—Buenos días… —Derek me saluda cortésmente.
—Buen día… —Me aclaro la garganta.
Los ojos de la víbora se posan sobre los míos, con cierta malicia y fastidio.
—Ayer no te vi en nuestra despedida de solteros. —Luego de decirlo se acomoda el rubio cabello y noto cómo él la sacude levemente, como dándole una reprimenda.
Y se quejaba porque yo parecía una adolescente…
—Tenía un plan mejor que ese. —Me encojo de hombros y de inmediato me acuerdo de la cálida noche que pasé con Fredd.
—Te lo perdiste, fue un evento precioso —responde.
Derek me mira de una forma endemoniadamente molesta y curva sus labios en una línea recta, demostrando
Esto no se siente bien. Carraspeo ruidosamente, atrayendo la total atención de Fredd, el cual ahora toma mi mano y me mira con extrañeza. —Vamos adentro, tomemos algo caliente —propongo y ambos asienten. Avanzamos a la sala de estar y voy por cuatro tazas de chocolate bien caliente. Escucho los pasos de Clarissa, el ritmo que lleva el sonido de sus tacones la delatan. —Hola cariño… ¿Vino el chico? —Me da un beso en la sien y yo uno en la mejilla. Asiento sonriente. —Está en la sala junto a Eva. —Dejo los vasos sobre la bandeja. —Hmm… No lo sé, pero tu hermana es algo extraña. Yo que tú, no me fiaría de ella… —Se cruza de brazos mientras
Levanta la mano y me interrumpe. —Déjame continuar… Hago esto por el bien de nuestra hija y por su futuro. Lion hace un tiempo me prestó dinero para salvar la constructora de la quiebra y… —Se detiene abruptamente. Suspiro. Estoy muy consternada. —¿Y…? —Me humedezco los labios mientras observo a un dudoso Derek. Clava su mirada en la mía, con sus ojos avellana. —Y no he logrado pagarle todo el dinero, porque las constructoras se están recuperando. Sería contraproducente retirar toda esa cantidad de dinero. Necesito casarme con Dara para así ganar tiempo y... Río fuerte, lo interrumpo de inmediato. —¿Y tú no la amas?, ¿por
Pasé una noche regular y ahora por la mañana, me he levantado con unas ojeras de infarto y un cansancio terrible. Camino por el pasillo de la constructora, mientras sostengo dos vasos de café entre mis manos. —Buenos días. Aquí tiene su café, no lo olvidaré de nuevo… —Pongo el café frente a Derek, quien levanta la cabeza para mirarme. —Buenos días. Gracias… —Lo toma y antes de dar un trago, se detiene a mirarme. ¿Me ha dado las gracias? Debo estar alucinando. —La agen… Lo interrumpo apenas comienzo a habla. Sostengo la tableta entre mis manos. —Reunión con los accionistas de Grecia a las diez, almuerzo con el señor De Vineyard... A las tres debe revisar los plano
Esta mañana me siento mejor, con cada hora que pasa asimilo más el verdadero sentido de todo y que debemos vivir la vida como si fuera el último día, así como lo hacía Fredd, que en paz descanse su alma. Camino por los pasillos de la empresa, viendo cómo todos mis compañeros ríen a carcajadas, conversan o solo disfrutan de un café caliente. Esas pequeñas cosas nos hacen felices, nos hacen ser humanos; me hacen sentir humana… —Buenos días. —Doy un respingo al escuchar la voz de Derek detrás de mí. —B-buenos días. —Me giro con prisa. Tan perfecto como siempre: traje entero negro, corbata gris y el cabello un poco largo peinado hacia un costado. Sostiene entre sus manos dos vasos de café de Starbucks. —Tómalo, se enfr
Levanto la mano y acaricio su mejilla con delicadeza. Me quito los lentes de aumento y los dejo a un lado del escritorio, bajo su atenta mirada curiosa. Me acerco a él y me siento a horcajadas sobre sus piernas, pero sin rozar su intimidad. Coloco mis manos sobre su pecho, me acerco a sus labios y dejo que él rodeé mis caderas con sus brazos. —¿Qué estás haciendo? —Niega y suspira pesadamente, viajando por mi cuerpo con sus dos avellanas. —Esto debería ser ya conocido por ti, esto hicimos hace cinco años, ¿lo recuerdas? La diferencia es que tú me pediste que me subiera sobre ti y… Desliza su mano por mi cuello y me lleva hacia sus cálidos y húmedos labios, ambas bocas se encuentran, se atraen como dos imanes. Cierro los ojos, sintiendo la calidez y paz infinita invadirme, sus suaves manos rozando la piel desnuda
—¿A dónde vas? —Me aclaro la garganta y desperezo sobre la cama. Lo observo ponerse una camisa de lana y cubrir su maravilloso cuerpo. Esos jeans le quedan de maravilla. —Hoy debemos ir a ver a Jessica. Ya he preparado el desayuno. Cámbiate, te espero en la mesa. —Retira las sábanas de mi cuerpo. Ahora estoy completamente desnuda frente a él. Acaricia mis piernas y cierra los ojos cuando se acerca a mi rostro y deposita un dulce beso en mi mejilla. —Muy bien. —Trato de ignorar el nerviosismo y los latidos acelerados de mi corazón—. Tendré que ir con ropa de secretaria. Me levanto y recojo mi cabello en una coleta alta. Desvío la mirada y me encuentro con Derek viéndome como un tonto y sonriendo.
La cargo en mis brazos con algo de dificultad, ya que pesa más, y yo soy muy delgada debido a mi trabajo como bailarina. Pero aquello no es impedimento, no sé de dónde saco fuerzas y la llevo hasta mi auto, la dejo en los asientos traseros y corro hacia el volante para después de algunos segundos de desespero y nervios, mover la llave y arrancar a toda prisa. Minutos después de conducir como una loca y evadir dos semáforos en rojo, llego a la clínica. De inmediato le comento la situación a los paramédicos y me llevo un regaño, ya que no debí moverla si tiene un golpe en la cabeza. ¿Pero qué era lo mejor, esperar a que la ambulancia hiciera dos viajes y que ella muriera? Corren hacia el auto y con sumo cuidado la mueven a la camilla, entran corriendo a la clínica y se la llevan a la sala de emergencias. Corro tras ellos después de hacer el registro en recepció
Enarco una ceja, pidiéndole una explicación. —¿Y bien? —Tome asiento, señorita. —Señala la silla. Este hombre se ve que tiene una paciencia de oro, o es que solo odia su trabajo y trata de sobrellevar la situación. —Muy bien. —Me siento con mala gana. —Efectivamente, encontramos videos de seguridad y se puede notar que usted tiene una hermana gemela, las huellas de la señorita Eva Moore están presentes en las escenas de los hechos tanto del caso del señor Fredd como el de la señorita Clarissa. Al parecer no sabe los contras de usar guantes de látex. La señorita Clarissa no declaró que su hermana le haya hecho daño, pero sí se refirió a un hombre que la tomó por sorpresa en la cocina de su casa. Ya hemos iniciado l