Al escuchar las palabras de Emiliano, Fiona pareció quedarse sin fuerzas, como si le hubieran drenado toda la energía.‒ ¡La muerte de Diego es mi culpa! ¡Yo lo maté! ‒ murmuró entredientes.Emiliano, irritado por la escena, le gritó:‒ ¡Lárgate de aquí! ¡No te quedes! ¡Lo que yo decida en este momento no lo vas a poder cambiar!Miguel tenía casi diez años cuando lo trajeron a los Soto. Durante su crecimiento habían pasado muchas cosas, por eso no confiaba en nadie y rechazaba cualquier tipo de acercamiento.Cuando Emiliano vio a Laura por primera vez, tuvo el presentimiento de que ella podría llegar al corazón de Miguel. En sus tres años de matrimonio, aunque Miguel no mostraba particular interés en Laura, al menos regresaba a dormir todas las noches. No la rechazaba y permitía que se le acercara.Pero ahora, con el repentino embarazo de Jenny y la excesiva atención que Miguel le prestaba, no solo los demás especulaban sobre una posible relación entre ellos, sino que hasta él mismo so
Antes de venir a devolver la pulsera, Jenny había llamado a su suegra, quien ya debería estar arriba. ¡Si Miguel subía, arruinaría por completo los planes de su suegra!No podía permitir que Miguel se fuera.Miguel se volteó y posó su mirada en la mano de Jenny, con un tono aterrador:‒ Ya te lo dije, si no te sientes bien, quédate en casa descansando. ¡No andes por ahí! Tú decidiste tener este bebé, así que es tu responsabilidad cuidarlo, ¿entendido?Su voz, aunque baja, transmitía una amenaza implícita.Jenny retiró aterrorizada su mano asustada, mordiéndose el labio mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos:‒ Solo vine a devolverte la pulsera porque me preocupaba que Laura te hiciera una escena. No es que no esté cuidando mi salud.‒ Si quieres saber algo, llámame directamente. No molestes a Mario ‒ las palabras de Miguel fueron directas, sin dejar espacio alguno para sutilezas.Aunque Jenny lo había salvado una vez y él le estaba agradecido, tolerando muchas de sus actitudes
‒ El abuelo está... ‒ Miguel miró a Fiona e interrumpió de inmediato a Laura ‒ Mario te llevará a casa.Con el abuelo en este estado, la transferencia de acciones definitivamente tendría que esperar.‒ Me iré cuando el abuelo despierte, no estaré tranquila hasta entonces ‒ Laura seguía preocupada por la salud de Emiliano y no se sentiría en paz sin ver que estuviera bien.Miguel posó su sombría mirada en el rostro de ella por un momento, apretó los labios y no dijo nada más.Su entorno lo había hecho reaccionar así: sombrío con todos.No iba a ser del todo cordial con Laura solo porque fuera su esposa.‒ ¡Aunque el viejo despierte, no podrá transferirte las acciones! ¡Vete ya! ‒de repente le recriminó Fiona enfurecida. Laura la ignoró.Esta era la oficina de Miguel; mientras él no la echara, podía ignorarla.Fiona, al verse ignorada, se llenó de rabia, pero con Miguel presente no se atrevía a expresarla.‒ Mario, acompaña a la señora Soto afuera ‒ ordenó Miguel con rostro serio y con
Miguel arqueó una ceja de repente, posando su profunda mirada en el rostro de Laura.¿Era esto lo que ella quería?Laura sostuvo su mirada con seguridad:‒ ¡Nunca he pensado en eso!Con lo que había dicho el abuelo, Miguel seguro pensaría que era idea suya.Cuando se casó con Miguel hace tres años, sí había querido hacer público su matrimonio.Lo amaba y, naturalmente, quería que todo el mundo supiera que estaban juntos.Pero la noche de la boda, Miguel la había recriminado:‒ ¡No quiero que nadie sepa de nuestro matrimonio! ¡Tú sabrás lo que haces!Y se fue.Esa noche nunca volvió.Su noche de bodas la pasó sola.Desde entonces, había abandonado cualquier idea de hacer público su matrimonio.Ahora que planeaba divorciarse, tenía aún menos sentido que la gente supiera de su relación.Era una forma de mantener la dignidad de ambos.‒ ¡¿Cómo que nunca lo has pensado?! Laura, tú eres la esposa del presidente de Nexus, ¿qué tiene de malo que conozcas a todos? Miguel, que tu asistente la ll
El golpe contra la mesa de conferencias le provocó un dolor muy agudo.Los ojos de Laura se humedecieron por el profundo dolor.Miguel se inclinó sobre ella y le levantó la barbilla, con una mirada despiadada:‒ Dormimos juntos una noche, y al día siguiente tus padres aparecieron muy campantes en el hotel con fotos robadas por un paparazzi, ¡amenazando con hacerlas públicas si no me casaba contigo!‒ Acepté casarme y los Sánchez me pidieron quinientos mil dólares de dote. En estos tres años, he invertido no menos de quinientos mil en la empresa de los Sánchez, y además reduje a la mitad los gastos hospitalarios de tu abuela con el pretexto de usar su caso para investigación.‒ Después de casarse, ¿no es deber de toda esposa cocinar, lavar y atender a su marido? Más aún, ¿no deberías atenderme bien después de todo el dinero y beneficios que tu familia ha recibido de mí?‒ Has vivido muy bien estos tres años, ¿y ahora que Santiago ha vuelto buscas la forma de divorciarte? ¿Quieres dejarm
Si Miguel era demasiado violento, ¿qué pasaría con el bebé?Miguel, al verla actuar como una mujer reservada, sintió que su ira aumentaba cada vez más:‒ Laura, ¡aún no estamos divorciados! ¿Por qué no podría tocarte?Laura respiró de manera profundan y lo miró fijamente:‒ Porque me das asco.¡Ya tenía un hijo con Jenny y aún quería tocarla!Miguel entrecerrólos ojos y le mordió el lóbulo de la oreja:‒ ¿Dices que te doy asco? Pues con más razón lo haré.Laura se alarmó y respondió:‒ Si estás insatisfecho porque Jenny está embarazada, puedo encontrarte a alguien más, te garantizo que será limpia y te complacerá, ‒ mientras hablaba, su mente se llenaba de imágenes de ellos dos en la cama.¡Todo lo que Miguel había hecho con ella, también lo había hecho con Jenny!¡De solo pensarlo le daba náuseas!La hostilidad de Miguel era evidente:‒ La señora Soto es tan generosa, ¿debería alabarte por ser tan comprensiva y sensata?Laura giró el rostro:‒ Solo pienso en tu bienestar.Y, además no
‒ Nadie sabe quién es el nuevo dueño, todo es muy misterioso. Pero no hay prisa alguna, ¡mañana lo veremos en persona!‒ Y también dicen que compró un Vértice para regalárselo a su prometida. ¡Así nada más, regalando bufetes! ¡Qué suerte ser la prometida de un magnate!‒ Laura, siendo tan guapa, seguro conseguirás un marido rico.Laura inquieta se mordió el labio. Manuela tenía razón, había conseguido un marido rico.Pero su marido no la amaba.‒ ¡Ah, Laura! Hoy cenamos en el Pabellón Rojo a las seis. ¡Estaba tan metida en los chismes que casi olvido lo más importante!Laura envidiaba el gran optimismo de Manuela. En sus dos años en el bufete, siempre rebosaba energía.Ella apenas tenía 25 años, pero ya había experimentado las amarguras de la vida. Su espíritu se sentía viejo.‒ Laura, ¿estás triste? ¿Por qué no dices nada? ‒ Manuela continuó: ‒ ¡Todos especulan que el nuevo dueño mejorará nuestros salarios y beneficios! ¡Imagina que nos dupliquen el sueldo, sería algo maravilloso!Soñ
‒ Tú no le temes, ¡pero Laura es otro asunto diferente! Bien sabes de lo que es capaz ‒ comentó Miguel objetivamente.‒ ¡Dame los respectivos documentos! Me voy ‒ Emiliano entendía la fuerte preocupación de Miguel y añadió: ‒ Transfiere tus acciones a Laura, y en unos cuantos días haré un testamento dejándote todas las acciones mías.‒ No quiero tus acciones, ¡y no hagas testamento alguno! Debes vivir muchos años más.‒ Ya tengo ochenta años, he vivido lo suficiente. Mi mayor deseo ahora es tener un bisnieto, ¡aunque sea una bisnieta! Miguel, llevan tres años casados, ¿por qué Laura no se ha embarazado? ¿Acaso tú no puedes? ‒ el tema del embarazo lo disgustaba cada vez más.En el grupo de WhatsApp, sus amigos presumían constantemente fotos de sus adorables bisnietos, ¡cómo los envidiaba!Miguel parecía estar en buena forma, ¿por qué no podían tener hijos?‒ Laura es joven y está ocupada con su trabajo, ¿cuándo tendría tiempo para hijos? ‒ Miguel no amaba a Laura, obviamente no tendría