. Su mano sube
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Unas ganas urgentes de ir al baño me despiertan. Abro los ojos, pero me siento inmovilizada por un brazo pesado y cálido sobre mi cintura, abrazándome por la espalda. Tardo un par de segundos en procesar lo que está pasando, pero cuando finalmente giro un poco la cabeza, lo veo: Owen, está completamente dormido junto a mí.Mi corazón se acelera y siento cómo mis mejillas se sonrojan al verlo tan guapo y relajado durmiendo a mi lado. Está tan cerca que puedo sentir su respiración tranquila y segura rebotando en mi cuello. Su rostro está relajado, sin la tensión que usualmente lo acompaña y se ve… diferente, más vulnerable, más real, y, de alguna manera, eso lo hace más atractivo. Una sonrisa boba se forma en mis labios.Con cuidado y sin despertarlo, logro zafarme de su abrazo. Me levanto lentamente y corro al baño antes de que sea demasiado tarde. Mientras hago mis necesidades, no puedo dejar de pensar en lo que sentí al despertar junto a él. Es una mezcla de sorpresa, a
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Observo a mi abuela a través de la pantalla y su mirada pícara, pero llena de amor, me hace sentir como si fuera una niña otra vez, pillada haciendo alguna travesura. Antes de que pueda pensar en algo inteligente, las palabras me salen atropelladamente.—Nonna, no es lo que te imaginas… —farfullo, sintiendo cómo mis mejillas se calientan aún más—. Solo… dormimos juntos, eso es todo. —Ella sonríe, negando con la cabeza, como si mis palabras fueran completamente innecesarias.—No hace falta que me expliques nada, cucciola —responde con suavidad—. Mientras estés bien y feliz, yo me doy por pagada.Suspiro, sintiendo que la tensión en mis hombros disminuye un poco, pero niego. Ya no hay forma alguna de sacarle la idea de la cabeza. Siempre ha sido así con mi nonna, pero su apoyo incondicional y su capacidad de entenderme sin que tenga que decir mucho, siempre me han dado un refugio seguro. Aunque a veces es demasiado perceptiva para mi gusto.—Estoy bien y los bebés están cr
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Siento que mi corazón dejará un moratón en mi pecho si continúa latiendo con tanta fuerza. Estamos tan cerca el uno del otro, que puedo sentir su cálida respiración en mi piel. Nuestras frentes se tocan y mi pulgar traza círculos suaves en su mejilla, mientras Flavia me mira con esos ojos llenos de dudas, pero también de algo más, algo que me hace sentir esperanza. Sé que tiene miedo, y yo también, pero también veo que está dispuesta a intentarlo. No sé cómo, pero lo sé.—Atrévete a quererme, Flavia —repito. Mi voz suena más suave de lo que esperaba. No quiero presionarla, pero no puedo evitarlo, necesito saber qué está pensando—. Esto… lo que estamos haciendo, no tiene que ser perfecto desde el principio… Por lo mismo quiero que lo intentemos con calma, que nos demos tiempo para conocernos mejor y construir algo real.Ella asiente y veo cómo se muerde el labio, un gesto que me resulta tan familiar y que es tan suyo cuando está nerviosa. Pero no se aparta, no se retira. En
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗Aún sigo preguntándome si todo lo que ocurrió el fin de semana es real o no. Me siento como en un sueño del que no quiero despertar, ya que, compartir con Owen y ver cómo poco a poco se ha ido abriendo a mí, es algo que hace unas semanas era impensado, casi imposible.Después de ese desayuno donde decidimos darnos una oportunidad y descubrir una nueva y alucinante faceta de Owen, le propuse que decoráramos juntos el apartamento con motivos navideños, así que ese día fuimos de compras y escogimos todo lo que hacía falta para, por primera vez, pasar unas fiestas en el que, poco a poco, se ha ido transformando en mi nuevo hogar.Me las ingenié para ir sacándole un poco de información sobre su niñez, en un intento por saber por qué es como es; así como también fui contándole cosas sobre la mía, descubriendo que tenemos muchas cosas en común y muchas otras que debemos ir sanando juntos con el tiempo.Ese día nos entretuvimos entre las compras, recorriendo la ciudad que nunca
˗ˏˋ Owen ˎˊ˗Me quedé idiotizado mirando hacia el baño, aun sintiendo el vacío que dejó el cuerpo de Flavia en el mío. Me había costado la vida misma lograr bajar la erección matutina tras una larga ducha de agua templada, pero es que sus besos, su olor y cada curva de su cuerpo, exquisitamente redondeada por el embarazo, me tuvieron a tope todo el fin de semana.Tenía que ponerme serio si quería ganarme la confianza de Flavia. No podemos caer en lo físico de nuevo. No cuando las cosas están comenzando a salir bien entre los dos.—Enfócate y no olvides lo más importante, Owen… —murmuro, mientras termino de picar las frutas que tanto le gusta comer a Flavia en el desayuno.Apenas termino con las frutas, retiro los hotcakes del sartén y me apresuro en mandarle un mensaje a Robert, mencionándole que no me apareceré en la oficina hasta después de almuerzo. Su respuesta no tarda en llegar, preocupado por mi ausencia, pero le dejo en claro que estaré revisando correos y disponible en el celu
˗ˏˋ Flavia ˎˊ˗ Apenas entro al vestidor, reconozco a Scarlett, una de las chicas que me maquillaron la vez pasada. Saludo a todo mundo al entrar y tras una breve presentación a la que no muchas prestaron atención, sigo las indicaciones mientras me pasan un conjunto, bastante cómodo, de lencería en color nude. Cuando me acerco a uno de los tocadores, veo que están todas muy emocionadas conversando, así que presto atención a lo que dicen, en tanto maquillan a una castaña que parece ser la portadora de novedades. —Dios, es que está para comérselo. Si pensaba que Cassian era guapísimo, ese tipo está para lamerle cada centímetro de piel —dice, mientras terminan de fijarle el maquillaje. —¿Pero lo conoces de algo? ¿Será uno de los clientes o algún representante de marca? —cuestiona otra, una rubia que se mira por todos los ángulos, buscando alguna imperfección en su estilizado cuerpo. —No. Ya te dije que nunca lo había visto, pero te aseguro que no será la última —asevera la castañ