Era como regresar de cierta forma a su infancia, donde pasaba largas horas en el bosque.
Tal vez Dober tenía razón y el mudarse por un tiempo a la casa del bosque era buena idea, para que pudiera relajarse.
Después, cuando las mujeres se despertaron, llamaron a Hiz para que desayunara y se sorprendieron al verla despeinada, con el vestido algo sucio y el rostro acalorado por la larga caminata.
—¿Qué estabas haciendo? —preguntó Dane, con el pocillo de café en una mano, paralizada por ver a su amiga en aquellas fachas.
—Ah, estaba paseando por el bosque con Magnus —respondió Hiz, sentándose a la mesa y comenzando a tomar una taza de leche caliente—. Ah, está muy rica.
A su madre le tranquilizó que Hiz estuviera de mejor semblante. La única que seguía preocupándole era Anny, que se había vuelto muy callada desde la mue
Hablaba, el monstruo hablaba.Dane soltó un enorme grito de horror y brincó en su puesto.En su afán por salir de lo que estaba viviendo, rodó su mirada hasta la puerta del patio, corrió hasta ella y con las manos temblorosas, logró abrirla con la llave.Salió corriendo como si su vida dependiera de ello.Se adentró al bosque y en una de esas, en la inmensa oscuridad, tropezó con algo y cayó cuesta abajo, golpeándose con todo su cuerpo.Perdió la conciencia.—¿Le hablaste? —escuchó una voz en lo más profundo de sus pensamientos.—Quería explicarle —respondió la voz de un hombre.—Creo que eso suena más terrorífico aún —dijo otra voz, también era de un hombre.Dane intentaba despertarse, pero no podía. Forcejeaba con su cuerpo para pod
—Magnus fue un perro que vivió aquí cuando yo era solo un niño —informó Dober, con una gran sonrisa—. Pero eso fue hace más de veinte años, es imposible que siga con vida.Vieron que el doctor Ramson apareció por el patio y se acercó a ellos, saludando a las chicas.—Doctor, ¿dónde estuvo estas dos semanas? —preguntó Dober—. ¿A dónde se fue? Lo estuve llamando.—Dober, no soy tu esclavo, merecía unas vacaciones —respondió y se acercó para saludar a Hiz con un beso en la mejilla.Dane se estaba acercando a la sala y se detuvo en seco, al notar que el doctor Ramson tenía los mismos ojos verde esmeralda de Magnus y le transmitía la misma aura.Parpadeó dos veces y sacudió aquellas ideas extrañas de su cabeza.—¡Es su perro, doctor! —in
—Solo debes mirar la manzana y pensar que quieres que sea invisible.Estaban en un gran salón con piso de madera oscura, en las esquinas del gran salón había varios niños mayores que Kilian practicando todo tipo de cosas, algunos botaban fuego de sus manos, otros trataban de volar, y en el centro estaban ellos. Todos los conocían: a él, por ser el mejor de la clase y a Arlet por ser la niña que siempre se metía en problemas, y claro, ahora también era la practicante más joven.Arlet estuvo un momento mirando la manzana y después le dio un mordisco.—Delicioso —balbuceó Arlet mientras masticaba la manzana en su boca.—Bueno, mientras no te metas en problemas —Kilian se apartó de la niña y llegó a un grupo de chicos, que al verlo, empezaron a hablar con él.Arlet le encantaba ver como Kilian entrenaba, ese d&ia
¡Hola querido lector! Mil gracias por llegar hasta aquí y darle una oportunidad a mi libro “Atrapada en el infinito”.Realmente ¡amo! Este libro, me fascinó escribirlo y estoy super ansiosa porque justamente esta noche, mientras me acabo de tomar un delicioso té de albahaca para poder aguantar estas muchísimas horas de escritura ¡por fin pude escribir ese “fin” en el libro!Sin duda alguna “Atrapada en el infinito” es uno de mis libros que más me costó escribir, porque necesitaba muchísimas horas para pensarlo. Y es que llegué a quedarme hasta altas horas de la noche, escuchando música de Sia, Imagine Dragons y muchos más cantantes que tienen música que me fascina y me transportan a este mundo lleno de marcas e inteligentes estrategas.Nunca pensé que los personajes de Hiz con su carácter regio y a la vez amorosa; Dober
El planeta ha sido dividido desde sus comienzos, todas las personas se agrupan por la marca con la que han nacido en su cuello, ésta les daba una habilidad que compartían todos los de esa misma marca.Así, poco a poco se crearon las razas, agrandándose a medida que el trabajo en equipo les hacía ganar terreno entre las otras. Comenzando a edificar imperios que se querían elevar por encima de las demás.La civilización más poderosa eran los Plumas, que lograban mover la materia a su antojo, tanto así era su poder que podían dominar a las demás marcas, haciéndolos sus súbditos.Pero los de riqueza eran los Diamantes, que, aparte de tener esta marca en su cuello, también residían en un terreno lleno de abundancia mineral. Además, su fuerza física los hacía ingobernables, los únicos que lograban compararse con los Pluma.Los Trébol les seguían al ser capaces de envenenar a una persona si así lo querían y lograban contacto físico con su objetivo. Podrían ser los líderes del planeta, pero s
Hiz dejó salir un suspiro mientras observaba los árboles del bosque mecerse con la brisa, dejando que los rayos de luz penetraran entre las hojas para así caer sobre el rostro de la chica.Le encantaban los momentos de soledad como aquellos, donde su alma podía respirar tranquilidad, no tenía que pensar en nada, simplemente vivir el momento. Por un instante cerró los ojos mientras sus pulmones se llenaban de aire y sus oídos comenzaban a saciarse por la orquesta que formaba la naturaleza a su alrededor.—¡Hiz! —escuchó que la llamaron.Rodó la mirada hacia la izquierda donde encontró la silueta de una joven de esbelta figura, morena, con un largo cabello achocolatado lacio y ojos verdes, era su mejor amiga Dane, quien le hacía señas con una mano para que llegara a donde se encontraba. Perezosamente se levantó del suelo y caminó en dirección a ella mientras se limpiaba su vestido gris con las manos en la parte de atrás.—¡La señora Margaret nos está llamando! —informó Dane con voz preo
Hiz entró a su casa que era un tanto pequeña, hecha de madera. Su madre se encontraba en la cocina lavando unos platos, cuando la vio aparecer por el marco de la puerta, le mostró una sonrisa muy amorosa.La señora era muy joven, de aproximadamente treinta y cinco años, tenía los mismos ojos rosados de su hija, aunque, su cabello era de un color castaño claro.—Hiz, ¿cómo te fue hoy? —saludó mientras se lavaba las manos llenas de espuma.—Muy bien, mamá, —respondió Hiz— ¿estás cocinando? —Abrió un poco sus fosas nasales para inspirar el aroma de las especias que recorrían la habitación.La mujer acentuó con la cabeza.—¿Quieres comer? —le preguntó a su hija—, ya le falta poco.—Sí, tengo mucha hambre —respondió la joven.—Bueno, voy a servir —dijo la mujer sonriente.Su mamá se adentró a la cocina para seguir en su labor, mientras, Hiz caminó por un pasillo un poco estrecho hasta llegar a su habitación, donde dejó su pequeño bolso sobre la cama para después tirarse de cara en el colch
Para suerte de ellas, el no haberse movido de sus lugares les ayudó a salvar sus vidas, porque no había pasado media hora cuando otro grupo —esta vez como de unos treinta en total—, pasaron por allí. No decían mucho, sólo caminaron a paso apresurado y se pudo escuchar una maldición de uno de ellos que renegaba porque el primer grupo se fue muy deprisa y no los esperaron.Una hora después de haber pasado aquel grupo, Dane comenzó a llorar.—Se me durmieron las piernas —sollozó Dane en un hilo de voz.—Esperemos un poco más —ordenó Hiz a susurro.—Creo que es un grupo pequeño —comentó su amiga—. Si fuera más grande ya habrían pasado.—¿Y si dejaron vigilantes?—Es un grupo pequeño, si fueran más, tal vez los dejarían, pero no creo.—Entonces —Hiz comenzó a removerse en su lugar—, vamos. No perdamos más tiempo. Esto se pondrá peligroso dentro de unas horas.—Sí —Dane empezó a reincorporarse, al igual como su amiga.Las dos chicas no pensaron en caminar, esta vez, tanto como lo permitían