Vio a su amiga quedar de piedra.
—Yo le vi las dos plumas en su marca, pero no eran negras, eran del mismo color de esa luz. Él me agradeció por haberle salvado la vida. Estuvimos hablando por un largo tiempo y él… —se ruborizó— me dijo que le gustaba mi infinito, de hecho, lo besó.
—¡¿Qué?! —Dane abrió su boca con impresión—. ¡¿A esa edad dejaste que te besaran la marca?! Hiz, de pequeña sí que eras bien rebelde y… pervertida.
—Yo-yo no sabía el por qué hacía eso, tampoco sabía lo que significaba que me besaran la marca —puso su rostro serio y dejó rígida su espalda—. Además… él me dijo que la besó para poder reconocerme entre todas las personas.
—Ay, Hiz, ¿crees que ese niño es Dober? —preguntó Dane con rostro preocupado—. ¿Crees que hace todo esto porque te conoce desde hace mucho?
—No lo sé. Cuando lo conocí le vi mucho parecido con él. Pero después pensé que no, que no podía ser ese niño. Además, Dober no me ha hablado de ese día, si fuera ese
Dane hizo un gesto de desagrado.—…Yo quería ayudarlo, —prosiguió Hiz— pero era sólo una niña pequeña, así que decidí llevarlo con mi mamá para que lo socorriera. Pero, cuando quise tomarlo para arrastrarlo, sentí que algo me pasó corriente y después apareció esta marca —mostró su brazo izquierdo—. Era como una explosión de luz violeta.—¿Primero comenzó como una explosión de luz o fue después? —preguntó el doctor mientras tecleaba. —La luz fue primero, después se fue convirtiendo en la cadena que salió del cuello de Dober y se enrolló en mi brazo.El hombre alzó la mirada hasta la chica.—¿Salió de Dober?—Sí, salió de él mientras se le curaban todas las heridas.El do
—Automáticamente, señora Luz —respondió Hiz—. Sólo necesita firmar usted y todo su núcleo familiar queda dentro del seguro.—Ay, niña, muchas gracias —soltó la mujer mientras firmaba.Otras de las vecinas cercanas a la casa de Hiz se acercaron a ella para saludarlas y en vista de la noticia del seguro, no lo pensaron dos veces para firmar. De hecho, se fueron llamando unas a otras para que se acercaran a firmar los papeles.Así fue como Hiz sin antes de llegar a su casa logró reunir a un grupo algo grande de vecinos para que firmaran los papeles.Cuando todos terminaron de firmar y le agradecieron que pensara en ellos, en esos momentos, Hiz vio a lo lejos que Ben se acercaba en la calle.—¡Ben! —llamó Hiz bastante sonriente.—Niña, ahorita te llevo una taza de sopa —dijo la anciana y se despidió de l
Hiz sabía que era una muy mala idea que los Triángulos se reunieran en su casa. Lo confirmó cuando las dos mujeres quedaron pálidas.—Buenas tardes —saludaron los jóvenes.—Buenas tardes —respondieron las mujeres intentando ocultar su nerviosismo.La hermana de Dane salió del interior de la casa y corrió hasta abrazar a su mamá.—Siéntense, por favor —ofreció Hiz.En total eran diez muchachos (contando a Ben) y, cuando ocuparon los pocos muebles que había en la pequeña casa, quedaron cinco de pie.Hiz corrió a buscar algunas butacas del patio y así los demás muchachos pudieron sentarse, aunque la mayoría eran altos y quedaban con las piernas alzadas casi a la altura del pecho (se veían muy graciosos).Las mujeres quedaron de pie. Ben ofreció su sillón para alguna de el
—Los Plumas, si ellos se enteran de ella… ¿no sería malo?Todos en la sala rieron.—Claro que sí, se van a enojar mucho si se enteran de que replicamos parte de su poder —comentó Ben—. Pero la única, fuera de nosotros que sabrá de ella, eres tú; bueno, y los Mandos Superiores de los Diamantes.—Y si te cuenta esto es porque confía demasiado en ti —dijo Aspen.—Nunca te traicionaría con algo así —confesó Hiz mientras veía a Ben.El joven desenvolvió una sonrisa de esas bobaliconas que siempre le mostraba en privado.—Hiz, ¿es cierto que estás atendiendo a los Plumas? —preguntó Asben con curiosidad.Hiz irguió su espalda y tornó su rostro serio.—Ay, relájate —chistó Asben y sonrió tranquilo—. Só
—Crees que sólo porque él está interesado en mí ya eso te ayuda a que yo sea tu informante —Hiz se levantó de su puesto—. ¿Quieres que me maten, Ben?Todos se levantaron e intentaron tranquilizarla.—¡No, esto es entre él y yo! —Los apartó y volvió a encararlo—. ¿Así es como tanto dices amarme? ¿Haciendo que yo quiera revisar entre los papeles de Dober y encuentre algo que te pueda ser útil como saber el por qué ellos están aquí? ¿Quieres que me maten?, ¿eso quieres?, ¿no se supone que yo seré tu mujer y que nos iremos a vivir juntos? ¿Cómo puedes manipular así a tu mujer?Hiz trató de calmarse tomando aire y respirando lento, pero sintió que esto sólo sirvió para ahogarse y volvió a respirar agitado.—Dober me tiene lástima —mintió con soltura—, por eso me ayudó cuando me enfermé. Se enteró que un Diamante me maltrató y tuve la descompensación nutricional, le di tanta lástima que mandó a pedir que trajeran al médico para ayudarme porque estuve por un tiempo muerta y me regaló el parc
Hiz se quitó la camisa y la olió, ¿cómo podía Dober oler las energías de las personas? No lo comprendía, aun así, se quitó la ropa y rebuscó en el bulto de ropa desparramado por la cama algo decente que pudiera vestir.—¿Cómo que sabes mucho sobre Dober? —preguntó la madre de Dane—. ¿Qué tanto te ha dicho él?—No me ha dicho, lo he visto —respondió Hiz, caminó hasta una esquina, donde había una silla con una toalla colgada en su espaldar—. Dober me tiene mucha confianza; bueno, por algo soy su mujer.Su mamá soltó un pequeño grito de impresión.—Hiz, si es así, ¿por qué viniste a la aldea sola? —preguntó—. Estás corriendo mucho peligro aquí, ¡no debes volver más!, ¿por qué viniste?—Vine porque… —Hiz se detuvo, su pulso estaba muy acelerado—, necesitaba terminar de llenar el documento de Protegidos y quería verte.Su mamá se levantó de la cama.—Ay, niña, bueno, ve a bañarte, ¡corre! Debes irte de aquí lo más pronto posible.Hiz caminó a grandes pasos hasta el baño, con la toalla blan
Aquel abrazo la reconfortó, para su sorpresa. Rodeó la cintura de Dober e inspiró hondo, llenando sus pulmones del aroma de aquel hombre; olía a lavanda, pero era un olor muy sutil y bastante fresco.Su temblor se detuvo (llevaba horas con aquel miedo).—Tranquila, tu mamá está protegida, no le harán daño —calmó Dober—. ¿Puedes contarme qué pasó en la aldea?—Había un grupo de Exterminio —dijo Hiz con voz temblorosa—. Ellos sospecharon de mí.Dober la abrazó con mayor fuerza y esto a Hiz la reconfortó mucho.—Hiz, no vuelvas a salir sin guardias —pidió el hombre—. Es demasiado peligroso.—Me di cuenta de eso.El doctor Ramson tuvo que estabilizar el parche nutricional de Hiz porque la adrenalina que tuvo por la situación la alteró y le hizo desestabilizar.Pasó dos horas monitoreada y le dieron un tranquilizante. En todo ese tiempo Dober estuvo a su lado, acostado a su derecha de la cama.A ella le pareció bastante curioso el verlo sin zapatos y con pijama (pantalón gris y una camisa
Dober estaba dormido a su lado, con un brazo rodeando la cintura de Hiz. Estaban acostados a medio lado, con sus rostros cerca; un poco más y las puntas de sus narices se rozarían.Las pestañas de Dober eran largas y tupidas, haciendo un arco ascendente. No eran del todo negras, se veían un poco violetas.Es un ser de otro mundo, pensó.Su piel parecía porcelana. Y sus labios rosados claros, delicados; Hiz no podía creer que la noche anterior los había besado.Mientras lo contemplaba, se dio cuenta que él nunca le haría daño: ella era una de las debilidades de Dober Momson, la única debilidad que ella conocía de él hasta el momento.Vio aquellos ojos violetas asomarse entre las largas pestañas y Hiz le sonrió.La primera vez que Hiz lo veía dormir. La primera vez que se despertaba y lo primero que veía era el tranquilo rostro de aquel Pluma.Él la atrajo con su brazo y la piel del rostro de Hiz tocó la de Dober. Sintió todo su cuerpo erizarse y la unión volvió a aparecer en su brazo i