Capítulo 38
El golpe contra la mesa de conferencias le provocó un dolor muy agudo.

Los ojos de Laura se humedecieron por el profundo dolor.

Miguel se inclinó sobre ella y le levantó la barbilla, con una mirada despiadada:

‒ Dormimos juntos una noche, y al día siguiente tus padres aparecieron muy campantes en el hotel con fotos robadas por un paparazzi, ¡amenazando con hacerlas públicas si no me casaba contigo!

‒ Acepté casarme y los Sánchez me pidieron quinientos mil dólares de dote. En estos tres años, he invertido no menos de quinientos mil en la empresa de los Sánchez, y además reduje a la mitad los gastos hospitalarios de tu abuela con el pretexto de usar su caso para investigación.

‒ Después de casarse, ¿no es deber de toda esposa cocinar, lavar y atender a su marido? Más aún, ¿no deberías atenderme bien después de todo el dinero y beneficios que tu familia ha recibido de mí?

‒ Has vivido muy bien estos tres años, ¿y ahora que Santiago ha vuelto buscas la forma de divorciarte? ¿Quieres dejarm
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