Tiempo después Derek me pide que me ponga más linda porque vamos a salir, así que yo encantada me pongo mis pantalones de tela de mezclilla, una blusa con escote corazón y unos zapatos de tacón muy bonitos. Dejo mi cabello suelto con mis ondas naturales y me maquillo algo sensual para la ocasión. Derek también lleva puestos unos pantalones, una camisa negra y unos mocasines. Su cabello está peinado hacia atrás, lo que lo hace ver muy apuesto.
Nos subimos a un taxi y vamos de camino a la sorpresa, porque no quiso responder mis preguntas curiosas. Minutos más tarde el auto se detiene frente a la mezquita de Kocatepe, uno de los lugares que más me llamó la atención de esta ciudad.
—Esto es increíble… Por fotos se veía magnífico pero en realidad es precioso… —Me quedo con la boca abierta observando las cúpulas y las torres en colores oscuros y claros, el color bl
Acaricio su ancha espalda mientras siento como va aumentando el ritmo de sus embestidas, aún cuando se ve tan agitado. También comienzo a mover mis caderas para que el baje el ritmo, intensificando la sensación de tenerlo dentro de mí, ese cosquilleo placentero. Nos embestimos despacio y con fuerza, persiguiendo el clímax, eso tan delicioso que nos hace sentir en el cielo… Despierto momentos después y lo veo acostado a mi lado, con un brazo me rodea la cintura mientras estamos enredados entre las sábanas. Él es tan hermoso que me parece un sueño, demasiado hermoso para mí. Miro la hora en el reloj, ya van siendo las seis de la tarde. Al levantarme, me duele un poquito el cuerpo. Le doy un beso en la mejilla para que despierte, pero no lo hace, parece que estuviera profundamente dormido. —Mi vida… —Pongo mi mano e
—¿Estás loca? Cielos, esto ya parece un drama… —susurro en un hilillo de voz temblorosa. —Siempre lo he sido, que es muy diferente. —Eleva una ceja y clava sus ojos azules en los míos, con furia—. Le estoy salvando el pellejo a Derek. Al menos agradece que tu hija no se quedará sin padre… Arrugo el entrecejo. Presiento que hay algo muy chueco aquí, demasiado, diría yo. —¿A qué te refieres? —Respiro con dificultad, siento mi rostro arder. Dara mueve la cabeza en negativa mientras sonríe con pena. —Que Derek esté enfermo es algo muy grave, pero aparte de eso puede morir él y tú también, por haber hecho tratos con quien no debía. —Retira la pistola y se da media vuelta. ¿Qué?
No sé ni qué hacer para que ellos paren. —Pero mira a quién tenemos aquí... —Lion se acerca a mí, no sé de dónde demonios ha salido. Trago en seco y levanto el arma en dirección a él y Eva, mi hermana. —¡Cambia esa cara! Pareces muerta. —Eva finge preocupación. Me tiemblan las manos, pero sostengo el objeto con fuerza. No voy a dejarme amedrentar por ellos, quienes también tienen armas y gestos de asesino. —¿Por qué estás haciendo esto? —sollozo al ver cómo me apuntan cuando intento ir hacia Derek, quien ahora trata de defenderse cuando es imposible. —¿Por qué? Porque me debe mucho dinero y osó intentar retirarse del negocio. ¿Quién me asegura que lue
Al abrir la puerta me topo de frente con Dara, la que al verme siendo infeliz, sonríe. —Tú ganas… —Levanto mi mano, ya no hay anillo en ella, se lo he dado a Clarissa para que lo guarde. Dara asiente, haciendo un puchero lamentable. —Te dije que ganaría, yo siempre gano, querida. Por cierto, luces de maravilla… —ríe—. Sería tan fácil sacarte el medio por haber asesinado a mi hermano, pero no quiero más problemas. Eres una perra m*****a. Sonrío sintiéndome como ida, drogada, flotando en un lugar que ya no es este. —Al menos me siento bien por él, pasó a mejor vida. —Me encojo de hombros, consiguiendo que ella me tome del brazo con fuerza—. Te dije que era capaz de cualquier cos
Corremos como si no hubiera un mañana hacia la entrada con puertas dobles, deseando que aún no haya acabado la ceremonia. —Si alguien se opone a este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre… Es lo último que escucho antes de trastabillar con mis tacones y ser sostenida por el brazo, Clarissa impide mi caída. Por inercia me llevo las manos al vientre, protegiendo a mi pequeña criaturita que ahora siento que amo con locura. Los murmullos y susurros me hacen levantar la mirada, siento mi rostro arder de la vergüenza por estar haciendo esto. ¿Precisamente teníamos que llegar a esa parte tan cliché que recita el sacerdote? Estupendo... Los pensamientos pesimistas acerca de lo que pueda ocurrir aquí, me tienen ansiosa, y muy nerviosa. Pero aquello ya no me importa
Siento que me asfixio, que el oxígeno cada vez más abandona mis pulmones. —Cálmate amor, respira profundo… Ya voy para allá… —Parece tan conmocionado como yo, solo que disimula para no preocuparme más. —¡Llamen a la policía! ¡Esa mujer fue hacia la derecha! —La maestra alarma a los presentes, quienes de inmediato comienzan a preguntar qué es lo que sucede. —Mi hija, por favor… Una mujer parecida a mí se la llevó. ¡Tienen que ayudarme! Es una niña de diez años… —Me tomo el rostro entre las manos, viendo cómo mi pequeña Jessie comienza a llorar asustada y busca a su hermana mayor con la mirada. Miro hacia todos lados y avanzo a pasos presurosos, buscando a Jessica, quien no está, no está… Dejo mi cuerpo caer al suelo, me agacho y escondo mi rostro entre mis brazos de n
Me maldigo por haber olvidado el maldito revólver en casa.Veo hacia la carretera que está a un lado de nosotros. Es poco concurrida, no ha pasado ningún otro auto en todo este tiempo, ni nadie que pueda ayudarnos. ¡Jodida mierda!—Has llegado demasiado lejos. ¡Reacciona, estás mal de la cabeza! —Me acerco a ella de nuevo, pero ahora el hombre que la acompaña, me apunta con un revólver.—Pero si ella fue quien me arruinó la vida, ella es la culpable de todo. ¡Tú me lo robaste todo, todo lo que yo quería! —grita colérica y habla entre llanto mientras nos mira con tanto rencor, con un odio a muerte.Jamás le hicimos daño. No sabe perder, ese es todo
Sonrío, siento los tibios labios de Derek besar mi cuello. —¿Ya puedo abrir los ojos? —Me remuevo inquieta entre sus brazos que me sostienen por la espalda y cubren mis ojos. Escucho su risa. —Ya puedes... —Se aleja de mí. Abro los ojos despacio. Veo frente a mí dos boletos de avión y una libreta pequeña. Me acerco a la mesa de té del jardín, en donde reposan los objetos. Tomo el viejo cuaderno entre mis manos y lo abro, para luego esbozar una amplia sonrisa seguida de una carcajada. —¿Guardaste esto? —Sonrío al acariciar el montón de garabatos en las hojas, dibujos y tonterías que hacía al no prestar atención a mi tutor de matemáticas. El nombre Último capítulo